La
esperanza que consuela a los creyentes (INDICACIONES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS)
Por: Dr. Félix Muñoz
13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, paraque no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras - 1 Tes 4:13–18 (RVR).
Los creyentes del Antiguo Testamento tenían un conocimiento
imperfecto e incompleto de lo que
le sucedía a una persona cuando moría. Para ellos la palabra Seol era un término
polivalente para describir el estado fuera del cuerpo, tanto de los creyentes
como de los
incrédulos.
Creían que todos
llegarían a morir, que aparentemente habría una gran resurrección al fin del mundo, y
luego un juicio final. Marta reflejó estas concepciones básicas cuando dijo: «Ya sé que
[Lázaro] resucitará en la resurrección, en el último día» (Jn. 11:24). «Nuestro Salvador
Jesucristo… sacó a luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio» (2 Tim 1:10). En la actualidad sabemos que el creyente parte para estar con Cristo en el momento
de la muerte (2 Cor 5:8; Fil 1:21-23). Del incrédulo se dice que está
en el Hades (Lc 16:22-23). Sabemos que no todos los creyentes morirán, pero que todos serán transformados
(1 Cor 15:51). Sabemos que habrá más de una resurrección.
En el Arrebatamiento, sólo
los creyentes serán levantados (1 Cor 15:23; 1 Tes 4:16); los muertos malvados serán
levantados al final del reinado de mil años de Cristo (Ap 20:5). Cuando Pablo fue por
primera vez a Tesalónica, enseñó a los cristianos acerca de la venida de Cristo a
reinar y los acontecimientos que seguirían. Pero mientras tanto habían surgido problemas
acerca de los cristianos que habían muerto. ¿Quedarían sus cuerpos en los sepulcros hasta
el último día? ¿Quedarían excluidos de participación en la venida de Cristo y de Su
glorioso reinado? Para responder a sus preguntas y aplacar sus temores,
Pablo describe ahora
el orden de los acontecimientos en el tiempo de la venida de Cristo a por Su pueblo.
La fórmula No
queremos, hermanos, que ignoréis, se emplea para alertar a los lectores acerca de un
importante anuncio. Aquí el anuncio trata acerca de los que duermen, es
decir, de los creyentes que han muerto. El sueño se emplea para
describir los cuerpos
de los cristianos que han partido a estar con el Señor, nunca para
referirse a sus espíritus o almas. El
sueño es un símil apropiado de la muerte, porque en la muerte la persona parece
dormida. Incluso nuestra palabra cementerio proviene de un término
griego que significa «lugar
para dormir» (koimëtërion). Y
el sueño es un símil familiar, porque cada noche actuamos este
símbolo de muerte, y cada mañana es como una resurrección.
La Biblia no enseña
que el alma duerme en el tiempo de la muerte. El rico y Lázaro eran ambos
conscientes en la muerte (Lc 16:19–31). Cuando el creyente muere, está «en la presencia del Señor»
(2 Cor 5:8). Morir es «estar con Cristo», posición a la que se refiere Pablo como
«ganancia», y como algo que sería «muchísimo mejor» (Fil 1:21-23). ¡Difícilmente sería
esto así si el alma estuviese durmiendo! Tampoco enseña la
Biblia ninguna aniquilación. No hay disolución del ser en la muerte, El creyente goza de
vida eterna (Mr 10:30). El incrédulo sufre castigo eterno (Mr 9:48; Ap 14:11).
Con respecto a
aquellos santos que han muerto, el apóstol dice que no hay necesidad de un dolor desesperado:
no excluye el dolor; Jesús lloró ante el sepulcro de Lázaro, aunque sabía que lo iba a
resucitar al cabo de unos pocos minutos (Jn. 11:35–44). Pero sí excluye el dolor desesperado de
los que no tienen esperanza de cielo, de reunión, de nada sino juicio. La expresión los
demás que no tienen esperanza recuerda invariablemente un funeral al que donde los dolidos parientes se reunieron alrededor del ataúd de un pariente no salvo y
lloraban desconsolados presentando una inolvidable
escena de una desesperación sin salida.
La base de la esperanza del creyente reside en la resurrección de
Cristo. Con la misma certidumbre que
creemos que Jesús murió y resucitó, igual creemos que los que han dormido en Jesús
serán resucitados y participarán de Su venida. «Porque así como en Adán todos mueren,
también en Cristo todos serán vivificados» (1 Cor 15:22). Su resurrección es la
prenda y prueba de la nuestra. Observemos la
expresión durmieron en Jesús o «aquellos que por medio de Jesús duermen». Saber que
es meramente el Amante de nuestras almas que da sueño a los cuerpos de Sus amados
priva a la muerte de su terror. Nuestra positiva
certidumbre acerca de los que han muerto en Cristo es que también los traerá
Dios con Jesús. Esto se puede comprender de dos maneras:
- Puede que signifique que en el momento del Arrebatamiento Dios resucitará los cuerpos de los creyentes y los llevará al cielo con el Señor Jesús.
- O puede que signifique que cuando Cristo vuelva a la tierra a reinar, Dios traerá con
Cristo a aquellos que
han muerto en la fe. En otras palabras, el apóstol está diciendo: «No os preocupéis de que
los que han muerto se vayan a perder las glorias del reino venidero. Dios los traerá con
Jesús cuando vuelva con gran poder y gloria». (Este último es el sentido generalmente
aceptado.) Pero, ¿cómo puede
ser? Sus cuerpos están ahora yertos en el sepulcro. ¿Cómo pueden volver con Jesús?
Antes que Cristo venga a establecer Su reino, volverá para llevarse a Su pueblo consigo, para
que estén con Él en el cielo. Luego, posteriormente, volverá con ellos.
¿Cómo sabía Pablo esto? Su respuesta es: Por lo cual os decimos
esto por palabra
del Señor. Recibió esto como revelación directa del Señor. No
se nos dice cómo la recibió —si por
visión, por una voz audible, o por la impresión interior del Espíritu Santo—. Pero es una
de manera clara una verdad desconocida para los hombres en aquel tiempo. Después pasa a
explicar que cuando Cristo regrese, los santos vivos no tendrán precedencia o ventaja
sobre los santos que hayan dormido. En este versículo,
Pablo se refiere a sí mismo como uno entre los vivos en la venida del Señor (véase también
1 Co. 15:51, 52). Sin embargo, en 2 Corintios 4:14 y 5:1, habla de la
posibilidad de que
esté entre los que resucitan. La evidente conclusión es que deberíamos estar esperando la
venida del Señor en todo momento, pero darnos cuenta también de que podemos ser llamados
a llegar al cielo por la vía de la muerte.
El orden exacto de los acontecimientos en la venida del Señor a
por Sus santos se nos da aquí. Porque el Señor mismo …descenderá del
cielo. No enviará un ángel, sino que vendrá Él mismo. Esto tendrá lugar con
voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios. Hay varias
explicaciones acerca de estos sones de autoridad, pero debemos decir abiertamente que es
casi imposible hablar con seguridad acerca de ellos:
- Algunos piensan que la voz de mando es la voz del Señor Jesús mismo que resucita a los muertos (Jn. 5:25; 11:43, 44) y transforma a los vivos. Otros, como Hogg y Vine, dicen que la voz de mando es la voz del arcángel.
- La voz de Miguel, el arcángel, es generalmente considerada como un mandato de reunión para los santos del AT, puesto que está tan estrechamente asociado con Israel (Dn 12:1; Jud 9; Ap 12:4–7). Otros creen que su propósito es avivar nacionalmente a Israel. Y aún otros sugieren que la voz de arcángel convoca a los ángeles como escolta militar para acompañar al Señor y a Sus santos por territorio enemigo de vuelta al cielo (cf. Lc 16:22).
- La trompeta de Dios es la misma que la última trompeta de 1 Corintios 15:52, que tiene que ver con la resurrección de los creyentes en el Arrebatamiento. Llama a los santos a la bendición eterna. No se debe confundir con la séptima trompeta de Apocalipsis 11:15–18, que señala el final derramamiento de juicio sobre el mundo durante la Tribulación. La última trompeta aquí es la última para la iglesia. La séptima trompeta de Apocalipsis es la última para el mundo incrédulo (aunque nunca es llamada de manera específica la «última trompeta»).
Los cuerpos de los
muertos en Cristo resucitarán primero. Que se incluya aquí a los santos del AT o no es
cosa debatible. Los que creen que sí observan que la voz del arcángel se oye en este
momento, y que el mismo está estrechamente unido a los destinos de Israel (Dn 12:1). Los que
piensan que los santos del AT no resucitarán en el Arrebatamiento nos recuerdan de que la
frase en Cristo (los muertos en Cristo) nunca se aplica a los
creyentes
que vivieron antes de
la Era de la Iglesia; estos creyentes resucitarán probablemente al fin de la Tribulación
(Dn 12:2). En todo caso, es evidente que aquí no tenemos una resurrección general.
No todos los muertos resucitan en esta ocasión, sino sólo los muertos en
Cristo.
Luego, los vivos serán arrebatados juntamente con ellos en las
nubes para
salir
al encuentro del Señor en el aire. La palabra Arrebatamiento
que empleamos para describir esta
primera fase del regreso del Señor se deriva pues del verbo «arrebatar» que tenemos en este
versículo, y que significa tomar arriba. Se emplea de Felipe en Hechos 8:39, de Pablo en 2
Corintios 12:2, 4, y del Hijo Varón en Apocalipsis 12:5.
El
aire es la esfera de Satanás (Ef. 2:2), de manera que ésta es una
triunfante reunión en abierto desafío al
diablo en su propio dominio. ¡Pensemos en todo lo
que se incluye en estos versículos! La tierra y el mar dando el polvo de todos los
muertos en Cristo. Luego el milagro transformador mediante el que este polvo es tornado en
cuerpos glorificados, libres para siempre de enfermedad, dolor y muerte. Luego, el
vuelo espacial al cielo. Y todo esto, ¡en un abrir y cerrar de ojos! (1 Cor 15:52). A los hombres del
mundo les cuesta creer el relato de la creación del hombre en Génesis 1 y 2. Si
tienen dificultad con la creación, ¡cómo no la van a tener con el Arrebatamiento —cuando
Dios recreará a millones de cuerpos desde un polvo que ha sido sepultado, esparcido,
desparramado o amontonado en las playas del mundo! Los hombres del mundo
se sienten entusiasmados acerca de los viajes espaciales.
¿Pueden compararse
sus más grandes hazañas con las maravillas de viajar al cielo en una fracción de segundo
sin llevarnos con nosotros nuestra propia atmósfera, como tenen que hacerlo los
astronautas cuando salen en sus pequeños saltos al espacio exterior? En relación con la
venida de Cristo hay un son que oír, un espectáculo que ver, un milagro que sentir,
una reunión que gozar y una consolación que experimentar. Es también bueno
observar la repetición de la palabra Señor en estos versículos:
- la palabra del Señor (v. 15),
- la venida del Señor (v. 15),
- el Señor mismo (v. 16),
- para salir al encuentro del Señor (v. 17),
- y estar siempre con el Señor (v. 17).
¡Para siempre con
el Señor! ¿Quién puede contar el gozo y la bienaventuranza que se conllevan e incluyen
estas palabras?
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
Pensar en la venida no produce terror en
el creyente. Es una esperanza que entusiasma, que alienta y que consuela.
INDICACIONES
DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Hay muchas indicaciones de que el
Arrebatamiento puede estar cercano. Podemos considerar las siguientes como indicios:
- La constitución del Estado de Israel en 1948 (Lc 21:29). La higuera (Israel) está brotando, es decir, sacando sus hojas (Lc 21:29–38). Por vez primera durante siglos, los judíos tienen una existencia nacional en su propia patria. Esto significa que el reino de Dios está cerca.
- El surgimiento de muchas otras naciones (Lc 21:29). Jesús predijo que no sólo la higuera brotaría, sino que también lo harían todos los árboles. Hemos sido recientemente testigos del fin de gobiernos coloniales y de la proliferación de nuevas naciones. Es una era de renovados nacionalismos.
- El regreso de Israel a la tierra en incredulidad (E. 36:24-25). Ezequiel profetizó que sólo sería tras el regreso de ellos que serían purificados de sus pecados. En la actualidad, Israel es mayormente una nación de agnósticos; sólo un segmento muy pequeño (aunque muy ruidoso) de la nación son judíos ortodoxos.
- El movimiento ecuménico (Ap 17, 18). Entendemos que la Gran Babilonia es un inmenso sistema religioso, político y comercial compuesto de cuerpos religiosos que profesan ser cristianos, quizá una fusión del catolicismo apóstata con el protestantismo apóstata. La cristiandad se está volcando más y más hacia la apostasía (1 Tim 4:1; 2 Tes 2:3) y está de camino a ser una super iglesia mundial.
- El crecimiento mundial del espiritismo (1 Tim 4:1–3). En la actualidad se está esparciendo por amplias zonas del mundo.
- La drástica decadencia de las normas morales (2 Tim 3:1–5). La prensa diaria da abundante prueba de esto.
- Violencia y desobediencia civil (2 Tes 2:7-8). Abunda un espíritu de anarquía en los hogares, en la vida nacional e incluso en la iglesia.
- Gente con una forma de piedad, pero negando su poder (2 Tim 3:5).
- El surgimiento del espíritu anticristiano (1 Jn 2:18), y que se manifiesta en la multiplicación de falsas sectas que profesan ser cristianas pero que niegan todas las doctrinas fundamentales de la fe. Engañan por imitación (2 Tim 3:8).
- La tendencia de las naciones a confederarse en corrientes que se aproximan a la alineación de los últimos días. La Comunidad Económica Europea, basada en lo que se conoce como el Tratado de Roma, ha dado paso a la Unión Europea, y puede conducir al avivamiento del Imperio Romano —los diez dedos de hierro y barro (Dn 2:32–35).
- La negación de la inminente intervención de Dios en los asuntos del mundo por vía de juicio (2 Ped 3:3-4).
A esto se podrían añadir indicaciones como
terremotos en muchos países, la amenaza de un hambre mundial, y la creciente
hostilidad entre las naciones (Mt 24:6-7). El fracaso de los gobiernos en el
mantenimiento de la ley y del orden y en la supresión del terrorismo lleva a un clima para el
surgimiento de un dictador mundial. La acumulación de arsenales atómicos da un significado
adicional a preguntas como: «¿Quién puede luchar contra ella?» (Esto es, contra la bestia; Ap 13:4). Las instalaciones
mundiales de televisión podrían ser el medio para cumplir
Escrituras que describen acontecimientos que serán vistos simultáneamente en todas partes
del planeta (Ap 11:9).
La mayor parte de estos acontecimientos son
predichos como acaeciendo antes que Cristo regrese a la tierra para reinar. La
Biblia no dice que tendrán lugar antes del Arrebatamiento, sino antes de Su
manifestación en gloria. Si es así, y si vemos estas tendencias desarrollándose ya, entonces la
evidente conclusión es que el Arrebatamiento debe
estar muy cerca, a las puertas.
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