La gran verdad del
evangelio
Por: Dr. Félix Muñoz
3 !!Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó
para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya
presentado claramente entre vosotros como crucificado? 2 Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano?
si es que realmente fue en vano. 5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace
maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con
fe? 6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por
justicia. 7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son
hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, previendo que Dios había de
justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham,
diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9 De modo que los de la fe son bendecidos
con el creyente Abraham
-
Galatas 3:1–9
(RVR).
Sus acciones exhibían una carencia de comprensión
y de razón. Apartarse de la gracia a la ley es estar fascinado, o, como
explica la BAS en el margen, estar seducido como por un encantamiento de magia,
para aceptar incautamente la falsedad por la verdad. Cuando Pablo pregunta: ¿Quién
os fascinó?, el quién es singular (Gr., tis), no plural, quizá sugiriendo que el diablo era el autor de esta
falsa enseñanza. Él mismo había predicado a los gálatas a Jesucristo… como crucificado, enfatizando que la cruz debía separarlos para siempre
de la maldición y de la esclavitud de la ley. ¿Cómo podrían volver a la ley y
con ello despreciar la cruz? ¿Es que la verdad no se había apoderado de ellos
de una forma práctica?
Una pregunta sería suficiente para resolver toda
la cuestión. Que volviesen al tiempo de su conversión —el tiempo en que el Espíritu
Santo vino a morar en sus cuerpos—. ¿Cómo recibieron el Espíritu?
¿Haciendo, o creyendo? Evidentemente, creyendo. Nadie jamás recibió el Espíritu
a causa de la observancia de la ley. Si no podían obtener la
salvación por las obras, ¿podían esperar crecer en la santidad o a la madurez
cristiana mediante la ley? Si el poder del Espíritu era necesario para
salvarlos, ¿podrían ellos completar el proceso mediante esfuerzos carnales?
Cuando los gálatas confiaron primero en Cristo,
se expusieron a una acerba persecución, quizá en parte a manos de los fanáticos
judíos que aborrecían el evangelio de la gracia. ¿Había sido en vano tanto
padecimiento? Al volver a la ley, ¿no estaban diciendo que a fin de cuentas los
perseguidores tenían razón? Si es que realmente fue en vano. Pablo
expresa una esperanza continuada de que volverán al evangelio por el que habían
padecido. Es cuestión discutida si el término «Aquel» (O aquel) en
3:5 se refiere a Dios, a Pablo o a alguien que estuviese ministrando a los
gálatas en el tiempo que él les escribió esta carta. En último término se ha de
aplicar a Dios, por cuanto sólo Él puede suministrar el Espíritu Santo.
Pero en un sentido secundario se podría aplicar a un obrero cristiano como el
instrumento mediante quien Dios obra Su voluntad. Eso daría una visión muy excelsa
del ministerio cristiano. Alguien ha dicho: «La verdadera obra cristiana del
tipo que sea es la comunicación del Espíritu Santo a otros; es realmente la
dispensación del Espíritu».
Si el apóstol está refiriéndose a sí mismo, está
probablemente pensando en los milagros que acompañaron a su predicación y a la
recepción de Cristo por parte de ellos (He. 2:4). Sin embargo, el tiempo verbal
indica no algo que había sucedido en el pasado, sino algo que estaba teniendo
lugar en el tiempo en que él escribía. Pablo está probablemente refiriéndose a
los dones milagrosos otorgados por el Espíritu Santo después de la conversión
de los mismos, tal como se describe en 1 Corintios 12:8–11.
¿Lo hace por las obras de la ley, o por el oír
con fe? La respuesta es: Por el
oír con fe. Que el Espíritu Santo habite en el creyente y Su obra
consiguiente en él nunca se ganan ni merecen, sino que se dan siempre
por la gracia y se reciben por fe. Así, los gálatas debieran
haber sabido por sus propias experiencias que la bendición viene por la fe, y
no por la observancia de la ley. Para su segunda prueba, Pablo
pasa ahora a las mismas Escrituras que estaban empleando los falsos
maestros para emplear la necesidad de la circuncisión. ¿Qué decía realmente
el AT?
Pablo había demostrado que los tratos de Dios
con los gálatas tenían lugar enteramente sobre la base de la fe. Ahora les
muestra que los hombres eran salvados de la misma manera incluso en los tiempos
del AT. La cuestión en el versículo 5 era: «Lo hace por las obras de la ley, o
por el oír con fe?». La respuesta era: «Por el oír con fe». Con esta respuesta
en mente, el versículo 6 comienza, tal como Abraham… Él había sido justificado de la misma manera
—por el oír con fe. Quizá los maestros judíos estaban empleando a Abraham como
su héroe y ejemplo, basando su argumento para la necesidad de la circuncisión
en su experiencia (Gn. 17:24, 26). Si es así, Pablo luchará sobre su mismo
terreno. En tal caso, ¿cómo fue Abraham salvado? Abraham creyó a Dios.
No fue por ninguna acción meritoria en absoluto.
Sencillamente, creyó a Dios. No hay
mérito alguno en ello; de hecho, insensato es el hombre que no cree a Dios.
Creer a Dios es lo único que uno puede hacer en relación con la salvación, y
ello no le deja con ninguna base para la jactancia. No es una «buena obra», que
implique esfuerzo humano alguno. No da lugar a la carne. ¿Qué es más correcto
que el que una criatura confíe en su Creador, o que un niño confíe en su Padre?
La justificación es un acto de Dios por el que Él declara justos a todos los
que creen en Él. Dios puede de esta manera tratar de forma apropiada con los
pecadores porque Cristo murió como sustituto de los pecadores en la cruz del
Calvario, pagando la deuda por sus pecados. La justificación no significa que
Dios haga al pecador justo y sin pecado en sí mismo. Lo considera justo sobre
la base de la obra del Salvador.
Al pecador que cree, Dios le proporciona una
posición de justicia, que lo hace apto para el cielo, y luego espera de él que
viva rectamente en gratitud por lo que ha hecho por él. Lo importante a
observar aquí es que la justificación no tiene nada que ver con la observancia
de la ley. Se basa enteramente en el principio de la fe. Indudablemente, los
maestros judíos mantenían que para ser verdaderos hijos de Abraham, los gálatas
tenían que ser circuncidados. Pablo refuta este extremo. Los verdaderos hijos
de Abraham no son los que nacen judíos ni los que se convierten al judaísmo,
sino los que son salvos por la fe. En Romanos 4:10-11, Pablo muestra que Abraham
fue contado como justo antes de ser circuncidado. En otras palabras, fue
justificado cuando estaba aún sobre un terreno gentil.
El AT es presentado como un profeta contemplando
los siglos futuros, y previendo que Dios había de justificar por el
principio de la fe a los gentiles así como a los judíos. La
bendición por la fe a los gentiles no sólo había sido prevista por el
AT, sino que fue anunciada expresamente a Abraham en Génesis 12:3: «En
ti serán benditas todas las naciones». Cuando leemos por primera
vez esta cita de Génesis, encontramos difícil ver cómo Pablo halló este
significado. Pero el Espíritu Santo, que escribió este versículo en el AT, sabía
que contenía el evangelio de la salvación por la fe a todas las naciones.
Por
cuanto Pablo escribía por inspiración de aquel mismo Santo Espíritu,
pudo explicarnos el significado subyacente. En ti —o sea, junto
con Abraham, de la misma forma que él—. Todas las naciones —gentiles así
como judíos—. Serán benditas —serán salvas—. ¿Cómo fue salvo
Abraham? Por la fe. ¿Cómo serán salvas las naciones? Del mismo modo que
Abraham —por la fe—. Además, serán salvos como gentiles, no convirtiéndose en
judíos. Todos esos que ejercitan la fe en Dios son justificados
con el creyente Abraham,
según el testimonio de las Escrituras judías.
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