Proyecto Megiddo: Nuevas Leyes y Milenarismo
Una observación interesante de John Hochman en los
años noventa fue que conforme se acercase el fin de siglo y de milenio en el
año 2000, el número de sectas
destructivas iría en aumento, especialmente las de corte religioso. La
casuística vindicó eventualmente esta proyección (Erdely, 2000:67-80)[1].
Según el Dr. Hochman esto ocurriría no sólo como consecuencia de misticismos
apocalípticos, sino especialmente por
el deterioro general de la sociedad (Hochman, 1990:179-187). La llegada del año
2000, consecuentemente, no provocó una disminución
de frecuencia en la aparición de sectas destructivas. De hecho, la tragedia
sectaria más grande de la era moderna se registró en Uganda, después del 31 de enero de 1999. El 17
de marzo del año 2000 murieron en un suicidio-homicidio ritual en Kanungu,
aproximadamente mil integrantes del Movimiento
para la Restauración de los Diez Mandamientos. Posteriormente, se halló
que previo al suicidio habían sido asesinados por el liderazgo de la secta y
sus cómplices, más de 500 disidentes desilusionados[2].
La cifra total sobrepasó los mil muertos, rebasando así la tragedia de Guyana y
Jim Jones, en 1978 (Erdely, 2001: 117-128)[3].
Para más al respecto, véase: Erdely, Jorge, Suicidios colectivos rituales: un análisis interdisciplinario, en CIENCIA Ergo Sum (Revista científica multidisciplinaria de la Universidad Autónoma del Estado de México) Vol.7, No 1, 2000; pp.67-80.
el
pretexto del apocalipsis
Aunque
es cierto que la tragedia de Uganda se dio en un contexto escatológico apocalíptico, es importante notar que
diferentes organizaciones religiosas tienen distintas maneras de interpretar el calendario cósmico y
pueden ser bastante arbitrarias al respecto. La Verdad Suprema no necesitó
esperar al año 2000 para intentar desencadenar el fin del mundo profetizado por
su líder Shoko Asahara. Realizó sus ataques terroristas en pleno 1995. Por otro
lado, se anticipó que la llegada del nuevo milenio podía ser un factor importante
que propiciaría actos de fanatismo. Tanto así, que gobiernos de Europa, Canadá
y Estados Unidos desarrollaron investigaciones especiales y planes de
contingencia para prevenir actos de violencia a gran escala por grupos
religiosos extremistas. El Proyecto Megiddo del FBI y el reporte de
inteligencia Doomsday Religious Movements de Canadá, en 1999, fueron
expresiones de esa preocupación.
Coincidimos,
sin embargo, con Hochman, sin soslayar la influencia de los factores
milenaristas, en que el deterioro de las estructuras sociales de la cultura
occidental, es un factor mucho más determinante para la multiplicación y
fortalecimiento de las sectas destructivas[4].
Un tratamiento más detallado del tema se presentó en mi ponencia De Guyana a Uganda en el simposio “Nuevos Movimientos Religiosos en Europa y Latinoamérica”. VIII Congreso Latinoamericano de Religiones y Etnicidad. Padua, Italia, 4 de julio, 2000.El tema de los grupos apocalípticos que generan suicidios colectivos y actos de violencia organizada contra la sociedad es bastante amplio. Para profundizar más, véase la segunda edición de mi libro Suicidios colectivos: rituales del nuevo milenio (México DF: Publicaciones para el Estudio Científico de las Religiones, 2002)Para un enfoque analítico sobre atentados terroristas como el del 11 de septiembre de 2001: Erdely, Jorge, Terrorismo religioso: la guerra del siglo XXI (México: Publicaciones para el Estudio Científico de la Religiones, 2001).
La apreciación no pretende ser exhaustiva.
El periodista latinoamericano Ricardo Alemán muestra dos ejemplos clásicos muy ilustrativos en: “La Luz del Mundo y Nueva Jerusalén. Votos cautivos a cambio de impunidad”. Columna Itinerario Político. El Universal, 24 de junio de 2000, pág. A-23.
nuevas leyes en francia y
bélgica para prevenir la explotación sectaria
El Parlamento Europeo y los gobiernos de
Francia y Bélgica, por su parte, se adelantaron a estos acontecimientos mucho
antes. Investigaciones y reportes parlamentarios desde los años ochenta,
observaron escenarios en los que grupos religiosos totalitarios y extremistas
irían refinando estrategias de explotación que infringían los derechos humanos
de sus seguidores y obtenían ventaja de sus vulnerabilidades.
La creación de legislaciones de esa
naturaleza por parte de países con una amplia tradición de defensa de los
derechos humanos y las libertades individuales, presupone un análisis cuidadoso
de casuística y criminalidad que justifican jurídicamente el establecimiento de
leyes que criminalizan específicamente la explotación sectaria. La aprobación
de leyes como estas tiene implícita también otro mensaje: el panorama, en la
era post-fin de milenio se vislumbra
poco halagador pues se prevé un aumento creciente de sectas destructivas,
algunas cada vez más extremistas y poderosas. México es un ejemplo de este
aumento, en este caso vinculado más a causas sociológicas como la corrupción,
que al milenarismo (Alemán, 2000)[5].
El carácter irracional y arbitrario de
los grupos religiosos totalitarios no requiere necesariamente de fechas con
algún significado para desencadenar actos autodestructivos y/o de agresión
organizada contra la sociedad. El pretexto escatológico siempre se puede
inventar. Así lo demuestra el caso de Heaven’s Gate o las varias veces que la
cúpula de los Testigos de Jehová ha hecho fallidas predicciones del fin del mundo
en el último siglo para aumentar su membresía y recibir más donativos. Las
condiciones de deterioro social que menciona Hochman, la crisis de paradigmas
ideológicos, y en el caso de Latinoamérica, los altos índices de corrupción,
impunidad y falta de respeto a los derechos humanos, son elementos que
garantizan que el fenómeno de las sectas destructivas ha llegado para quedarse
e irá en aumento, tanto en frecuencia como en comportamientos extremos.
Lo anterior es confirmado a su vez por la relevancia que el tema de
las sectas ha tomado. En
Latinoamérica estos asuntos ocupan cada vez más espacios en los medios de
comunicación. En vista de esto, es imprescindible contar con marcos analíticos
serios para comprender lo que constituye o no una secta y entender sus dinámicas internas.
Los criterios de investigación deben ser lo más rigurosos posibles y
han de tener siempre en cuenta que agrupaciones pueden ser clasificadas como
secta desde diferentes perspectivas, con distintos propósitos, todos legítimos.
Por ejemplo, los Testigos de Jehová
son considerados una secta por el cristianismo nominal, desde el punto de vista
teológico, por inculcar dogmas que
atacan doctrinas cristianas (Vg. la deidad de Jesucristo). Al mismo tiempo, sociológicamente, se les considera una
secta por impedir, con métodos coercitivos, la transfusión de sangre a sus
adeptos (incluidos menores de edad), lo cual genera muertes innecesarias cada
año y viola el principio IV de la Declaración de la ONU sobre los Derechos del
Niño.
El mundo de hoy es una sociedad que comienza, cada vez más, a pedir
cuentas, y exige que todas las instituciones sean transparentes en sus fines y
métodos de trabajo. Las organizaciones religiosas no están exentas de rendir
cuentas claras, al igual que cualquier otra institución.
[1] Para
más al respecto, véase: Erdely, Jorge,
Suicidios colectivos rituales: un
análisis interdisciplinario, en CIENCIA Ergo Sum (Revista científica multidisciplinaria de la Universidad
Autónoma del Estado de México) Vol.7, No 1, 2000; pp.67-80.
[2] Un
tratamiento más detallado del tema se presentó en mi ponencia De Guyana a
Uganda en el simposio “Nuevos Movimientos Religiosos en Europa y
Latinoamérica”. VIII Congreso Latinoamericano de Religiones y Etnicidad. Padua,
Italia, 4 de julio, 2000.
[3] El
tema de los grupos apocalípticos que generan suicidios colectivos y actos de
violencia organizada contra la sociedad es bastante amplio. Para profundizar
más, véase la segunda edición de mi libro Suicidios
colectivos: rituales del nuevo milenio (México DF: Publicaciones para el
Estudio Científico de las Religiones, 2002)
Para un enfoque analítico sobre
atentados terroristas como el del 11 de septiembre de 2001: Erdely, Jorge, Terrorismo
religioso: la guerra del siglo XXI (México: Publicaciones para el Estudio
Científico de la Religiones, 2001).
[4] La apreciación no
pretende ser exhaustiva.
[5] El periodista
latinoamericano Ricardo Alemán muestra dos ejemplos clásicos muy ilustrativos
en: “La Luz del Mundo y Nueva Jerusalén. Votos cautivos a cambio de impunidad”.
Columna Itinerario Político. El Universal, 24 de junio de 2000, pág.
A-23.
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