El anciano bíblico
Por: DR. Félix Muñoz
"Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen - Tito 1:5-9 (RVR)".
En el sentido del NT, los ancianos son hombres cristianos maduros de carácter probado que son guías espirituales en una asamblea local. El nombre de anciano, que se refiere a la madurez espiritual del hombre, es traducción del término griego presbuteros (que ha pasado al castellano como «presbítero»). La palabra griega episkopos, traducida «obispo», «supervisor» o «guardián», se usa también con referencia a los ancianos, describiendo su función como subpastores de la grey de Dios.
Se considera por lo general que los nombres «ancianos» y «obispos» se refieren a las mismas personas, por las siguientes razones. En Hechos 20:17, Pablo llamó a los ancianos (presbuteroi) de Éfeso; en el versículo 28 se dirige a ellos como supervisores (episkopoi). En 1 Pedro 5:1, 2, Pedro también emplea ambos términos de forma indistinta. Los requisitos para obispos (episkopoi) en 1 Timoteo 3 y los que se dan para los ancianos (presbuteroi) son sustancialmente los mismos.
En su uso moderno, «obispo» ha venido a significar un prelado que supervisa una diócesis o grupo de iglesias en un distrito. Pero esta palabra nunca significa esto en el Nuevo Testamento. La pauta escrituraria es tener varios obispos en una iglesia, y no un obispo sobre varias iglesias.
Tampoco debería confundirse el anciano con el moderno pastor, que es primariamente responsable de la predicación, enseñanza y administración de los sacramentos en una iglesia local. Hay un general reconocimiento de que tal persona no existía en la iglesia primitiva. Las asambleas primitivas se componían de santos, obispos y diáconos (Fil. 1:1): eso es todo. El sistema clerical no surgió hasta el siglo segundo. Un pastor en el sentido del NT es uno de los dones de servicio especial que el Cristo resucitado y ascendido otorgó para edificar a los santos para la obra del ministerio (Ef. 4:11, 12). En muchos respectos, la obra de pastores y ancianos es similar; ambos son llamados a pastorear y alimentar la grey de Dios. Pero los dos nunca son considerados idénticos. Un pastor puede por ejemplo tener un ministerio itinerante, mientras que un anciano está generalmente asociado con una asamblea local.
Las funciones de los ancianos están dadas con un detalle considerable:
1. Pastorean y cuidan de la iglesia del Señor (Hch. 20:28; 1 Ti. 3:5; 1 P. 5:2).
2. Están vigilantes para proteger a la iglesia de ataques, tanto de fuera como de dentro
(Hch. 20:29–31).
3. Conducen y gobiernan, pero yendo delante, no empujando (1 Ts. 5:12; 1 Ti. 5:17; He. 13:7, 17; 1 P. 5:3).
4. Predican la palabra, enseñan sana doctrina y refutan a los que la contradicen (1 Ti. 5:17; Tit. 1:9–11).
5. Moderan y arbitran en cuestiones doctrinales y éticas (Hch. 15:5, 6; 16:4).
6. Por su vida, son ejemplo para la grey (He. 13:7; 1 P. 5:3).
7. Buscan restaurar a los creyentes que han sido sorprendidos en cualquier falta (Gá.
6:1).
8. Guardan a las almas de los cristianos en la asamblea local como aquellos que habrán de dar cuenta (He. 13:17).
9. Llevan a cabo un ministerio de oración, especialmente con respecto a los enfermos (Stg. 5:14, 15).
10. Están involucrados en el cuidado de los santos pobres (Hch. 11:30).
11. Comparten en la encomendación de hombres dotados a la obra a la que Dios los ha llamado (1 Ti. 4:14).
Es evidente que en la iglesia primitiva los ancianos eran designados por los apóstoles y sus representantes (Hch. 14:23; Tit. 1:5). Pero eso no significa que los apóstoles y sus delegados tuviesen poder para hacer a un hombre un anciano. Para poder venir a ser obispo, ha de darse la capacitación divina y la buena disposición humana. Sólo el Espíritu Santo puede hacer a un hombre obispo o supervisor (Hch. 20:28), pero el hombre ha de aspirar a la obra (1 Ti. 3:1).
Ha de darse esta combinación de lo divino y de lo humano. Cuando las iglesias locales fueron establecidas al principio en los días apostólicos, no tenían ancianos: todos los creyentes eran novicios. Pero al ir pasando el tiempo, el Señor preparó a varios de ellos para este importante ministerio. Por cuanto el NT no estaba todavía disponible en forma escrita, por lo general los cristianos no conocían los requisitos y los deberes de los ancianos. Sólo los conocían los apóstoles y sus ayudantes. Sobre la base de este conocimiento, señalaban a los hombres que cumplían los requisitos divinos
y los nombraban públicamente como tales.
En la actualidad tenemos el NT completo. Sabemos qué es un anciano y lo que se supone que debe hacer. Cuando vemos a hombres idóneos que están actuando activamente como supervisores, los reconocemos (1 Ts. 5:12) y obedecemos (He. 13:17). No se trata de que nosotros los elijamos, sino que reconozcamos a aquellos a los que Dios ha suscitado para esta obra.
Los requisitos de los ancianos se hallan en 1 Timoteo 3:1–7 y aquí en Tito. A veces oímos la observación de que si éstos son los requisitos, que entonces en la actualidad no hay obispos. Esta idea degrada la autoridad de las Escrituras al implicar que no significan lo que dicen. No hay nada irrazonable ni inalcanzable en las normas que se dan. Traicionamos nuestro propio bajo estado espiritual cuando tratamos la Biblia como excesivamente idealista.
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