OPUS DEI: LA SECTA DEL VATICANO.
El creciente auge que está adquiriendo el Opus Dei, en los
medios políticos y económicos nacionales e internacionales, unido a las
numerosas denuncias sobre la naturaleza sectaria de la organización, hace que
esta prelatura personal -la única existente en el seno de la Iglesia Católica-,
detente un poder que se sugiere como peligroso.
Miembros del Opus Dei proclaman que a su organización sólo
le incumbe el bienestar espiritual de sus miembros. Por otra parte, algunos
críticos lo comparan a una Mafia "de guante blanco". Robert Hutchison
en un trabajo de investigación publicado en el periódico británico The
Guardian, informa sobre esta organización secreta en el corazón de la Iglesia
Católica.
La religión y la política siempre han ido peligrosamente de
la mano. Los cristianos fundamentalistas han mirado hacia atrás y han
introducido un movimiento anticientífico dentro de la política de los EE.UU. El
resurgimiento de partidos políticos islámicos militantes ha restablecido
conceptos que se creían fenecidos junto con la Era de la Obscuridad. Pero hay
otro movimiento, menos conocido, que ha ido entreabriendo silenciosamente las
puertas del poder en los cinco continentes. El Opus Dei, la polémica
organización que está en el corazón de la Iglesia Católica Romana, intenta
recrear una alianza entre el mundo espiritual y el mundo secular, algo que se
intentó por última vez durante el Renacimiento, con resultados catastróficos.
En los países en los que tiene una fuerte presencia, el Opus
Dei trabaja en silencio y con tenacidad para asimilar la política del gobierno
a la del Vaticano. Pero sus gestiones para introducir un neo-Renacimiento en el
mundo católico, hasta ahora ha producido resultados contradictorios.
Debido a que constituyen un grupo cerrado y disciplinado guiado
por una ideología autoritaria, los estrategas del Opus Dei han cosechado
grandes éxitos en el Vaticano. Bajo el mandato de Juan Pablo II, la
organización se ha convertido en la fuerza dominante dentro de la Curia Romana,
el cuerpo de 2500 prelados y seglares de confianza que gobierna la Iglesia
Católica. Las maniobras del Opus Dei despiertan un sinfín de comentarios en
Roma, donde situarse en el lado equivocado de la Obra de Dios no es algo que se
pueda tomar a la ligera.
Sin embargo, el Opus Dei es un recién llegado a la
estructura de poder del Vaticano. Fundado en 1928 por Jose Mª Escrivá , hijo de
un comerciante aragonés arruinado, que encontró poder y fama en la carrera
eclesiástica. El ascenso a la influencia y a la fortuna del opus Dei no ha sido
corto ni espectacular. En tanto fenómeno religioso estuvo estrechamente ligado
a la política de la España de Franco. Hoy, según el Annuario Pontificio (el
anuario del Vaticano), el Opus Dei cuenta con 80.000 miembros en todo el mundo,
de los cuales alrededor de 2000 son sacerdotes.
Al ser la única diócesis flotante -lo que se conoce como
prelatura personal- está gobernada por un prelado general, que posee el rango
de obispo y opera por encima y más allá de la autoridad de los obispos locales.
Se dice que es más rico que muchos estados del Tercer Mundo, pero el Opus Dei
no publica informes financieros ni listas de miembros y sólo da cuentas al Papa
cada cinco años.
Aunque tiene sus cuarteles generales en el opulento distrito
Parioli de Roma, el Opus Dei se proclama "pobre" y dice no poseer los
medios para llevar adelante una agenda política. Afirma que su única
procupación es el bienestar espiritual de sus miembros. Esto es muy dudoso
porque cuanto más se sabe del Opus Dei, es más evidente su naturaleza secreta y
elitista. Su objetivo primario es devolver a la Iglesia Católica su puesto
central en la sociedad, como en la época medieval.
Visto así puede no resultar peligroso, pero el Opus Dei
posee muchas de las características de una secta peligrosa. Sus miembros ?que
se dividen en dos clases: solteros y casados? se someten a un rito de
iniciación secreto. Se jura obediencia al prelado general y a "otras
personas autorizadas de la prelatura". Una vez introducidos deben
someterse a lo que se conoce como "normas formativas", una forma de
condicionamiento mental. Ellas incluyen el informe semanal a un
"director" que tiene derecho a supervisar todas sus actividades
personales y profesionales. Confesarse una vez a la semana con un sacerdote del
Opus Dei es prescriptivo. Los solteros consagrados deben llevar cilicios
regularmente -un objeto punzante metálico, usado por las comunidades católicas
en la Edad Media- y practicar la autoflagelación. A los miembros casados se les
estimula para que sus hijos asistan a las escuelas del Opus Dei. Las escuelas
sirven como centros de reclutamiento.
Al Opus Dei se le ha acusado de ser una iglesia dentro de la
Iglesia. Tiene su propia doctrina que pretende ser de inspiración divina. Aún
más, es la única organización Católica Romana -aparte de la propia Iglesia- que
cree que ha sido creada por Dios.
La mayoría de las sectas practican el culto al fundador. En
este caso el Opus Dei se ha propuesto tener a Escrivá, que murió en 1975,
declarado santo antes del milenio. Pero algunos católicos prominentes han
protestado alegando que la canonización debilitaría la credibilidad de la
Iglesia. Uno de los teólogos dirigentes de España, Juan Martín Velasco, señaló:
"no podemos poner como modelo de vida cristiana a alguien que ha servido
al poder del Estado y que ha usado ese poder para catapultar su Obra, que ha
dirigido con criterios obscuros -como una mafia de guante blanco- sin aceptar
el magisterio papal cuando no coincidía con su manera de pensar".
Tales sólidas protestas no han inmutado a Juan Pablo II,
cuya opinión acerca de la santidad de Escrivá y la consideración en la que
tiene al Opus Dei es bien conocida. En 1978, pocos días antes del primer
Cónclave después de la muerte del papa Pablo VI, (en él se eligió al papa Juan
Pablo I, quien murió sólo treinta y tres días después) el futuro papa visitó la
sede de Villa Tevere y rezó en la tumba de Escrivá. Tras la muerte del sucesor
del fundador, el obispo Álvaro del Portillo, en 1994, Juan Pablo II volvió a la
prelatura y se arrodilló ante el féretro durante el funeral del prelado
general. Esta ruptura del protocolo -el Papa sólo se arrodilla ante los restos
mortales de un cardenal- fue contemplado por muchos como un signo de fidelidad
a la organización que no regateó esfuerzos para elevarlo al trono papal.
A pesar de la oposición del principal consejero de Pablo VI,
cardenal Giovani Benelli, en noviembre de 1982, Juan Pablo II elevó al Opus Dei
a la posición de única prelatura personal. Benelli murió de un repentino ataque
al corazón el mes anterior. Desde entonces el entorno de la casa papal cada vez
más se ha situado bajo el dominio del Opus Dei.
La Obra y sus aliados controlan los hilos de la política
papal y el Vaticano, después de años de déficits, vuelve a tener beneficios. Se
dice que el secretario papal Stanislaw Dziwisz, es un asociado del Opus.
Durante los viajes papales Dziwisz procura saludar a los miembros locales de la
forma usual en el Opus Dei. El arzobispo del Opus Dei, Julián Herranz, uno de
los miembros más poderosos de la Curia romana, es copresidente del Consejo
Papal. Los dos presidentes son decididos defensores del Opus Dei, y uno de
ellos ha dado testimonios claves al tribunal romano que investiga la santidad
de Escrivá. El portavoz del Vaticano Joaquín Navarro Valls, un miembro célibe,
tiene un estatus ministerial en el entorno papal.
En el frente seglar, el Opus Dei está bien representado en
toda América Latina, en donde se ha introducido en todos los ámbitos militares
y financieros. Por ejemplo en Perú, el Opus Dei ha creado una coalición de
empresarios, banqueros y políticos que dieron su apoyo al presidente Alberto
Fujimori. Cuando los rebeldes de Tupac Amaru asaltaron la embajada japonesa el
pasado diciembre, manteniendo rehenes durante 126 días, Fujimori nombró
intermediario al Arzobispo Juan Luis Cipriani, de la diócesis montañosa de
Ayacucho, por encima del Arzobispo de Lima, Cardenal Augusto Vargas Zamora, un
jesuita. Cipriani, uno de los siete obispos del Opus Dei en Perú, ahora es el
candidato favorito para suceder al Cardenal Vargas, que ha sobrepasado la edad
de la jubilación, como arzobispo de Lima, lo que tradicionalmente significa
promoción para obtener el capelo cardenalicio.
La suerte del Opus Dei en Europa no ha sido tan decisiva.
España es la excepción, donde su influencia política ha retomado considerable
fuerza tras la victoria electoral del conservador José Mª Aznar. Un devoto
católico cuya esposa está próxima al Opus Dei. El gobierno de Aznar es una red
de dignatarios del Opus Dei.
La ideología política del Opus Dei ha cambiado poco desde
1950, cuando dos de sus estrategas, Rafael Calvo Serer, entonces director del
Instituto Español de Londres, y Florentino Pérez-Embid publicaron sus tratados
sobre
el opus Dei como un revitalizador católico de alcance
mundial.
Sostenían que la emergencia de una nueva España dentro de la
Comunidad Europea representaba una oportunidad ofrecida por Dios para recrear
una forma de Catolicismo militante iniciado por el Emperador Carlos V en el
siglo XVI. Carlos V fue conocido como virrey de Dios en la tierra. Su política
imperial situó a España en la cima de su éxito creativo, pero también agravó la
fricciones entre Católicos y Protestantes europeos y terminó arruinando al
imperio. No obstante, colocó en el trono de Pedro a dos papas de su elección.
Calvo Serer y Pérez-Embid argumentaban que, con un
secularismo galopante dominando el mundo occidental, la única forma de
revitalizar la Cristiandad era recuperar la cruzada Católica de Carlos V -ahora
no sólo con los recursos de una nación- sino a través de un poderoso y vital
movimiento Católico transnacional, encabezado por el Opus Dei. Al igual que el
viejo Imperio, la moderna Liga Santa del Opus Dei iba a tener antenas de largo
alcance en Latinoamérica y en los Estados Unidos.
La influencia del Opus Dei americano despuntó durante la
administración Reagan. La prelatura colocó a sus agentes dentro de la Casa
Blanca y reclutó miembros de segunda fila en el Pentágono. Con Clinton la
situación es más ambigua, excepto en el caso del FBI cuyo director, Louis
Freeh, se dice que es un miembro supernumerario (no célibe). Cuando se le pidió
que ratificara tal supuesto, Freeh declinó responder y lo hizo en su lugar un
agente especial del FBI. (El portavoz oficial del FBI en Washington nunca había
oído hablar del Opus Dei).
"Aunque no puedo responder a cuestiones específicas,
observo que les han `informado´ erróneamente" dijo Jhon E. Collingwood,
sin dar más detalles.
Sin embargo, parece que era presisamente el agente especial
Collingwood quien estaba mal informado, puesto que al poco el Opus Dei admitió
que el hermano de Freeh, Jhon, era el director célibe de un gran centro de la
Obra en Pittsburg.
En Bélgica, Francia, Alemania e Italia, miembros del Ops Dei
están bien situados en sectores comerciales y de banca y dentro de la
burocracia de los gobiernos. El Opus Dei fue presentado a la aristocracia
católica europea por la Reina Fabiola de Bélgica, que emparenta a través de la
Casa de Aragón con la rama española de los Borbones. Uno de los reveses más
amargos del Opus Dei ocurrió a comienzos de este año cuando una comisión
parlamentaria belga puso a la organización en la lista de sectas religiosas
peligrosas, proponiendo una legislación para someterla a estricto control.
El Opus Dei sufrió otro retroceso con la victoria socialista
en Francia, donde tiene fuertes conexiones en el sector empresarial. La mujer
del presidente Chirac, Bernardette Chodron de Courcel, aunque no es miembro, es
una gran simpatizante del Opus Dei. Algunos miembros del Opus Dei ocupan
puestos importantes en el gabinete de Alain Juppé, controlando la política
gubernamental y las comunicaciones sociales, proponiendo legislación para
volver a penalizar la homosexualidad y jugando un papel decisivo para la
privatización de TF1, el canal de televisión nacional.
La presencia del Opus Dei en el Reino Unido aunque está bien
encaminada no es tan relevante. Su red de colegios, que reciben subsidios de
fondos del Estado, se concentra en Londres, Manchester y Glasgow. Sin embargo,
el Opus Dei acaba de instalarse en Belfast, donde sus miembros dirigen un club
juvenil llamado Citywise relacionado con varios colegios de Irlanda del Norte.
Un club similar existe en Dublín. Ambos tienen apoyo de la Unión Europea dentro
del programa de la juventud para Europa.
Es parte del modus operandi del Opus Dei no gastar del
propio dinero para financiar "buenas obras" excepto como último
recurso. Por el contrario, siempre hace uso de los medios de otros, públicos o
privados. Los apoyos financieros de los proyectos del Opus Dei muchas veces son
fundaciones privadas o entidades públicas como US AID, Adveniat en Alemania,
Unesco (cuyo director general, Federico Mayor Zaragoza es del Opus Dei) o las
instancias públicas de la Unión Europea, donde la Obra está muy bien
representada.
Las escuelas del Opus en Kenya y Nigeria las financia
parcialmente el gobierno británico. El Dr. Jhon Roche, por entonces numerario,
permaneció diez años como director del colegio Strathmore en Nairobi. Durante
este tiempo el gobierno británico pagó un tercio de su salario en una cuenta en
Londres, pero a los miembros numerarios se les exige devolver su salario a la
prelatura. En este caso la suma total era de 25.000 libras.
Tras dejar el Opus Dei, Roche, -ahora lector en Oxford-
interpuso una demanda en el Tribunal Supremo de Londres para recuperar esta
parte de su salario retenida en el Reino Unido y otras sumas que adelantó a la
prelatura. El Opus Dei ganó el caso negando que le debiera nada. Más tarde,
Roche y sus abogados cuestionaron la autenticidad de ciertos documentos
presentados por los defensores. Posteriormente los abogados del Opus Dei
admitieron que "algunas de las cartas expuestas no habían sido escritas en
la fecha que indicaban sino en 1976" después de archivar el caso. A Roche
se le pidieron disculpas y recibió 6.500 libras como parte de un acuerdo
amistoso.
Si, como es de esperar, el Arzobispo Cipriani recibe un
gorro rojo en el próximo Consistorio ?la reunión de los cardenales con el Papa?
será el primer cardenal del Opus Dei. Como conservador latinoamericano, joven
(53 años) y de formación deportiva (fue atleta olímpico) constituye un
excelente candidato papal para el próximo Cónclave. Con los 77 años del Papa
Juan pablo II y su pobre salud muchos piensan que el próximo Cónclave no puede
estar muy lejos. Si sale elegido un Papa del Opus Dei, los hijos de José Mª
Escrivá habrán creado con éxito una estructura de poder neo-Renacentista de
sorprendentes paralelismos con la que construyó el Virrey de Dios en el siglo
XVI.
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