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4 sept 2015

¿Por qué Dios permite catástrofes naturales?

Devastador, repentino, horroroso.

Son muchísimas las palabras que podríamos utilizar para describir lo que sucede cuando un fenómeno natural ataca áreas pobladas.

Muchas personas tienden a pensar que todo lo que sucede en la naturaleza es causado o provocado directamente de la voluntad de Dios. Algunos piensan que el hecho de que existan catástrofes naturales significa que Dios no existe.

Sin embargo, la verdad no se encuentra en ninguna de estas dos ideas.
Los catástrofes naturales son el “mal” que ocurre en la naturaleza y de forma natural, tal como: terremotos, huracanes, tornados, tsunamis, et cétera. A éstos se le conoce como “mal natural” o “mal amoral” porque no hay ninguna intención malévola detrás de los hechos ocurridos (a diferencia de asesinar, violar o robar – ejemplos de “mal moral“), sino que sencillamente suceden.

Ahora bien, en el principio, Dios le dio al hombre autoridad de la tierra (Génesis 1:26-30). No obstante, el hombre utilizó esa autoridad para pecar y dejó que el pecado entrase al mundo. Cuando esto ocurrió, el mundo cayó bajo la autoridad del pecado. Pablo lo pone de la siguiente manera:
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.” (Romanos 8:18-23, énfasis añadido)

Básicamente, Pablo habla de que la creación a sido sometida a vanidad por la voluntad del que la sometió: el hombre. Dios nos dio autoridad sobre la creación y Adán pecó. Luego, caos y frustración.

¿Qué pasó? El hombre se volvió a la maldad. Tan malvado y tan profundo en su pecado estaba el hombre que Dios vio que “la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, [que] se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón.” (Génesis 6:5-7)
Y… el Diluvio.

Creo que por este este punto las personas le atribuyen lo que sucede en la naturaleza a Dios: porque Dios envió el Diluvio. También Jesús podía controlar la naturaleza (Marcos 4:41), por dar unos ejemplos.

Cabe señalar que fue el pecado del hombre lo que provocó el Diluvio. Además no fue Jesús – ni Dios – quien creó la tormenta que Jesús calmó. El hecho de que la naturaleza obedezca a Dios no significa que Dios está constantemente dirigiéndola y provocándola.

El Diluvio cambió los patrones meteorológicos de la Tierra para siempre. El Dr. Brad Bromling explica:
“Aunque nunca sabremos con precisión qué condiciones prevalecieron entre el periodo Edénico y el Diluvio, parece que los sistemas meteorológicos con los cuales estamos familiarizados hoy día eran, en su mayoría, ausentes durante ese periodo. Los récords de los fósiles demuestran de un periodo en el cual la Tierra entera disfrutaba de un clima templado. Es casi seguro que este tiempo sin tormentas fue antes del Diluvio. Desde ese evento, el hombre ha sido amenazado por tornados, tormentas de nieve, monzones, y huracanes[…] ¿Sobre quién le debemos echar la culpa del sufrimiento a causa de este clima? ¿Es justo culpar a Dios, quien hizo el hogar del hombre libre de estas cosas (Génesis 1:31)? En toda honestidad, la contestación es ‘no.’ El pecado nos robó de nuestro paraíso en el Edén y el pecado es el responsable por el gran Diluvio (Génesis 3:2; 6:7).”
En pocas palabras: antes del Diluvio, la Tierra disfrutaba de un clima templado sin muchas lluvias. Al venir el Diluvio y tanta agua, los patrones del clima cambiaron a lo que conocemos hoy.



Así que el pecado provocó todo esto.

Dios no es el responsable, es el hombre.

Hoy día, somos nosotros que provocamos estas cosa. Somos expertos en la contaminación ambiental, aportamos al Calentamiento Global – cosas que NO aportan a un mejor clima. Cuando dañamos o alteramos las cosas que tienen que ver con el clima del mundo (como la temperatura), ocurren más fuertes huracanes, más devastadores terremotos y más pérdida de vidas humanas.
Aparte de esto, hay unas leyes que gobiernan todo lo creado y todo lo creado se sujeta a ellas. El Sr. Burt Thompson lo resumió de una manera excelente:
“Dios creó un mundo gobernado por leyes naturales establecidas desde la Creación. Si el hombre se tira de un edificio de cinco pisos, la gravedad lo llevará hasta el suelo debajo de él. Si un niño se para en frende de un tren en marcha – como no pueden haber dos objetos ocupando el mismo espacio al mismo tiempo – el tren le va a dar al niño y posiblemente cause su muerte. Las mismas leyes que gobiernan la gravedad, la materia en movimiento o semejantes fenómenos, también gobiernan patrones meteorológicos, el movimiento del agua, y otras condiciones geológicas. Toda la naturaleza es regulada por estas leyes, no sólo las partes que nos convengan.”
En esa misma línea de pensamiento, Norman Geisler comentó:
“En un mundo físico donde hay agua para nadar y pasearnos en botes, algunos se ahogarán. Si hay montañas para escalar, tienen que haber valles a los cuales uno puede caer. Si hay autos para guiar, accidentes pueden ocurrir. Se podría decir de tornados, relámpagos, huracanes y otros desastres naturales que son productos de un mundo físico bueno. Por ejemplo, el propósito de la lluvia no es inundar o ahogar, pero el resultado de la lluvia puede incluir estos desastres. De la misma manera, aire cálido y frío son una parte esencial del mundo físico pero, bajo ciertas circunstancias, se podrían combinar para crear tornados.” [énfasis del autor original]

No nos podemos olvidar por un momento que estas leyes naturales no son selectivas o tienen la capacidad de ser violadas. Las mismas leyes que nos permiten cocinar nuestros alimentos también pueden quemar nuestras casas.
Por lo tanto, el hecho de que suceden catástrofes naturales no significa que Dios no existe o que Dios los provoca/ordena.

Los fenómenos naturales son governados por las Leyes naturales establecidas en la Creación. Los huracanes, terremotos, tsunamis, etc son producto de estas leyes influídas por nuestro pecado.

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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