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23 ago 2015

¿Cómo surge una falsa doctrina?

¿Cómo surge una falsa doctrina?

Por: John Owen


“En los tiempos cuando la iniquidad aumenta, las normas generales de la piedad entre el pueblo de Dios disminuyen y se debilitan. Esta declinación empezará con unos pocos creyentes que comiencen a volverse negligentes en sus deberes cristianos, descuidados y mundanos.
Estos creyentes se sienten “libres” para seguir sus deseos pecaminosos. Quizás al principio, otros creyentes les condenarán y les redargüirán, pero después de un tiempo se conformarán a su mal ejemplo. Muy pronto los verdaderamente piadosos serán la minoría y los otros la mayoría. Debemos tomar muy en serio el siguiente principio: “Un poco de levadura, leuda toda la masa” (1 Corintios 5:6 y Gálatas 5:9).


¿Qué se necesita para cambiar completamente el ambiente moral de una iglesia? Sólo se necesita que unos cuantos creyentes de una buena reputación continúen en su declinación espiritual y que la justifiquen ante los demás. Pronto una multitud seguirá su mal ejemplo. Es más fácil seguir a los muchos para hacer mal (Éxodo 23:2) que mantenernos firmes a favor de la justicia.
El mismo principio es verdad en cuanto a las enseñanzas falsas. ¿Qué se necesita para cambiar la posición doctrinal de una iglesia? Todo lo que se necesita es que unos pocos creyentes de buena reputación provienen y justifiquen la enseñanza falsa. No pasara mucho sin que la multitud comience a seguirle. Muy pocos creyentes se percatan de cuán fuerte es la tentación para seguir el ejemplo de otros.
En cada época los creyentes deberían aprender a no poner su confianza en los hombres “piadosos”, sino en la Palabra de Dios. Si somos humildes, consideraremos seriamente las opiniones y las prácticas de aquellos que tienen una reputación de ser piadosos. Sin embargo, si sus opiniones y prácticas son contrarias a la Palabra de Dios, no debemos seguir su ejemplo.
Hay una fuerte tentación de seguir el ejemplo de personas que tienen una buena reputación. Además, estos líderes del mal pueden dar “buenas razones” para defender sus opiniones y prácticas. ¿Está usted dispuesto a pensar por sí mismo? o ¿Permitirá que otros piensen por usted? Si es así, entonces usted será muy fácilmente desviado por las conclusiones falsas de otros.


El Nuevo Testamento sin lugar a dudas, da una enseñanza muy clara con relación a la libertad que los creyentes tienen en Cristo. Tristemente, no es difícil para algunos pervertir esta enseñanza. Poco a poco, pero ciertamente, las salvaguardas de la santa ley de Dios son quitadas, y la libertad cristiana es convertida en un pretexto para el pecado. Si los creyentes fueran a ver desde el principio hasta dónde les conducirá esta enseñanza, con horror le volverían la espalda. Pudiera ser que algunos de estos maestros no se percaten al principio de las consecuencias que sus enseñanzas les traerán. Al principio, su desviación pudiera parecer pequeña e insignificante. Sin darse cuenta, los maestros y sus seguidores se desvían cada vez mas de la verdad hasta que cambian la verdad de Dios por una mentira” (Romanos 1:25).
Ejemplo de todo esto es que hoy en día hay un número creciente de cristianos “profesantes” que están dispuestos a minimizar y a aun negar la condenación bíblica de las prácticas homosexuales. Esta es una ilustración moderna de esta advertencia. Otras ilustraciones de las desviaciones de los tiempos modernos son:


  • Métodos y tácticas de evangelismo que no tienen ningún apoyo bíblico.
  • La omisión en la predicación evangelística de la necesidad del arrepentimiento y la sumisión al Señorío de Cristo.
  • La disminución de las normas bíblicas para la membrecía de la Iglesia y el descuido de la disciplina.
  • La omisión o el abierto rechazo de doctrinas tan fundamentales como la predestinación; la depravación humana y la necesidad de una obra especial del Espíritu Santo para la genuina conversión.
  • La falta de una enseñanza clara sobre las evidencias de la regeneración, y las normas bíblicas para el proceso de la santificación y la mortificación del pecado, etc.”




Aportes del libro “La Tentación” de John Owen, llamado el príncipe de los puritanos (1616-1683).

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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