La mayordomía
cristiana
Por:
Dr. Félix Muñoz
"Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea
hallado fiel - 1 Cor 4:2 (RVR)".
El dar dinero que el cristiano ha ganado es un aspecto importante de
cualquier servicio que el creyente brinda a Dios.
El yo y el dinero son raíces de muchos males, y en el gasto del dinero,
como en su adquisición y posesión, se espera que el cristiano esté en una
relación de gracia con Dios. Esta relación supone que él primero se ha
entregado a Dios con una dedicación sin restricciones (2 Cor 8:5); y una
verdadera dedicación a Dios incluye todo lo que uno es y tiene (1 Cor 6:20;
7:23; 1 P 1:18-19) incluyendo su vida, tiempo, fuerzas, capacidades, ideales y
posesiones.
En lo referente a dar dinero, el principio de la gracia incluye el
reconocimiento, por parte del creyente, de la autoridad soberana de Dios sobre
todo lo que el creyente es y tiene, y contrasta con el sistema legal del
Antiguo Testamento de los diezmos que estaban en vigor coma una parte de la ley
hasta que la ley fue puesta a lado (Jn. 1:16-17; Ro. 6:14; 7:1-6; 2 Co. 3:1-18;
Ga. 3:19-25; 5:18; Ef. 2:15; Col. 2:14). Aunque algunos principios de la ley
han seguido y se han reafirmado bajo la gracia, como la observancia del Sabbat,
el diezmo no se ha impuesto sobre el creyente de ésta dispensación de gracia.
Así coma el día del Señor superó al reposo legal y se ha adaptado a los
principios de la gracia de una manera que el Sabbat no podía, el diezmo ha sido
superado par un sistema nuevo de dar que se adapta a las enseñanzas de la
gracia de una manera que el diezmo no podía hacerlo.
En 2 Corintios 8:1-9:15 se resume lo que es el dar baja la gracia,
ilustrada par la experiencia de los santos de Corinto. En este pasaje
descubrimos:
a) Cristo era su ejemplo. La forma en que el Señor se dio a sí mismo (2
Cor 8:9) es el patrón de toda dádiva bajo la gracia. El no dio una décima
parte; lo dio todo.
b) Su dádiva fue de su profunda pobreza. Aquí se emplea una sorprendente
combinación de frases para describir lo que los corintios experimentaron en su
acción de dar (2 Cor 8:2): "en grande prueba de tribulación", la
abundancia de su gozo, "su profunda pobreza", riquezas de su
generosidad. Además, acerca de la liberalidad a pesar de la gran pobreza,
debemos recordar que la ofrenda de la viuda (Lc 21:1-4), que fue objeto de
elogio de parte de nuestro Señor, no era una parte, sino todo lo que ella
tenla.
c) La donación de ellos no fue por mandamiento ni por necesidad. Bajo la
ley, el diezmo era un mandamiento y su pago era una necesidad; baja la gracia
Dios no está buscando el don, sino una expresión de devoción de parte del
dador. Bajo la gracia no se impone ley alguna, y no se estipula ninguna
proporción en el dar; y aunque es cierto que Dios obra en el corazón rendido
así el querer como el hacer para su buena voluntad (Fil 2:13), El solamente se
agrada en la ofrenda dada con alegría (2 Cor 9:7).
Si existiera una ley que determinara el monto que debe darse,
indudablemente habría quienes tratarían de cumplir con el pago aun contra sus
propios deseos. Así la ofrenda de ellos sería hecha "con tristeza" y
"por necesidad". Si se dice que para sostener la obra del evangelio
debe tenerse dinero sin importar Si fue dado con alegría a can tristeza,
podemos responder que lo que cumple con el propósito deseado no es la cantidad
dada, sino la bendición divina sobre la ofrenda. Cristo dio de comer a cinco
mil personas con cinco panes y dos peces. Hay evidencias abundantes como para
demostrar que, dondequiera que los hijos de Dios han cumplido su privilegio de
dar baja la gracia, su liberalidad ha dado coma resultado tener "siempre
en todas las cosas todo lo suficiente", lo que ha hecho que los creyentes
abunden en buenas obras, porque Dios es poderoso para hacer qué aun la gracia
de dar "abunde en cada creyente (2 Cor 9:8).
d) Los cristianos primitivos "a sí mismos" se dieron
primeramente. La ofrenda aceptable es precedida de una completa entrega de sí
mismo (2 Cor 8:5). Esto sugiere la importante verdad de que el dar baja la
gracia, al igual que el dar bajo la ley, está limitado a una cierta clase de
personas. El diezmo jamás fue impuesto por Dios a otra nación fuera de Israel.
Así la ofrenda cristiana está limitada a los creyentes y es más aceptable
cuando es dada por creyentes que han ofrendado sus vidas al Señor.
e) Además, los cristianos de la iglesia primitiva daban
sistemáticamente. Al igual que con los diezmos, se sugiere una regularidad
sistemática en el dar bajo la gracia. "Cada primer día de la semana cada
uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado"(1 Cor 16:2).
Esta orden ha sido dirigida a "cada uno" (cada cristiano), y esto no
excusa a nadie; el dar debe ser de lo que se ha apartado para ello.
f) Dios sostiene al dador. Dios sostendrá la ofrenda de gracia con sus
ilimitados recursos temporales (2 Cor 9:8-10; Lc 6:38). En esta conexión se
puede ver que los que dan tanto como la décima parte, normalmente prosperan en
las cosas temporales; pero coma el creyente no puede tener relación con la ley
(Gal 5:1), es evidente que esta prosperidad es el cumplimiento de la promesa
baja la gracia, y no el cumplimiento de promesas baja la ley. Así ninguna
bendición es dependiente de un diezmar con exactitud.
Las bendiciones son otorgadas porque el corazón se ha expresado a través
de la ofrenda. Es clara que no habrá ofrenda hecha a Dios de corazón que El en
Su gracia no reconozca. En esto no hay oportunidad para que personas astutas se
hagan ricos. La ofrenda debe ser de corazón, y la respuesta de Dios será según
su perfecta voluntad hacia su hijo. Él puede responder concediendo riquezas
materiales, o por medio de bendiciones temporales según Él lo estime
conveniente.
g) Las verdaderas riquezas son de Dios. Los cristianos corintios fueron
enriquecidos con posesiones celestiales. Se puede ser rico en posesiones de
este mundo y no ser rico para con Dios (Lc 12:21). A tales personas se extiende
la invitación de que compren del Señor oro que es refinado en fuego (Ap 3:18).
Por media de la absoluta pobreza de Cristo en su muerte, todos pueden ser
enriquecidos (2 Cor 8:9); Es posible ser rico en fe (Stg 2:5) y rico en buenas
abras (1 Tim 6:18); pero en Cristo Jesús el creyente recibe las "riquezas
de su gracia (Efe 1:7) y las riquezas de su gloria" (Efe 3:16).
"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la
ley, sino bajo la gracia - Rom 6:14 (RVR)".
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