Descubriendo
al lobo rapaz
Por:
Dr. Félix Muñoz
“No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: ‘¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no
echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’. Entonces
yo les declararé: ‘Nunca les he conocido. ¡Apártense de mí, obradores de
maldad!’ “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será
semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. Y cayó la
lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa.
Pero ella no se derrumbó, porque se había fundado sobre la peña. “Pero todo el
que me oye estas palabras y no las hace, será semejante a un hombre insensato
que edificó su casa sobre la arena. Cayó la lluvia, vinieron torrentes, y
soplaron vientos, y azotaron contra aquella casa. Y se derrumbó, y fue grande
su ruina”. - Mt 7:21-27 (BMH)".
La fe que dice y no
hace es hipócrita. Bíblicamente, fe y obediencia son dos caras de la misma
moneda; las dos son incluyentes, no excluyentes. La fe salvífica jamás dejará
de producir el fruto de las buenas obras. La espectacularidad y el
sensacionalismo ponen su confianza en las buenas obras. La verdadera
espiritualidad deposita su confianza en el señorío de Jesús. Por ello la afirmación
divinamente paralela: ¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que
digo? - Lc 6:46.
En tales tiempos los
rabinos debatían entre qué era más importante: ¿oír o cumplir la ley? La
mayoría pensaba que el oír era más importante, porque uno podía cumplir la ley
sin oírla. Pero insistían en que los dos aspectos eran importantes. La idea de
ser juzgados por oír y no obedecer les era familiar (Eze. 33:32). Jesús hace
sobresalir que lo importante es hacer y no quedarse en el oír. Hay dos
inclinaciones en la fe, la pasiva y la activa, el oidor pasivo es aquel que
escucha y no hace nada al respecto, el activo, es aquel que oye y presta atención
a los principios de aplicación buscando con ello aplicar el contenido. El
activo comprende que la voluntad de Dios y la obediencia a la misma es lo
primero.
Jesús hace una alerta
contra el autoengaño, una mera profesión verbal de fe, sin obediencia a la
voluntad de Dios. Es posible que hasta una persona que se engaña a si misma
pueda ejercer un ministerio espectacular, usando la autoridad de las Escrituras
y el nombre de Jesús, sin caminar por la senda del discipulado obediente. Por
ello es que Cristo hace mención (vv. 16 y 20) Que "Por sus frutos los
conoceréis" del griego (apo tön karpön autön epignösesthe). «En base a sus
frutos los reconoceréis.» El verbo «conocer» (ginöskö) tiene prefijado el
término epi, "conocer totalmente".
Es decir, todo aquel que obre a favor del nombre de Cristo, utilizando
la Palabra de Dios como la fuente de sus acciones inadecuadas, serán conocidos
totalmente. Las acciones hablan más que las palabras.
Tales auto engañados
afirmaran "¿No profetizamos en tu nombre?" en el griego (ou töi söi
onomati eprophëteusamen;). El empleo de "ou" en la pregunta
manifiesta la expectativa de una respuesta afirmativa. Afirman haber
profetizado (predicado) en nombre de Cristo, y haber hecho muchos milagros.
Pero Jesús desgarrará el vestido de oveja y dejará a descubierto el lobo rapaz.
Por ello es usada por Cristo la afirmación "Nunca os conocí" (oudepote
egnön hümäs). Es decir: "Nunca tuve conocimiento de vosotros" esto se
trata de un conocimiento experimental. El éxito, tal como el mundo lo
considera, no constituye un criterio del conocimiento que uno tenga de Cristo y
la relación que se tenga con Él. Cristo expresa "Yo les profesaré a
ellos" o "les diré" (homologëso autois), la misma palabra
empleada de la profesión o confesión de Cristo delante de los hombres (Mt.
10:32). Esta palabra la empleará Jesús para el anuncio público y abierto de su
condenación en el gran juicio del trono blanco.
Cristo con esto hace distinción
entre un discipulo verdadero y uno falso (cf. Lc 13:24; 6:43-46; 13:25-27;
6:47-49). Estos cuatro contrastes entre lo verdadero y lo falso concluyen el
discurso según el contexto inmediato. La división entre lo verdadero y lo falso
se hace en puntos diferentes de las cuatro escenas, de manera que todo el
complejo forma una base penetrante para la autoevaluación.
Primero (vv.13, 14), dan un franco contraste entre los que son
salvos y los perdidos; las dos puertas y los dos caminos conducen
respectivamente a la perdición y a la vida. El verdadero discipulado es una
posición de minorías, es un asunto de deliberadamente tomar la opción de no
andar con la corriente, sino que es un asunto de vida o muerte.
Segundo (vv.15-20), sigue una división más sutil, que cae dentro
del grupo de los que profesan ser discípulos. Los falsos profetas se presentan
como aquellos que pertenecen al grupo (están vestidos de ovejas), sin embargo,
su intención es destruir (lobos rapaces). Así que no toda la supuesta profecía
puede aceptarse según su apariencia; debe ser probada. La prueba no es lo que
dice el profeta sino su fruto. El significado de fruto no se especifica, pero
la metáfora ocurre varias veces en Mateo para indicar una conducta que es
genuinamente agradable a Dios (cf. 3:8-10; 12:33-37; 21:43).
Tercero (vv.21-23), y merecedores de mayor escrutinio, se nos
presentan a aquellos que aparentemente se creen discípulos genuinos y que
apelan a sus actividades carismáticas para comprobarlo, pero que resultan no
tener una verdadera relación con el Señor ante quien apelan. Los profetas
falsos del v.15 eran engañadores, pero éstos se engañan a sí mismos. Su
aceptación no depende de su profesión, ni siquiera de su aparente actividad
cristiana, sino de si Jesús los conoce. Nótese la extraordinaria autoridad que
él asume como juez; entrar al reino de los cielos depende de su reconocimiento
y consiste en estar con él.
Finalmente (vv.24-27), sale otra división basada
en la conducta. Tanto los prudentes como los insensatos se describen como el
que oye mis palabras; la diferencia está en hacerlas (cf. el fruto de los vv.
16-20). Además, esta división abarca a los que pertenecen al círculo de Jesús.
Toda esta sección final del discurso nos deja incómodos ante la demanda de
considerar no sólo lo que profesamos, sino si se basa en una relación genuina
con Jesús que resulta en una vida de verdadero discípulo.
Los falsos profetas son
conocidos tanto en el AT como el NT. Cf. Deut
13:1-5; Jer 23:9-32; Mat 24:11, 24; 1 Jn 4:1-3. El Señor "kyrios", hasta aquí
usado sólo como un título para Dios. En el vocabulario diario gr. era un
término normal para saludar cortésmente y así se usa comúnmente en los
Evangelios. Se usa claramente como una señal de lealtad, aun de adoración. En
aquel día se refiere al juicio final. Tales falsos tendrán su paga, por el juez
supremo.
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