Guárdense de los perros
Por: Dr. Félix Muñoz
“Guárdense de los perros! ¡Guárdense de los malos obreros! ¡Guárdense de los que mutilan el cuerpo! Porque muchos andan por ahí, de quienes les hablaba muchas veces, y ahora hasta lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. El fin de ellos será la perdición, su dios es su estómago, su gloria se halla en su vergüenza, y piensan solamente en lo terrenal – Fil 3:2, vv.18-19 (BMH)”.
Históricamente, la
palabra griega usada por pablo en el contexto es “Politeuma” se traduce como
“ciudadanía”. Designa el derecho de los ciudadanos, su colaboración en la vida
del estado. Filipenses 3:20 es la única
ocasión en que se encuentra esta palabra. Inicialmente la ciudadanía
romana era un derecho de los romanos residentes en la capital, Roma. Más adelante
se le confirió a ciertas partes de Italia y luego a todo el país. Se entregaba
esta ciudadanía a aquellos que habían servido al estado o a quienes la
compraron (Hech. 22:28).
La
ciudadanía romana aseguraba ventajas sociales y todos los derechos legales que
se obtenían dentro del imperio romano. Entre los beneficios obtenidos estaban
el de no ser azotados o apresados sin previo juicio, el de apelar al emperador
y ser juzgados en Roma (Hech. 16:36-38; 22:24-29; 25:10-12). Pablo
hizo uso de este derecho en varias oportunidades, como en su visita a Filipos. Filipos
fue una colonia romana conformada mayormente por soldados que habían terminado
su carrera y que habían recibido como recompensa la plena ciudadanía romana. Se
usaban vestimentas romanas, se hablaba latín; la justicia, la moral y los
magistrados eran todos romanos. Es en este contexto de orgullo por la
ciudadanía romana que el Apóstol le recuerda a la iglesia que la ciudadanía del
cristiano, la mejor ciudadanía, está en los cielos (Fil. 3:20). Con
esto se puede comprender que nada terrenal debe interferir con el lugar de
origen que participa el creyente en los cielos (Efe 2:6).
Para comprender a lo que Pablo se refiere aquí y en
los siguientes versículos, necesitamos remontarnos a los primeros años de la
iglesia. Los primeros creyentes en Jesús eran judíos, y como judíos leales
consideraban la ley de vital importancia, enfatizando el pacto que Israel tenía
con Dios, signo del cual era la circuncisión. Estos primeros creyentes fueron
enviados con una misión mundial (Hechos 1:8), pero les resultaba
particularmente difícil allegarse a los no judíos (ver Hechos 10) y pasó mucho
tiempo antes de que se iniciara una verdadera misión entre los gentiles (ver
Hechos 11:20). Pablo, como apóstol a los gentiles, creía que si los no judíos
se volvían al Señor en arrepentimiento y fe serían aceptados como miembros del
pueblo de Dios, sin la necesidad de convertirse al judaísmo y que los hombres
fuesen circuncidados. Sin embargo, había judíos cristianos que en Antioquía
(Hechos 15:1) y en Galacia insistían en que los cristianos gentiles deberían
convertirse al judaísmo. Así que se convocó al concilio de Jerusalén, de Hechos
15, para tratar el mismo asunto del que Pablo escribió en su carta a los
Gálatas Años más tarde este asunto seguía siendo un problema, y así Pablo
escribió a los filipenses porque para vosotros es más seguro.
Pablo estaba tan indignado contra aquellos que
presionaban para que los gentiles llegasen a ser judíos que los llamó perros, el nombre que los judíos daban a los gentiles. Esta gente, sin
embargo, merecía dicho nombre más que cualquier gentil por la forma en que
ellos “merodeaban” por las congregaciones cristianas buscando ganar a los
creyentes gentiles al judaísmo. De allí que los creyentes necesitaban la
advertencia ¡guardaos...! Eran malos obreros, desviando a la gente de la verdad y de la libertad (Mateo 23:15; 2
Corintios 11:13; Gálatas 1:7-9). Porque la circuncisión no tenía valor
espiritual, ellos eran meramente los que mutilan el cuerpo.
Al Pablo usar la
palabra “Perros”. La conciencia de los judíos de ser el pueblo de Dios los
llevó a dividir a la humanidad entre ellos, como pueblo de Dios y el resto de
las naciones a quienes consideraban infieles. El término perros es despectivo y
lo usaban para expresar su menosprecio hacia los demás pueblos. Aquí Pablo usa
este término para referirse a los judíos que buscan imponer sus ritos a los
creyentes. Mutilan. “Mutilación” es la misma palabra que la LXX usa para
referirse a cortes (literalmente incisiones) del cuerpo que Dios prohibió (Lev. 21:5) y que sí era una
práctica de los pueblos paganos (1 Rey. 18:28). Pablo usa esta
metáfora para descalificar al rito judío de la circuncisión como requisito para
pertenecer al pueblo de Dios. La circuncisión será en el corazón.
En dos formas la cruz es el verdadero centro del
cristianismo. Es central porque creemos que a través de la muerte de Cristo
sobre ella somos perdonados y aceptados por Dios y así tenemos la vida eterna.
La cruz también es central para nuestra comprensión del discipulado. Jesús nos
llama a cargar nuestra cruz y seguirle (Marcos 8:34; Lucas 9:23), y Pablo sabía
que debía “participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su
muerte” (v. 10). Parece claro que fue en esta segunda manera que esta gente de
quien Pablo escribe eran enemigos de la cruz de Cristo. En vez de aceptar la senda de la auto negación en el discipulado,
habían hecho de sus propios apetitos físicos su dios, se
jactaban en lo que en realidad era vergonzoso, y ponían sus mentes en lo terrenal. Esto quiere decir que en lugar de encontrar en la
cruz tanto su salvación como su estilo de vida, estaban en un camino que podría
conducir sólo a la destrucción.
La palabra “Llorando”
que usa Pablo denota la expresión de una fuerte emoción comparada, por ejemplo,
con la expresión de angustia de los hermanos de Cesárea, cuando él menciona que
le quebrantan el corazón (Hech. 21:13) mientras ellos
lloran por sus futuros sufrimientos y posible muerte en Jerusalén. La cruz de
Cristo. Es una metáfora de varios significados: el valor de la muerte de
Cristo, o la muerte al yo y al pecado, o ambos a la vez. Gálatas 5:11; 6:12, 14 privilegia el
primer significado, y este pasaje privilegia el último “la muerte al yo y al
pecado”.
Con todo esto, la idea central que Pablo comunica es que todo creyente
debe guardarse de toda doctrina que le desvié de ello. Los falsos maestros
siempre han buscado (conducidos por Satanás) deformar la verdad de la
naturaleza, obra y evidencias divinas de Cristo y Su Palabra con enseñanzas endulzadas
y adornadas con aparente verdad cuando no lo son, es la responsabilidad del
creyente examinar toda palabra, doctrina y conducta a la luz de la Biblia en
conformidad al ejemplo y carácter del Señor Jesucristo para no caer en la
corriente del error, teniendo como enfoque de vida que su ciudadania es celestial, en Cristo.
Guárdense de los perros.
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