¿SE PUEDE ALCANZAR UN MAYOR NIVEL DE UNCIÓN?
En el Antiguo Testamento, el ungimiento era algo sumamente particular. Nadie era ungido fuera de la orden explícita de Dios, y no eran muchos los ungidos que existían. Estos ungimientos eran hechos derramando aceite sobre la persona escogida por Dios, para así marcar su sello de “ungido de Dios”, de “escogido”. A través de este acto solemne, el objeto de la unción recibía una capacitación y autoridad especial de Dios para desempeñar un rol exclusivo de esa persona (rey, sacerdote, profeta, etc.).
En el nuevo testamento encontramos la palabra “unción” (gr. Chrisma) solo en dos ocasiones, ambas en el mismo libro y en el mismo capitulo, 1 Juan 2:20 y27. El apóstol Juan está dirigiendo esta porción de la epístola principalmente a combatir las herejías que se estaban infiltrando en la iglesia y que estaban minando las columnas de la fe cristiana. Falsos maestros estaban enseñando que Cristo no se había encarnado y que no era el Hijo de Dios.
La exhortación del apóstol va directamente a que no oigan a otros maestros porque ellos ya conocen la verdad, ya han recibido la “unción del Santo” (1 Jn. 2:20), y no tienen necesidad de que nadie les enseñe nada nuevo. Juan comienza la advertencia en el 1 Juan 2:18, hablando de que muchos anticristos se han levantado, y continúa animándolos:
“Pero ustedes tienen la unción del Santo, y todos ustedes lo saben. No les he escrito porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”, 1 Juan 2:20-22
Es como si él les estuviera diciendo, “¡No abracen otra verdad porque es una mentira! Recibieron el Espíritu Santo que los guía a toda la verdad (Juan 16:13), y ustedes pueden discernir la mentira de la verdad porque han sido ungidos”. Más tarde les afirmará que esa unción no se apartará de ellos sino que “la unción que recibieron de Él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Pero así como Su unción les enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como les ha enseñado, ustedes permanecen en El”.
La unción en el Nuevo Testamento es una alución al Espíritu Santo que ha recibido todo creyente. Este Espíritu Santo que hemos recibido de Dios nos capacita para discernir el error y nos guía a la verdad a través de Su Palabra. Claro está, como bien menciona el Dr. Constable en sus notas sobre 1 Juan, hay factores que al creyente le pueden hacer caer en un error, como un estado deplorable de su vida espiritual, las enseñanzas humanas que absorba o el pecado en su vida.
Nada ha cambiado desde que Juan escribió esta epístola. Vivimos como cristianos siendo atacados constantementes por falsas enseñanzas que quieren minar la solidez, seguridad y pureza de nuestra fe. Y en este mundo, al cual no pertenecemos, los que hemos nacido de nuevo estamos ungidos por Dios con el Espíritu Santo para poder discernir el error de la verdad. Él mismo nos ha dado herramientas como el estudio de Su Palabra, la oración y la meditación para conocer Su voluntad con respecto a todas las cosas.
Si bien es cierto que hay momentos donde el Señor nos capacita para hacer mejor una tarea (quizás al orar o predicar la Palabra, por ejemplo), ¿podemos decir que hay un mayor nivel de unción para el creyente actual? No. El Espíritu Santo que vive en nosotros es Dios mismo, y Dios no tiene variantes en su persona. Él es todo pleno y perfecto. ¡Y que no haya mayor unción es una buena noticia para nosotros! Dios nos ha dado todo en Cristo y como dice Colosenses “Estamos completos en Él” (Col. 2:10-12).
Así como en los días de Juan, tenemos una élite de falsos maestros que aseguran haber recibido revelaciones de Dios sobre cómo alcanzar mayores niveles de poder en la vida cristiana. No hay necesidad de correr detrás de ciertos falsos maestros que aseguran llevarte a un nivel mayor de conocimiento y de unción. Tenemos la unción del Santo que nos guía a la verdad. Y tenemos a Cristo, y Él solo es suficiente.
Así como en los días de Juan, tenemos una élite de falsos maestros que aseguran haber recibido revelaciones de Dios sobre cómo alcanzar mayores niveles de poder en la vida cristiana. No hay necesidad de correr detrás de ciertos falsos maestros que aseguran llevarte a un nivel mayor de conocimiento y de unción. Tenemos la unción del Santo que nos guía a la verdad. Y tenemos a Cristo, y Él solo es suficiente.
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