Discerniendo
los espíritus
Por:
Dr. Félix Muñoz
"Amados, no crean a
todo espíritu, sino prueben si los espíritus son de Dios. Porque muchos falsos
profetas han salido al mundo. En esto conozcan el Espíritu de Dios: Todo
espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne procede de Dios, y todo
espíritu que no confiesa a Jesús no procede de Dios. Este es el espíritu del
anticristo, del cual han oído que había de venir y que ahora ya está en el
mundo. Hijitos, ustedes son de Dios, y los han vencido, porque el que está en
ustedes es mayor que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso, lo
que hablan es del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios, y el que
conoce a Dios nos oye; y el que no es de Dios no nos oye. En esto conocemos el Espíritu
de verdad y el espíritu de error - 1 Jn 4:1-6 (BMH)".
Durante el siglo primero,
la fe de los cristianos se vio duramente confrontada por la presencia de
personas provenientes del gnosticismo. Uno de los movimientos gnósticos del
periodo en que se escribió 1 Juan fue el cerintianismo. Esta era una doctrina
gnóstica del primer siglo, llamada así por Cerintio, quien enseñaba que Jesús y
Cristo eran dos seres distintos. Según esta creencia, Jesús no nació de una
virgen sino naturalmente, mientras que Cristo fue un espíritu que vino sobre
Jesús en el momento de su bautismo y que lo dejó antes de su crucifixión.
Estas ideas se difundieron
por medio de varios escritos gnósticos conocidos como “Evangelios apócrifos”.
Se les dio el nombre de “Evangelios” porque tenían semejanza con los cuatro que
hablaban de Jesús y de sus enseñanzas, pero diferían de estos porque no eran
utilizados para la proclamación de las buenas nuevas. Antes bien, pretendían
contener palabras ocultas solo comprensibles para los iniciados en las escuelas
gnósticas. Estos escritos contenían supuestos mensajes de Jesús que eran
secretos y no revelados a todos; por eso se explica que para algunos cristianos
fuera atractiva la presencia de estos maestros y falsos profetas en medio de la
iglesia.
En Nag Hammadi, en 1945,
apareció una amplia colección de códices antiguos que contienen enseñanzas
gnósticas. Tanto ayer como hoy, estos escritos son utilizados para fomentar la
idea de que la enseñanza cristiana basada en la confesión de fe de los
apóstoles, plasmada para nosotros hoy en la Biblia, es insuficiente para
conocer la revelación de Dios y, por lo tanto, se da lugar al mismo
cuestionamiento del siglo primero sobre la divinidad de Jesús y la humanidad de
Dios en Cristo.
Al hacer su respectivo análisis
léxico sintáctico contextualmente, al Juan usar la palabra Amados del griego (agapëtoi).
Es utilizada tres veces en este capítulo (1, 7, 11) tenemos este tierno
apelativo de amor. Y por amor es que hace la afirmación “No creáis a todo espíritu” originalmente (më panti pneumati pisteuete). Comunica «Dejar
de creer en eso», Tal mensaje era por cuanto estaban siendo evidentemente
arrastrados por los espíritus (motivaciones erradas de los falsos maestros) de
error que se levantaban en medio de ellos, tanto los gnósticos docetistas como los cerintios (Anteriormente
mencionados). La credulidad implica tener grandes tragaderas, y algunos
creyentes caían fácilmente víctimas de las últimas modas de las patrañas espiritualistas (lo mismo que hoy día
por falta de comunión y educación bíblica). Al expresar “los espíritus” (dokimazete ta pneumata). Hay que “ponerlos
a la prueba” Eso daba a entender “pasarlos por el ácido de la verdad como lo
hace un metalúrgico con los metales”. Si
resiste la prueba como una moneda, es aceptable (dokimos, 2 Co. 10:18), y si no se rechaza (adokimos, 1 Co. 9:27; 2 Co. 13:5–7). Tales
eran considerados entre los “muchos
falsos profetas” (polloi pseudoprophëtai). Jesús había advertido a sus
oyentes contra los tales (Mt. 7:15), incluso como falsos Cristos (Mt. 24:11,
24; Mr. 13:22). Es una vieja narración
(Lc. 6:26) y reaparece una y otra vez en el NT (Hch. 13:6; Ap. 16:13; 19:20;
20:10) junto con los falsos maestros (2 P. 2:1). Tales “han salido” (exelëluthasin). Este es un perfecto de indicativo
de la palabra “exerchomai”. Como
en 1 Jn 2:19. Que da a entender que “Siempre se encuentran” o mejor dicho “Donde
quiera hay y seguirá habiendo”.
Por ello sigue en su
mensaje exponiendo “En esto conoced” del griego (en toutöi ginöskete). Bien
es indicativo que en base a tal conocimiento de las Palabras expresadas por
Jesucristo, el creyente debe hacer «la prueba del Espíritu de Dios» (to pneuma tou theou) sólo aquí en
esta Epístola, excepto el versículo 13. Con el clamor de voces de entonces y
ahora, esto es importante. Sigue la prueba (en toutöi, como en
3:19). El mismo Espíritu Santo evidencia “Que Jesucristo ha venido en carne” (Iësoun Christon en sarki
elëluthota). El texto y predicado correcto es un participio el cual se
ve en (Jn. 9:22) el cual describe a Jesús como “ya venido en carne” (su humanidad
real, no un cuerpo fantasmagórico como lo mantenían los gnósticos docetistas).
Una prueba similar la propone Pablo para confesar la deidad de Jesucristo en 1
Corintios 12:3 y para la Encarnación y Resurrección de Jesús en Romanos 10:6–10.
Esto da a entender que la obra del Espíritu siempre llevara al reconocimiento
pleno de la deidad del hijo en la tierra, y toda enseñanza que niega esto no
proviene de Dios.
Al observar (v.1) Históricamente,
en el judaísmo se creía que la profecía procedía siempre del Espíritu de Dios,
por eso era muy probable que algunos lograran confundir o engañar a los
creyentes de la iglesia con profecías, dando a entender que eran por parte de
Dios. Por esa razón, el apóstol recomienda no seguir esta costumbre, sino
probar al que se presenta como de parte de Dios por medio del discernimiento de
lo que predica o enseña conforme la única profecía segura (La Biblia). Históricamente,
se dice que Ireneo afirmó una vez, con respecto a las herejías y al poder que
estas tienen para confundir a los creyentes, que “la mentira no tiene poder
alguno; el poder de la mentira está en la verdad que contiene”. En nuestro
tiempo han surgido muchas corrientes religiosas que se presentan como
verdaderas y confunden a muchos cristianos. Más aún: “algunas de ellas nacen, crecen y se reproducen dentro de las iglesias
con tal éxito que pocos se atreven a cuestionarlas”.
“El creyente debe ejercitar el discernimiento para diferenciar, desde un
punto de vista bíblico y doctrinal, lo verdadero de lo falso que pueda ser
enseñado hoy, teniendo en cuenta elementos esenciales de la fe como la
revelación de Dios en Cristo Jesús” - Félix Muñoz.
Según (v.2) La prueba
máxima para discernir si el que enseña procede del Espíritu de Dios consiste en
la confesión de que Jesucristo vino en carne. Esta es una alusión directa a los
gnósticos, que estaban enseñando en algunas iglesias que Jesús fue adoptado por
la divinidad durante el bautismo y abandonado por ella durante la crucifixión.
De esta manera, se negaba la plena divinidad de Jesús y la plena humanización
de Dios.
Tales personas conforme la exposición
(v.5) Ellos son del mundo, es decir, procedentes del mundo como su fuente (Jn 3:31). Aquí hay una referencia moral al
mundo, y los falsos profetas están marcados por el mundo. Lo que hablan es del
mundo o concerniente al mundo, el carácter de sus afirmaciones corresponde a su
origen, por eso, quienes están moralmente sumergidos en el mundo los escuchan.
Hay un cuestionamiento a quienes prestan atención y simpatía a estos profetas.
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