¿Quién Determina lo Que es la Sana Doctrina?
Por: Josué Barrios
La doctrina correcta importa para todo cristiano. Ella nos une, conduce a la santidad, y de ella parte y se sostiene el amor que glorifica a Dios.
Sin embargo, pocas cosas pueden ser más polémicas que hablar sobre la sana doctrina, así como de la doctrina enferma: Aquella que nos envenena conduciéndonos al legalismo, o al antinomianismo, y que está en contra de las Escrituras, el diseño y el carácter de Dios.
La razón de la polémica es que prácticamente todos los que profesan ser cristianos creen que ya tienen una doctrina sana (incluso cuando dicen que no podemos saber realmente qué es la sana doctrina, ¡están creyendo una doctrina que ven a su juicio sana!).
Por nuestro pecado, podemos llegar a creer que la doctrina que profesamos es sana cuando en realidad no sea así. Podemos llegar a leer la Biblia a través de nuestros propios lentes. Lo cual es peligroso porque allí es donde empezamos a redefinir lo que es el cristianismo, como muchas personas hacen hoy.
Entonces, como la mayoría cree que tiene la sana doctrina, cuando dices “X doctrina es sana” o “X doctrina no es sana”, varias personas que no piensen como tú se sentirán ofendidas y te señalarán diciendo: “¿Quién eres tú para determinar lo que es la sana doctrina o no?”
Eso es algo que he escuchado, y creo que todo cristiano comprometido con las Escrituras y que desee ver una nueva reforma en Hispanoamérica, escucha o escuchará a menudo esa crítica.
En realidad ningún hombre puede determinar por sí mismo cuales doctrinas son sanas y cuáles no. Aunque la Biblia es infalible, los humanos podemos equivocarnos al darle riendas a nuestras interpretaciones de la revelación de Dios y no humillarnos ante la Verdad que Él ha puesto claramente frente a nosotros en Su palabra, porque somos pecadores. Por eso el salmista pedía: “Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18). ¿Estaba físicamente ciego? Nada sugiere eso, pero él necesitaba que Dios purificara su percepción espiritual e intelectual de lo que Él había revelado.
“Todos nosotros podemos conocer la sana doctrina porque Dios no tartamudeó en Su palabra”
Eso no significa que no podamos conocer realmente lo que está en la Biblia, sino que podemos adentrarnos en ellas guiados por Espíritu santo. Todos nosotros podemos conocer la sana doctrina porque Dios no tartamudeó en Su palabra. ¿No es eso grandioso?
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim 3:16-17).
Por tanto, la intención de Dios al darnos la Biblia es que Su Palabra sea comprendida por nosotros. Podemos conocer realmente la sana doctrina porque para eso fue revelada.
La sana doctrina no se define por nuestras emociones, opiniones, ejemplos históricos, experiencias, lo grande de alguna denominación, o por qué tanto hace lucir Dios justo según nuestros propios estándares, sino por lo que está en la Palabra de Dios. Las Escrituras no son asuntos de interpretación personal (2 Pedro 1:20-21). La sana doctrina la define Dios y Él la ha revelado.
Que el Señor abra más y más nuestros ojos para ver realmente la sana doctrina, tal como ella es, y nos de gracia para compartirla con los demás.
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