EL
DISCURSO DEL REY: DECLARACIONES PERFECTAS A SU SEGUNDA VENIDA (Mateo Cap. 24).
Por:
DR. Félix Muñoz
Los
capítulos 24 y 25 forman lo que es llamado el Discurso del Olivete, llamado así
porque este importante mensaje fue dado en el Monte de los Olivos. El discurso
es enteramente profético; señala hacia adelante, al Periodo de la Tribulación y
a la Segunda Venida del Señor. De manera primaria, aunque no de forma exclusiva,
tiene que ver con la nación de Israel. Su marco es evidentemente Palestina; por
ejemplo: «Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes» (24:16). Su
entorno es distintivamente judaico; por ejemplo: «Orad para que vuestra huida
no sea… en sábado» (24:20). La referencia a los escogidos (24:22) debería ser
comprendida como de los escogidos judíos de Dios, no la iglesia. Como
veremos más adelante, la iglesia no se encuentra en las profecías, ni en las parábolas
de este discurso.
A. Jesús
predice la Destrucción del Templo (24:1–2).
El
discurso comienza con la significativa declaración de que Saliendo Jesús, se
iba del templo. Este movimiento es especialmente significativo a la luz de
las palabras que acababa de pronunciar: «… vuestra casa os es dejada
desierta» (23:38). Nos recuerda la descripción de Ezequiel de la gloria
alejándose del templo (Ez. 9:3; 10:4; 11:23). Los discípulos querían que
el Señor admirase la hermosura arquitectónica del templo con ellos.
Estaban ocupados en lo efímero en lugar de en lo eterno, interesados en las sombras
en lugar de en la sustancia. Jesús les advirtió que el edificio quedaría tan
absolutamente destruido que no quedaría piedra sobre piedra. Tito
intentó salvar el
Templo,
pero fracasó, porque sus soldados lo incendiaron, cumpliéndose así la profecía
de Cristo. Cuando el fuego fundió los ornamentos de oro, el metal fundido
corrió entre las grietas de las piedras. Para tomarlo, los soldados tuvieron
que quitar las piedras una por una, tal como había predicho nuestro Señor. Este
juicio fue ejecutado en el 70 d.C., cuando los romanos, dirigidos por Tito,
saquearon Jerusalén.
B. La primera mitad de la Tribulación (24:3–14).
Después
que Jesús hubiese pasado al Monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron
aparte y le hicieron tres preguntas:
1. ¿Cuándo sucederían estas
cosas? Esto es, ¿cuándo sería destruido el templo?
2. ¿Cuál sería la
señal de Su venida? Esto es, ¿qué acontecimiento sobrenatural precedería
a Su regreso a la tierra para establecer Su reino?
3. ¿Cuál sería la señal
del final de esta época?, esto es, ¿qué sería lo que anunciaría el fin
de la edad de modo inmediato a Su glorioso reinado? (La segunda y tercera
preguntas son esencialmente la misma.)
Es
preciso recordar que el pensamiento de estos discípulos judíos giraba en torno
a la gloriosa era del Mesías sobre la tierra. No estaban pensando en la venida
del Mesías a por la iglesia; poco sabían, por no decir que nada, acerca de esta
fase de Su venida. Su expectativa era Su venida en poder y gloria para destruir
Sus enemigos y reinar sobre el mundo. También deberíamos tener claro que no
estaban hablando del fin del mundo (como en RV y RVR) sino acerca del
fin de la era (Gr. aiön). Su primera pregunta no fue respondida de forma directa. Más
bien, el Salvador parece unir el asedio de Jerusalén en el 70 d.C. (véase Lc.
21:20–24) con un asedio similar que tendrá lugar en los postreros tiempos. En
el estudio de la profecía, vemos a menudo al Señor pasando casi
imperceptiblemente de un cumplimiento temprano y parcial a otro cumplimiento
posterior y definitive.
Las
preguntas segunda y tercera reciben respuesta en los versículos 4–44 del
capítulo 24. Estos versículos describen el Periodo de Tribulación de siete años
que precederá al glorioso Advenimiento de Cristo. Los primeros tres y medio
años se describen en los vv. 4–14. Los últimos tres años y medio, conocidos
como la Gran Tribulación y el Tiempo de la Angustia de Jacob (Jer. 30:7), serán
un tiempo de sufrimiento sin precedentes para los que estén en la tierra. Muchas
de las condiciones que caracterizan a la primera mitad de la Tribulación han existido
en cierto grado a lo largo de la historia humana, pero aparecerán en forma muy intensificada
durante el periodo del que estamos tratando. A los que pertenecen a la iglesia se
les ha anunciado que tendrán tribulación (Jn. 16:33), pero es algo muy
diferente de la Tribulación que será derramada sobre un mundo que ha
rechazado al Hijo de Dios.
Creemos
que la iglesia será tomada fuera del mundo (1 Ts. 4:13–18) antes que comience
el día de la ira de Dios (1 Ts. 1:10; 5:9; 2 Ts. 2:1–12; Ap. 3:10). Durante la
primera mitad de la Tribulación aparecerán falsos mesías, que conseguirán
engañar a grandes multitudes. El actual surgimiento de falsas sectas puede ser un
preludio de ello, pero no un cumplimiento. Estos falsos guías religiosos serán
judíos pretendiendo ser el Cristo.
Habrá
guerras y… rumores de
guerras. … se levantará nación contra nación, y reino
contra reino. Sería fácil creer que estamos viendo esto cumplido en la actualidad, pero lo que
vemos es suave en comparación con lo que será. En realidad, el siguiente acontecimiento en
el calendario divino es el Arrebatamiento de la iglesia (Jn.14:1–6; 1 Co. 15:51–57).
No hay profecía que haya de quedar cumplida antes de esto. Después que la iglesia sea
quitada, el reloj profético de Dios reanudará su marcha y estas condiciones se manifestarán
rápidamente. Hambres, epidemias, y terremotos en diferentes lugares de
la tierra. Incluso ya en la actualidad los líderes del mundo están alarmados por el espectro
del hambre debido al estallido demográfico. Pero esto quedará acentuado por las escaseces
debidas a las guerras.
Los terremotos
están atrayendo más y más la atención pública: no sólo los que están teniendo
lugar ahora, sino aquellos que se esperan. Una vez más, esto es sólo una
pequeñez, y no el cumplimiento final de las palabras de nuestro Salvador. El
versículo 8 identifica claramente este periodo como principio de dolores:
el desencadenamiento de los dolores de parto que producirán un nuevo orden bajo
el Mesías-Rey de Israel. Los creyentes fieles experimentarán una gran prueba
personal durante la Tribulación. Las naciones llevarán a cabo una acerba campaña
de odio contra los que son fieles al Señor.
No sólo serán juzgados en
tribunales religiosos y civiles (Mr. 13:9), sino que muchos serán martirizados
porque rehusarán abjurar. Aunque estas pruebas han sucedido durante todos los
periodos del testimonio cristiano, éste parece referirse de manera particular a
los 144.000 creyentes judíos que tendrán un especial ministerio durante este
periodo. Muchos apostatarán para no sufrir y morir. Miembros de la propia
familia informarán en contra de sus propios parientes y los entregarán a
sus feroces perseguidores.
Muchos
falsos profetas se levantarán, y engañarán a multitudes de gente.
No tienen que ser confundidos con los falsos mesías del versículo 5. Los falsos
profetas pretenden ser portavoces de Dios. Pueden ser detectados de dos
maneras: Sus profecías no siempre se cumplen, y sus enseñanzas siempre apartan
a los hombres del verdadero Dios. La mención de falsos profetas añade
una confirmación a nuestra declaración de que la tribulación es primariamente
de carácter judaico. Los falsos profetas están asociados con la nación
de Israel; en la iglesia, el peligro procede de los falsos maestros (2
P. 2:1).
Con
el dominio de la maldad, los afectos humanos serán menos y menos evidentes. Los
actos de falta de amor serán comunes. Mas el que persevere hasta el fin,
éste será salvo. Esto, es evidente, no significa que las almas de los
hombres serán salvadas en aquel tiempo por su perseverancia;
la
salvación es siempre presentada en la Biblia como un don de la gracia de Dios,
y su recepción por la fe en la muerte sustitutiva y resurrección de Cristo.
Tampoco puede significar que todos los que perseveren escaparán al daño físico;
ya hemos visto que muchos creyentes serán martirizados (v. 9). Se trata de una
declaración general de que cuantos se mantengan firmes, soportando la
persecución sin caer en la apostasía, serán liberados en la Segunda Venida de
Cristo. Nadie debería imaginarse que la apostasía pueda ser un medio de escape
ni de seguridad. Sólo aquel que tenga verdadera fe será salvo. Aunque la
fe salvífica pueda tener altibajos, tiene siempre la cualidad de la
permanencia.
Durante
este periodo se proclamará por todo el mundo el evangelio del reino… para
testimonio a todas las naciones. Como se explica en las
notas sobre 4:23, el evangelio
del reino es las buenas nuevas de que Cristo viene a establecer su reino sobre
la tierra,
y que aquellos que le reciben por la fe durante la Tribulación gozarán de las bendiciones de Su Reinado
Milenial.
El
versículo 14 se usa a menudo de forma errónea para demostrar que Cristo no
podría volver en cualquier momento a por la iglesia, pues muchísimas tribus no
han oído aún el evangelio. La dificultad queda eliminada cuando nos damos
cuenta de que se refiere a Su venida con Sus santos y no a por Sus
santos. Y esto se refiere al evangelio del reino, no al evangelio de la gracia
de Dios (ver notas sobre 4:23). Hay un notable paralelo entre los
acontecimientos relacionados en los versículos 3–14 y los de Apocalipsis 6:1–11.
El jinete sobre el caballo blanco —el falso mesías—; el jinete del caballo rojo
—guerra—; el
jinete sobre el caballo negro —hambre—; el jinete sobre el caballo
verdoso pálido —pestilencia o muerte—. Las almas debajo del altar
son mártires. Los acontecimientos descritos en Apocalipsis 6:12–17 están
vinculados con los de Mateo 24:19–31.
C.
La Gran Tribulación (24:15–28)
Al
llegar a este punto, hemos llegado a la mitad de la Tribulación. Esto lo sabemos
al comparar el versículo 15 con Daniel 9:27. Daniel predijo que en medio de la séptima
semana, esto es, al fin de los tres años y medio, se levantaría una imagen
idolátrica en el lugar santo, esto es, el templo en Jerusalén. Todos los
hombres serán obligados a adorar este abominable ídolo. La resistencia a
hacerlo será punible con la muerte (Ap.13:15).
Por
tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación de la desolación, anunciada por medio del profeta Daniel (el
que lea, entienda), … El levantamiento del ídolo será
la señal para los que conozcan la Palabra de Dios de que ha comenzado la Gran
Tribulación. Observemos que el Señor quiere que cada uno que lea la
profecía la entienda. Los que estén en Judea, huyan a los montes;
en las cercanías de Jerusalén podría detectarse fácilmente su negativa a
inclinarse ante la imagen.
Será
necesaria la mayor rapidez para escapar. Si alguien está sentado en la azotea,
ha de dejar todas sus posesiones atrás. El tiempo perdido en recoger
pertenencias podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.
El que esté trabajando en el campo no debe volver a por su capa,
o manto de abrigo, lo haya dejado donde lo haya dejado. Las mujeres que
estén encinta y las que estén criando se encontrarán en aquel
tiempo en clara desventaja: les será difícil escapar con rapidez.
Los
creyentes deberían orar que la crisis no sobrevenga en invierno con
los adicionales peligros en los desplazamientos, y que no sea en sábado,
cuando la distancia que podrían viajar quedaría limitada por la ley (Éx. 16:29).
Un camino de sábado no sería suficiente para que pudiesen salir de la zona de
peligro.
Porque
habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del
mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Esta descripción aísla
este periodo de todas las inquisiciones, progroms, purgas, masacres y genocidios
de la historia. Esta profecía no ha podido quedar cumplida por ninguna
de las anteriores persecuciones, porque queda claramente afirmado que
terminará con la Segunda Venida de Cristo. La tribulación será tan
intensa que si aquellos días no fuesen acortados nadie sobreviviría.
Esto no puede significar que la Gran Tribulación, que tantas veces se especifica
con una duración de tres años y medio, vaya a ser acortada. Probablemente significa
que Dios acortará milagrosamente las horas del día, durante las que tienen
lugar la mayor parte de las luchas y de las matanzas. Por causa de
los escogidos (aquellos que han recibido a Jesús) el Señor concederá
el alivio de una oscuridad más temprana.
Los
versículos 23 y 24 contienen advertencias renovadas en contra de falsos mesías
y falsos profetas. En una atmósfera de crisis, circularán informes de
que el Mesías se encuentra en algún lugar secreto. Estos informes
podrían ser usados para atrapar a aquellos que con sinceridad y amor
esperan a Cristo. De modo que el Señor advierte a todos los discípulos a
no creer informes de un Advenimiento secreto y local. Ni aquellos que
hacen milagros provienen necesariamente de Dios: los milagros pueden ser de
origen satánico. El Hombre de Pecado recibirá poderes satánicos para
hacer milagros (2 Ts. 2:9-10). El advenimiento de Cristo será inequívoco
—repentino, público, universal y glorioso—. Al igual que el relámpago,
será visible en el acto y de manera evidente para todos. Y
ninguna corrupción moral escapará a su ira y juicio. Dondequiera que esté el
cadáver, allí se juntarán las águilas. El cadáver es figura del judaísmo y
de la cristiandad apóstatas y de todo el sistema del mundo coligado
contra Dios y Su Cristo. Las águilas o buitres tipifican los
juicios de Dios que serán desencadenados en conexión con la aparición del
Mesías.
D.
La Segunda Venida (24:29–31).
Al
finalizar la Gran Tribulación habrá terribles conmociones en el cielo. El
sol se oscurecerá, y por cuanto la luz de la luna es sólo un reflejo de la
del sol, la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo y
los planetas se saldrán de sus órbitas. Es innecesario decir que estas
vastas convulsiones cósmicas afectarán al clima, las mareas y las
estaciones de la tierra.
Una
pálida imagen de cómo será la da la descripción de lo que sucedería si un
cuerpo celestial se aproximase a la tierra y provocase una desviación en su
eje. En aquel momento, un terremoto sacudiría toda la tierra. El aire y el agua
seguirían moviéndose por inercia; unos huracanes barrerían la tierra y los
mares se precipitarían sobre los continentes, llevando consigo gravas y arenas
y animales marinos, y arrojándolos sobre la tierra. Subirían las temperaturas y
las rocas se fundirían, entrarían los volcanes en erupción, la lava surgiría de
grietas en la corteza quebrada y cubriría enormes extensiones. Surgirían montes
de las llanuras y se desplazarían sobre las faldas de otros montes, causando
fallas y hendeduras. Los lagos se ladearían y vaciarían, los ríos cambiarían
sus cursos; enormes áreas con todos sus habitantes se deslizarían bajo la mar.
Arderían bosques y el huracán y los mares desmadrados los arrancarían de la tierra
sobre la que crecían y los apilarían, raíz y rama, en enormes amontonamientos.
Los mares se tornarían en desiertos, yéndose sus aguas.
Entonces
aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo. No
se nos dice cuál será esta señal. Su Primera Venida fue acompañada por
una señal en el cielo —la estrella—. Quizá una estrella milagrosa anunciará también
Su Segunda Venida. Algunos creen que la señal es el Hijo del Hombre por
Sí mismo. Sea como fuere, será evidente para todos cuando aparezca. Harán
duelo todas las tribus de la tierra —y ello indudablemente por haberlo
rechazado—. Pero principalmente se lamentarán las tribus de la tierra,
esto es, las doce tribus de Israel. «… y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán
como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por
el primogénito» (Zac. 12:10).
Entonces
verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria. ¡Qué momento más maravilloso! Aquel que fue escupido y crucificado
será vindicado como el Señor de la vida y de la gloria. El gentil y
humilde Jesús aparecerá como Jehová mismo. El Cordero sacrificial
descenderá como el León conquistador. El menospreciado Carpintero de
Nazaret vendrá como Rey de reyes y Señor de señores. Sus carros serán
las nubes del cielo. Vendrá en poder y esplendor regios: será el momento por
el que la creación ha estado gimiendo durante miles de años. Cuando
descienda, enviará sus ángeles por toda la tierra, los cuales reunirán
a sus escogidos, al Israel creyente, a la tierra de Palestina (Como bien se le conoce actualmente). Se
reunirán procedentes de toda la tierra para saludar a su Mesías y para
gozar de Su glorioso reinado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.