Hacia una sana doctrina
Por: Dr. Félix Muñoz
La
iglesia de hoy es llamada a asumir su responsabilidad ante la demanda del
contexto inmediato (3:1-8): "buenas obras, cosas buenas y útiles (v.
8)". El interés del apóstol Pablo es que el pueblo fiel de aquella época
(y la iglesia de hoy) asuma su deber de obedecer la Palabra (Efe. 2:10; Stg. 1:22).
Los eruditos
pensaban que las repeticiones eran importantes para que el lector pudiera
entender la intención última del escritor. En este caso, se espera que esas
palabras se cumplan en cada uno de los que componen la iglesia de Cristo; y
esta frase se repite unas seis veces a través de esta corta epístola.
Estos
versículos del contexto inmediato contienen siete deberes que los cristianos
deben aplicar en su vida, ya que tienen doble ciudadanía (Mat. 22:21). Es decir, que a la
vez que rinden lealtad a Dios (Hech. 4:19), deben cumplir con
sus deberes civiles, sometiéndose a los gobernantes según la ley (Rom. 13:1-7; 1 Tim. 2:2). Además el
cristiano tendrá un trato bondadoso con todos sus conciudadanos. En sí, Pablo
enumera los vicios característicos de los no salvos (v.3). Porque en otro
tiempo… Éramos, es decir, en nuestro estado inconverso (Efe. 2:3).
La
palabra desobedientes es "apeithes", literalmente uno que se niega a
dejarse persuadir. Los hombres no evitan a Cristo debido a datos insuficientes,
sino debido a su corazón soberbio y no arrepentido. Para comprender más
claramente según el contexto inmediato el efecto bondadoso de la enseñanza
saludable (sana doctrina) Pablo expresa dos vocablos importantes se pueden ver
aquí (v.4): Bondad del griego
(chrestotes) que habla de la generosidad de Dios y su interés amoroso por
salvar (Juan 3:16).
El otro es amor (philanthropia) o filantropía, compasión para librar del
peligro. Dios ama a toda la humanidad, por eso se ha propuesto un plan de
salvación en la persona de Jesucristo. Por ello Pablo nuevamente recalca la
salvación (v.7) por gracia (cf. Efe. 2:4-10) para alcanzar el
gran privilegio de todo creyente, de ser herederos conforme a la esperanza… (Gál. 4:5-7). Tito es desafiado
a mantener la sana doctrina en contraposición a las herejías que procuraban
alcanzar a toda la iglesia (cf. 1 Tim. 1:15; 3:1; 4:9; 2 Tim. 2:11).
Pablo
habla de un hereje, usa el término griego "airetikos", que es
traducido como que "causa divisiones". Esta persona no está dispuesta
a someterse a la Palabra o a los líderes piadosos; tal elige qué creer. La
misma palabra sustantivada está incluida en las obras de la carne (Gál. 5:19-21). Hoy, como ayer,
las iglesias necesitan una sana enseñanza doctrinal. Aquella enseñanza
enraizada en las Escrituras, fuente primaria y básica de toda enseñanza (1 Tim. 1:10 b; Tito 1:9; 2:1). La sana doctrina
hace referencia a la doctrina correcta para una práctica correcta (la ortodoxia
y la ortopraxia, respectivamente).
El
mandato bíblico es cultivar la sana doctrina. El apóstol Pablo mostró su
preocupación por la sana doctrina en sus cartas pastorales. El calificativo de
sana en su significado básico implica que es algo que es saludable y de gran
ganancia. Además, es el medio que el Señor ha dejado para preservar y proteger
su iglesia de cualquier enseñanza que propenda a que ella misma llegue a ser un
elemento inocuo en la sociedad. Para la iglesia que quiere ser fiel a su Señor
no ha sido fácil (y nunca lo será) mantener la correcta enseñanza bíblica.
Además, existe el peligro de que, por descuido o desidia, pierda su identidad
cristiana como pueblo de Cristo y tienda a desaparecer.
En
este tercer milenio, que se ha caracterizado por la globalización y el auge del
relativismo posmoderno, cada vez más se torna imperiosa la necesidad de que el
pueblo del Señor cultive la sana enseñanza doctrinal que surge del estudio de
la Palabra. No obstante, en algunos círculos cristianos toda relevancia que se
pueda dar a la enseñanza doctrinal les parece que no contribuye a la
fraternidad cristiana y a la espiritualidad relacional entre las diversas
comunidades. Así se desarrollan grandes eventos evangelizadores para terminar,
si es posible, con un discipulado superficial. El fin último para la iglesia de
hoy parece ser “evangelizar” al mundo entero sin una correcta y sana doctrina.
Las
iglesias deben esforzarse por contar con un liderazgo bien preparado en la sana
doctrina y que este, a su vez, instruya a sus comunidades eclesiales. Si esto
no se cumple, con toda seguridad significará un alto costo para las
convicciones cristianas que han sostenido a través de su historia. En esta
época del auge del sentimiento y las emociones, se debe implementar un
discipulado que traduzca la sana doctrina en vidas ejemplares. Existen buenas
instituciones teológicas para preparar a ese liderazgo pastoral que no
claudicará ante la necesidad de hacer frente a los desafíos culturales de la
actualidad “…siguiendo la verdad con amor” (Efe. 4:15).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.