Una defensa razonable
Por: Dr. Félix Muñoz
“Sino santificad a Dios el Señor en
vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros – 1 Ped 3:15 (RVR)”.
Una actitud correcta ante los opositores puede ser, incluso, que
el propio padecimiento resulte en una oportunidad para dar razón (apología)
sobre la fuente de nuestra fe y esperanza. No se trata de una apologética
arrogante o triunfalista sino desarrollada en un espíritu de mansedumbre y
reverencia.
Al Pedro usar la palabra “Estad siempre preparados” del
griego (hetoimoi aei). Comunica
“siempre estén en la disposición” (Tit. 3:1). La disposición que Pedro comunica
es “Para presentar defensa” (pros apologian). Para una apología, en su
sentido antiguo, una respuesta razonada y vindicadora, una defensa, como en
Hechos 22:1, de (apologeomai), defender, vindicar. Pedro daba a
entender con ello que el creyente debe estar dispuesto, preparado y bien
enfocado a presentar una defensa verbal adecuada a la verdad del evangelio en
conformidad a un bien testimonio “con mansedumbre
y reverencia” (alla meta prautëtos kai phobou), por así decirlo: “La
mejor defensa de la palabra, es la conducta” – Félix Muñoz. Todo esto es por
la “Razón de la esperanza que hay en vosotros” (logon peri tës en humin
elpidos). Sentido original de logon (acusativo de la cosa con aitounti
y humäs, acusativo de la persona), «con respecto a la esperanza» De
Dios (2:18; 3:2, 4), no del hombre. Esto comunica que los creyentes deben estar
“listos para una defensa oral de la esperanza interior”. Esta actitud demanda
una comprensión inteligente de la esperanza, y capacidad para
presentarla. En Atenas se esperaba de cada ciudadano que pudiera unirse a la
discusión de los asuntos de estado, pero que a la misma vez su contenido
comunicativo fuera adecuado, veraz y contundente.
En la última parte del versículo 14 y en este versículo, Pedro cita a Isaías 8:12b-13, que dice: «Ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo». Como alguien ha dicho: «Tememos tan poco a Dios porque tememos demasiado a los hombres». El pasaje de Isaías habla de Jehová de los ejércitos como quien debe ser reverenciado. Citándolo, Pedro dice, por inspiración del Espíritu Santo: santificad a Dios el Señor en vuestros corazones. Reverenciar al Señor significa hacer de Él el Soberano de nuestras vidas. Todo lo que hacemos y decimos debería estar en Su voluntad, para Su agrado y para Su gloria. El señorío de Cristo debería dominar todas las áreas de nuestra vida —nuestras posesiones, ocupaciones, nuestra biblioteca, nuestro matrimonio, nuestro tiempo libre—; no se puede excluir nada.
Estad siempre preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros. Esto se aplica primordialmente a tiempos en
los que los cristianos están padeciendo persecución por causa de su fe.
La conciencia de la presencia del Señor Cristo debería impartir una santa
libertad e inspirar al creyente a dar un buen testimonio. Este versículo
es también aplicable a la vida diaria. La mejor manera que el texto comunica
que se debe compartir y defender la verdad es en una manera muy natural en la
cual el Señor se vea en nuestras vidas.
Deberíamos estar preparados para
exponer las grandezas del Señor en conformidad a Su Palabra ante tanta falsedad doctrinal. Este testimonio
debería ser dado en todo caso con gentileza y reverencia (temor a Dios). No debería
haber ni un rasgo de dureza, amargura, altivez o frivolidad cuando hablemos de
nuestro Salvador y Señor, debemos presentar nuestros argumentos bíblicos, con la
evidencia correcta manifestada en nuestra vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.