La
falsedad del culto vano
Por:
Dr. Félix Muñoz
“El que mata un toro es como el que mata a un hombre; el que
sacrifica una oveja es como el que desnuca un perro; el que presenta ofrenda
vegetal es como el que presenta sangre de cerdo; el que hace una ofrenda de
incienso es como si bendijera a un ídolo. Así como ellos escogieron sus propios
caminos y sus almas se complacieron en sus abominaciones, yo también escogeré
tratarlos con penurias y traeré sobre ellos lo que temen. Por cuanto llamé, y
nadie respondió; hablé, y no escucharon. Más bien, hicieron lo malo ante mis
ojos y escogieron lo que no me agrada - Is 66:3-4 (BMH)”.
Todo aquello, sea ritual religioso o servicio, que no este acompañado de reverencia,
justicia y sinceridad no es bien visto ante aquel que va dirigido tal culto.
Históricamente. El templo se construyó en el año 516 a. C. pero su
mera construcción en sí no traería la salvación. La presencia de Dios se
descentraliza y no se limita al templo o espacios sagrados, sino que se expande
(1 Rey.
8:22). Dios mora con quienes no
practican ritos huecos (Is 1:15, ss.), con las personas
que son conscientes de pecado (Is 57:15), que son humildes y que tiemblan ante la revelación de Dios, o
sea muestran un profundo respeto (cf. Is 50:4-10). Los sacrificios que se ofrecieron tan celosamente fueron
declarados en este verso (v.3) como abominables a Dios, así como si ofrecieran
sacrificio humano, perros, o cerdos, y se dice que su culto es tan ofensivo
como si fuera ofrecido a un ídolo.
Un hombre educado por Satanás como ministro de justicia, en todas
las épocas ha tenido éxito en corromper la revelación y ordenanzas Divinas.
Esto es muy aparente a la Iglesia moderna, hasta que los cultos y ceremonias
religiosas, son muy hermosas al criterio humano y tienen atracción para sus
sentimientos religiosos, son declarados por Dios como abominable. ¿La razón?
Simplemente porque el objeto de la fe es algo además que Cristo y Su obra en la
cruz, fuera de ese objetivo Dios no tolera (1 Cor 1:17-18, 23, 2:2).
¿Son todas las expresiones religiosas aceptadas por Dios? El libro
de Isaías termina como empieza (Is 1:16, ss.), con una condena de los ritos religiosos. Una vez más el
libro acierta que no toda expresión religiosa es válida: tanto la religión
marcada por la injusticia y el robo dentro de la comunidad del retorno (Hech. 5) como
las prácticas sincretistas de los paganos. Las prácticas condenadas en el siglo
octavo a.C se vuelven a condenar cientos de años después. Esto nos señala que
la fe bíblica no evoluciona tras la historia hacia la tolerancia para otros
dioses o religiones. Ni entonces ni ahora podrán otros dioses ocupar el trono
del SEÑOR: sus pies no llegan hasta el suelo (Isa.
66:1; cf. 1 Cor.
8:6, ss.). El rechazo de Israel a Cristo en Su primera
venida es marcado en la historia así como el rechazo de Israel a la Verdad en
este texto (v.4), por así decirlo, tomaron la misma actitud. El encogimiento y
deleite de los líderes religiosos se contrasta con el encogimiento y deleite
del Señor.
El verdadero culto a Dios se basa en Su voluntad, Su deleite y Su
Palabra, no en las expectativas, deseos o conceptos personales.
En sí, ¿el texto comunica algo en especial?, claro que sí:
"El ritual sin un cambio de corazón (arrepentimiento - v.2) es tan
abominable a Dios como el homicidio o la ofrenda de animales inmundos". Si
el objeto de culto no se basa en lo que Dios estableció, no hay agrado que
valga a Sus ojos.
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