La Centralidad de Jesucristo
Por: DR. Félix Muñoz

Segun el v.15 Hay varias palabras que son necesarias explicar: La palabra imagen (eikon) se usaba para indicar una representación perfecta de algo; esta imagen revela y refleja la naturaleza y carácter de Dios que se ve en la encarnación. Esta palabra fue usada por Filón para explicar lo que es el logos (Juan 1:1) que hace conocer a Dios quien es invisible. Primogénito; esta palabra puede crear confusión; no se habla de que Jesús es el primer ser creado de una lista de criaturas, está usada como título honorífico de autoridad y preeminencia sobre todo por parte del primogénito, con todos los derechos que eso trae (cf. Gén. 49:3, 4). Muchas veces, en épocas bíblicas, se usa este título para referirse al rey o a algún ser supremo sin asumir necesariamente que hay otros.
La palabra traducida como subsisten en el v.17 (sunistemi) puede ser traducida como “mantener en orden y armonía”. Los griegos hablaban de que Logos mantenía todas las cosas del cosmos juntas en perfecto orden y organización. Jesús, al ser el creador, no abandonó a su creación sino que tiene el control de ella. Al ser la creación un producto de la obra de Jesucristo se enseña, en primer lugar, que ella es diferente a él, pero no está desligada completamente de él: Jesús sigue pendiente de lo creado. La responsabilidad del cuidado de la creación, del medio ambiente, es algo delegado al ser humano desde el mandato cultural de Génesis 1:28. El mensaje del evangelio de Jesús el preeminente, entonces, tiene sus implicaciones ecológicas; la preocupación de Cristo es también el cuidado del medio ambiente, que es parte de su creación.
Segun el v.19 vemos La palabra plenitud (pleroma) no es un término técnico, porque Pablo le da muchos sentidos de acuerdo al contexto que se usa en sus diferentes cartas. En el “cristianismo gnóstico”, posterior al primer siglo, esta palabra adquirió un sentido técnico, con un concepto completamente extraño al del NT. Aquí significa que Jesús es el portador en forma completa, y sin ninguna excepción, de la divinidad (Col. 2:9). En los textos siguentes Pablo usa una vez más una hipérbole (cf. 1:6) para hacer sobresalir la rapidez de cómo el evangelio llegó a casi todo el imperio romano en relativamente poco tiempo (aprox. 30 años), confirmando de esta manera que las verdades del reino de Dios tienen un caracter universal y, por tanto, se deben predicar en todo sitio.
La confesión más importante en la historia de la iglesia ha sido “Jesús es el Señor”, y no solo de la iglesia sino también de toda la creación. De allí parte todo. La Biblia afirma que Jesús de Nazaret es el Mesías, es Dios hecho hombre, el Salvador de la humanidad. Jesús es el centro de todo, él está antes que nada y todo depende de él. Sin Jesús el cristianismo no es nada; él es la fuente, él es el personaje central, él es el fundamento, él es el edificador, él es la autoridad máxima, él es la meta a la que debe aspirar todo cristiano. El desafío que tiene la iglesia es concretizar estas declaraciones en la vida diaria. El punto referencial debe ser Jesús, no lo podemos evadir. Para poder desarrollar una ética conforme a la Biblia, Jesús se convierte en el modelo para vivir; sus enseñanzas son para obedecer, y todavía más, su vida y sus enseñanzas se convierten en el modelo para aplicar en las nuevas circunstancias contemporáneas.
Para poder entender la Biblia se debe seguir la hermenéutica que siguió Jesús en su comprensión del Antiguo Testamento. Toda la Biblia debe ser aplicada como él lo hizo. Si se desea cumplir una misión fiel a lo que dice la Biblia, el modelo de Jesús es el modelo que la iglesia debe seguir en su tarea misionológica. Igual que Jesús, quien no dejó nada de la vida humana a un lado, nada de la vida del ser humano hoy puede ser ajeno a la tarea de la iglesia. El reino de Dios se acercó en Jesús, el reino de Dios debe ser vivido por la iglesia en todas sus expresiones. La centralidad de Jesús no la podemos desplazar. La prueba de nuestro discipulado está en que se deben cumplir las enseñanzas del maestro divino, Jesús.
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