El libertinismo: Resultados de una falsa doctrina
Por: DR. Félix Muñoz
Pero hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre ustedes habrá falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructivas, llegando aun hasta negar al soberano Señor que los compró, acarreando sobre sí mismos una súbita destrucción. Y muchos seguirán tras la sensualidad de ellos, y por causa de ellos será difamado el camino de la verdad. Por avaricia harán mercadería de ustedes con palabras fingidas. Desde hace tiempo su condenación no se tarda, y su destrucción no se duerme - 2 Ped 2:1-3 (BMH).
Hay dos principales corrientes que se enfrentan entre sí y que aparecen claramente en el argumento de la carta del apóstol: la palabra profética (1:19–21) y el libertinismo (cap. 2).
Ya en el horizonte Pedro divisa a falsos maestros que introducirán «herejías destructoras» que permitirán estilos de vida libertinos y licenciosos. Se trata de aquellos que ridiculizan la idea de un juicio venidero (3:1–7). Lo que se contempla como futuro en tiempos de Pedro es contemplado en la Epístola de Judas como ya introducido (v. 4). Cuando la Cristiandad perdió su amor por la Venida de Cristo y se asentó en el mundo (bajo Constantino y a continuación), el tono moral de la iglesia se hundió.
Lo mismo sucede en la actualidad. El despertar del interés en la profecía en el siglo XIX está menguando hoy en muchos círculos, y la vida inmoral en algunas iglesias muestra que Pedro fue inspirado a escribir unas verdades muy necesarias para toda la era cristiana.
Dado que el autor compara los falsos maestros y los falsos profetas, resulta necesario tomar en cuenta el trasfondo histórico respecto de estos últimos de acuerdo con el AT. Ello incluye pasajes del Pentateuco (Deut. 13:1-5) como de profetas mayores (Isa. 9:14-15) y menores (Miq. 3:5-7).
La palabra herejía mencionada por Pedro es haireseis, en Hechos no tenía connotación negativa, pero sí la tiene en 2 Pedro 2:1 (y en 1 Cor. 11:19 y Gál. 5:20). Aquí el sentido se intensifica por el hecho de que el sustantivo que la acompaña, apoleia, significa “ruina total”.
El nivel de falsedad de las palabras fingidas que usarán los falsos maestros se observa cuando se toma en cuenta que el adjetivo que acompaña al sustantivo logos (palabra) es plastos que significa “inventado”, “artificioso”, “supuesto”, y que procede del verbo plasso , “moldear” o “formar con arcilla”.
Al final del capítulo 1, Pedro se refería a los profetas del AT como hombres que hablaron no por su propia cuenta, sino impelidos por el Espíritu Santo. Ahora menciona que además de los verdaderos profetas en el periodo del AT, hubo también falsos profetas. Y así como habrá maestros genuinos en la era cristiana, habrá asimismo falsos maestros. Estos falsos maestros toman posición en el interior de la iglesia. Se presentan como ministros del evangelio. Esto es lo que hace el peligro tan grande. Si se presentasen de manera directa y proclamasen que son ateos o agnósticos, la gente se pondría en guardia.
Pero son maestros del engaño. Llevan la Biblia y emplean expresiones ortodoxas —aunque las emplean para significar algo totalmente diferente—. El presidente de un seminario teológico liberal reconocía la estrategia de la siguiente forma:
Las iglesias con frecuencia cambian de convicciones sin renunciar a puntos de vista a los que estaban anteriormente consagrados, y sus teólogos encuentran por lo general la forma de preservar la continuidad con el pasado por medio de reinterpretaciones.
W. A. Criswell describe así al falso maestro: … un hombre cortés, afable, erudito, que pretende ser amigo de Cristo. Predica en el púlpito, escribe libros eruditos, publica artículos en las revistas religiosas. Ataca el cristianismo desde dentro. Hace de la iglesia y de la escuela guarida de toda ave inmunda y aborrecible. Leuda la masa con la doctrina de los saduceos.
¿Dónde se encuentran estos falsos maestros? Por citar quizá los lugares más evidentes, se encuentran en:
- El protestantismo liberal y en el neoortodoxo.
- El catolicismo romano liberal.
- El unitarismo y universalismo.
- El russellismo («Testigos de Jehová»).
- El mormonismo.
- La Ciencia Cristiana
- La Escuela Unida del Cristianismo
- El cristadelfianismo.
- El armstrongismo (con su publicación «La Pura Verdad», entre otras).
Aunque profesan ser ministros de justicia, introducen encubiertamente herejías destructoras del alma junto con verdadera doctrina bíblica. Es una mezcla deliberadamente engañosa de lo falso y de lo verdadero. Primariamente, suministran un sistema de negaciones. Aquí hay algunas de las negaciones que se pueden encontrar entre algunos de los grupos que se acaban de relacionar: Niegan la inspiración verbal, plenaria, de la Biblia, la Trinidad, la deidad de Cristo, Su nacimiento de mujer virgen, y Su muerte como Sustituto de los pecadores. Son especialmente vehementes en su negación del valor de Su sangre derramada. Niegan la resurrección corporal, el castigo eterno, la salvación por la gracia por medio de la fe en el Señor Jesucristo, y la realidad de los milagros en la Biblia.
Otras falsas enseñanzas comunes en la actualidad son:
- La teoría de la Kenosis —la herejía de que Cristo se vació a Sí mismo de los atributos de la deidad—. Esto significa que habría podido pecar, cometer errores, etc.
- La fantasía de que «Dios ha muerto»; la evolución, la salvación universal, el purgatorio, las oraciones por los muertos, etc.
El pecado final de los falsos maestros es que incluso llegan a negar al Dueño que los compró. Aunque puedan decir cosas agradables acerca de Jesús, y se puedan referir a Su «divinidad», Su elevada ética, Su espléndido ejemplo, no llegan a confesarlo como Dios y solo Salvador.
Nels Ferré escribió: «Jesús nunca fue o llegó a ser Dios… Llamar a Jesús Dios es poner un ídolo en lugar de la Encarnación».
El Obispo Metodista G. Kennedy coincidía en lo anterior: Confieso con franqueza que la declaración (de que Cristo es Dios) no me complace y que parece lejos de ser satisfactoria. Yo preferiría que se dijese que Dios estaba en Cristo, porque creo que el testimonio del Nuevo Testamento tomado como un todo está en contra de la doctrina de la deidad de Jesús, aunque creo que da un testimonio abrumador de la divinidad de Jesús. De esta y otras maneras, los falsos maestros niegan al Dueño que los compró. Aquí deberíamos detenernos para recordarnos que aunque estos falsos maestros a quien se refiere Pedro habían sido comprados por el Señor, nunca habían sido redimidos. El NT distingue entre compra y redención. Todos son comprados, pero no todos redimidos. La redención se aplica sólo a los que reciben a Jesucristo como Señor y Salvador, acogiéndose al valor de Su sangre derramada (1 P. 1:18, 19).
En Mateo 13:44 el Señor Jesús es presentado como un hombre que vendió todo lo que tenía para comprar un campo. En el versículo 38 de aquel mismo capítulo, el campo es designado de manera concreta como el mundo. De modo que por Su muerte en la cruz, el Señor compró el mundo y todo y todos en el mundo. Pero no redimió a todo el mundo. Aunque Su obra fue suficiente para la redención de toda la humanidad, es sólo efectiva para aquellos que se arrepienten, creen y le aceptan. El hecho de que estos falsos maestros nunca habían nacido de nuevo queda indicado por su destino. Atraen sobre sí mismos destrucción repentina. Su parte es el castigo eterno en el lago de fuego.
Pedro predice que atraerán un gran número de seguidores. Lo hacen echando a un lado las normas bíblicas de moralidad y alentando la indulgencia de la carne. Aquí tenemos dos ejemplos:
El Obispo Anglicano John A. T. Robinson escribió:
… No hay nada que por sí mismo pueda ser siempre etiquetado como «malo». Uno no puede, por ejemplo, comenzar desde la posición de que las «relaciones sexuales prematrimoniales» o el «divorcio» sean cosas malas o pecaminosas en sí mismas. Puede que así sea en noventa y nueve por ciento de los casos, o incluso en el cien por cien, pero no son cosas intrínsecamente malas, porque el único mal intrínseco es la falta de amor.
En el libro Called to Responsible Freedom, publicado por el Consejo Nacional de las Iglesias (de los EE.UU.), se aconseja a los jóvenes: Así, en el sentido personal e individual, lo que justifica y santifica la sexualidad no es la posición matrimonial externa de las personas ante la ley, sino lo que sienten el uno por el otro en sus corazones. Midiéndolo por este criterio, asirse de las manos puede ser desde luego una cosa muy mala, mientras que el juego sexual íntimo puede ser correcto y bueno.
Como resultado de esta clase de conducta, enseñada y asimismo practicada por falsos maestros, el camino de la verdad queda denigrado. Los incrédulos adquieren un profundo menosprecio contra el cristianismo.
Estos falsos maestros son codiciosos, tanto en el ámbito sexual como en el financiero. Han escogido el ministerio como profesión lucrativa. Su gran objetivo es conseguir muchos seguidores y con ello aumentar sus ingresos. Hacen mercadería de la gente con palabras fingidas. Darby dijo: «El diablo nunca es más satánico que cuando lleva una Biblia». Y así estos hombres, con una Biblia en la mano, se hacen pasar por ministros de justicia, hacen cantar himnos evangélicos bien conocidos, y emplean expresiones escriturarias. Pero todo esto es un camuflaje para enseñanzas heréticas y una moralidad corrompida.
A estos quintacolumnistas religiosos les espera una terrible condenación. El juicio pronunciado sobre ellos hace tiempo no se tarda; se ha estado armando para la degollina. Su perdición no se duerme: ha estado bien despierta, lista para saltar como una pantera.
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