Los Cristianos dan por sentado que Jesús existió, mientras que los escépticos lo ponen en duda y opositores del Cristianismo dan por sentado lo contrario.
¿Jesús habrá existido?
Es una pregunta muy válida.
Si Jesús no existió, no murió. Si no murió, no resucitó. Y si no resucitó…pues dice la Biblia que en vano es nuestra fe (1 Corintios 15:14).
El propósito de esta entrada es probar de que hubo una persona, llamada Jesús de Nazaret, conocida como Cristo, en la historia. No intentaré probar la divinidad de Jesús (que Jesús era Dios), ya que eso amerita su propia sección.
¿Lo mejor de todo?
Lo haré sin utilizar la Biblia.
¿Por qué?
Aunque está probado que el Nuevo Testamente es una fuente válida histórica, sólo los escritores que hacen referencia a Jesús sin ceremonias o de forma negativa son fuentes que se pueden considerar como observadores neutrales hasta por los más fuertes escépticos. Por lo tanto, nos quedamos con una colección de escritos que, aunque no dejan una confirmación clara de la deidad de Jesús, sí proveen confirmación de que Él camino sobre la faz de la tierra y fue visto hasta por sus enemigos. Estos testimonios y escritos de fuentes hostiles al Cristianismo (es decir, anti-Cristianas) es de suma importancia porque testifican, no sólo de la realidad de un Jesús histórico, sino que confirman la veracidad de la Biblia. Debemos, pues, mantener en mente que las cosas que dicen los escritos no son muy favorables (ni muy extensos) hacia la persona de Jesús.
Hay muchísimas más fuentes de las mencionadas (si incluímos las fuentes los evangelios gnósticos y otros escritos Gentiles), pero sólo mencionaré los principales autores no-Cristianos y sus escritos, afirmando la existencia de Jesús, fuera de la Biblia.
¿Vale? Vale.
Ahora bien, este documento es una investigación breve sobre algunas fuentes históricas (no-Cristianas y no-Bíblicas) de la existencia de Jesús. Por lo tanto, para hacerlo más amenas, he dividido este documento a base de las diferentes fuentes principales que hay para probar la existencia de Jesús.
No tienes que leerlo todo de primera (aunque tienes la libertad de hacerlo). Puedes brincar a la sección que quieras leer, pulsando el nombre del autor del escrito.
Considerado uno de los historiadores romanos más precisos, Tácito capturó en sus dos obras (Anales e Historias) la historia de Roma entre 14 d.C hasta el 96 d.C. Tácito tuvo la oportunidad de ver subir al poder a más de una docena de emperadores romanos y tenía a su disposición los archivos oficiales de todo el imperio. Tan importantes son sus obras, que la gran mayoría de lo que se conoce (y se enseña) de historia romana en las universidades alrededor del mundo se debe a lo que este hombre escribió.
Tácito, en su obra Anales (libro 15, capítulo 44), habla de Cristo, Poncio Pilato y una masiva ejecución de Cristianos y hasta del fuego de seis días que provocó el emperador Nerón (luego culpando a los Cristianos por ello) y destruyó mucho de Roma en 64 d.C.:
“Consecuentemente, para deshacerse del reporte, Nerón puso el remordimiento e infligió las torturas más esquisitas en una clase odiada por sus abominaciones, llamados Cristianos por la población1. Cristus, de dónde el nombre tiene su origen2, sufrió la extrema penalidad durante el reinado de Tiberio3 a manos de uno de nuestros procuradores, Pontius Pilatus4, y una superstición traviesa, suprimida por un tiempo5, regresó no sólo a Judea6, de donde primero ocurrió este mal7, pero hasta en Roma8, donde todo lo vil y vergonzoso de toda parte del mundo encuentra su centro y se populariza9. En consecuencia, se hicieron arrestos a todos aquellos que se declararon culpables10; entonces, con su testimonio, una inmensa multitud fue condenada, no tanto por el crimen de quemar la cuidad, pero por odio a la humanidad11. A sus muertes de les añadió burlas de todas clases. Cubiertos con pieles de animales, fueron desgarrados por perros y murieron, o fueron crucificados, o condenados a las llamas y quemados, sirviendo de iluminación en la noche cuando ya no había luz del día12. Nerón ofreció sus jardines para los espectáculos, y los exhibía en el circo, mientras compartía con las personas vestido de auriga o permanecía de pie en su carruaje. Por lo tanto, aún en los criminales, que merecían castigo extremo y ejemplar, alzaba un sentimiento de compasión13; pues destruirlos no era, al parecer, para el bien público, sino para saturar la crueldad de un hombre.14“
Este informe de Tácito nos menciona muchas cosas (explícitas e implícitas) con relación a Cristo y los Cristianos que vivían en Roma para la década de los 60s d.C. Según lo anterior, extrapolamos lo siguiente:
(1) Los Cristianos eran odiados
(2) Se les decía Cristianos tras su fundador “Cristus” (“Cristo” en Latín)
(3) Fue durante el reinado de Tiberio
(4) Sentenciado a muerte por “Pontius Pilatus” (“Poncio Pilato” en Latín)
(5) La muerte de Cristo, apagó la “superstición” (Cristianismo) por un tiempo
(6) Resurgió la “superstición”
(7) Nombra el origen del Cristianismo (Judea)
(8) Los seguidores llevaron la doctrina a Roma
(9) Se regó el Evangelio y se popularizó
(10) Los Cristianos se declararon culpables a sí mismos de predicar a Cristo
(11) Se les culpó a las multitudes de Cristianos, no sólo por el fuego sino por “odiar a la humanidad”
(12) Fueron torturados
(13) Tan severas eran las torturas, que se elevó un sentimiento de compasión hacia ellos
(14) Tácito concluye que la destrucción de los Cristianos fue por saturar la crueldad de Nerón.
Poco se conoce sobre este historiador, salvo a que era el secretario principal del Emperador Adrian entre 117 y 138 d.C., fue amigo de Plinio el Jóven y tenía acceso a los documentos oficiales del imperio. En su escrito titulado “Las vidas de los doce césares“, Suetonio hace dos breves referencias que confirman varias cosas: a Jesús como parte de la historia, que los Cristianos eran torturados y confirma lo establecido en la Biblia en Hechos 18:2.
En el quinto libro, que trata con el Emperador Claudio (titulada: Vida del Divino Claudio), Suetonio comenta:
“Como los judíos en Roma provocaban tantos disturbios instigados por Cristo, él [Claudio] los expulsó de la cuidad.”
En este próximo pasaje, Setonio se refiere a una serie de motines que se desataron en una gran comunidad judía de Roma en el año 49 d.C. y, como resultado, los Judíos fueron expulsados de Roma.
La segunda referencia que menciona Suetonio es de cómo los Cristianos eran torturados por Nerón:
“Luego del gran fuego de Roma […] castigos fueron infligidos en los Cristianos, una secta profesando una traviesa nueva creencia religiosa.”
En esta segunda cita, es interesante notar que describe – al igual que Tácito – el Cristianismo como “travieso” y el término “Cristianos” para identificar este grupo de seguidores de las enseñanzas de Cristo.
Josefo nació en 37 o 38 d.C y murió en el 97 d.C. Nació a una familia sacerdotal y se convirtió en Fariseo a los 19 años. Luego de sobrevivir una batalla contra los Romanos, sirvió como comandante Vespasiano en Jerusalén. Después de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C, se mudó a Roma, donde terminó sus días como historiador de la corte oficial.
Las Antigüedades es uno de sus trabajo más importantes y expone valiosa evidencia (y disputada) en relación a Jesús. Como fue publicado entre 90-95 d.C., es una obra que es más temprana que la de otros historiadores Romanos. Josefo hace referencia a Jesús, dentro de la historia de Palestina en el primer siglo. La primera es muy breve (se encuentra en el libro 20, sección 200), y hace referencia a Jacobo (llamado Santiago, el de la epístola):
“el hermano de Jesús, que era llamado Cristo.”
Esto confirma lo que dice la Biblia sobre la relación familiar entre Jacobo y Jesús, además de señalar la creencia de que Jesús era el Cristo o Mesías.
La segunda referencia es fácilmente la más importante y la más debatida, ya que algunas palabras parecen aparecer gracias a extrapolación de Cristianos. Esta porción se encuentra en el libro 18, sección 3:
En este tiempo estaba Jesús, un hombre sabio, si se le puede llamar hombre. Por que él hacía increíbles hazañas […] Él era [el] Cristo […] él se les apareció vivo en el tercer día, tal como los profetas divinos habían predicho estas y diez mil otras cosas maravillosas en relación a él.”
Como Josefo era judío, es probable que no hubiese hablado de Jesús de esta manera. El origen nos informa que Josefo no creía que Jesús era el Mesías – sin embargo, Eusebio cita el pasaje en cuestión – incluyendo estas frases que mencioné. Por lo tanto, muchos expertos entienden que, por lo menos las partes que son “palabras Cristianas” en la cita, fueron interpoladas por Cristianos. Pero, otros estudiosos, apoyan el fin original. El Dr. Michael Licona menciona que, según el experto en Josefo llamado Lewis Feldman, ningún erudito de Josefo debate el hecho de que Josefo haya mencionado a Jesús, aunque casi todos piensan que ésta porción ha sido alterada.
No obstante, hay buena razón para pensar que – a pesar de las “palabras Cristianas” – la mayoría del texto es genuino: no hay evidencias textuales en contra de la idea de Jesús presentada, fue escrita en el mismo estilo que Josefo y hay buena evidencia de manuscritos para apoyar este texto.
En el 1972, el profesor Schlomo Pines de la Universidad Hebrea en Jerusalén publicó los resultados de un manuscrito árabe que contenía lo que dijo Josefo sobre Jesús, más temprano que otras copias. Eso significa que lo que se encontró en este manuscrito fue ANTES de que el escrito fuese alterado por Cristianos. Se piensa que esto es lo que Josefo verdaderamente escribió:
“En este tiempo, había un hombre sabio llamado Jesús. Su conducta era buena y era conocido como virtuoso. Y muchas personas de entre los Judíos y otras naciones se hicieron sus discípulos. Pilato lo condenó a ser crucificado y morir. Pero aquellos que se habían hecho sus discípulos no abandonaron su discipulado. Reportaron que él se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo; en consecuencia, que tal vez era el Mesías, de quién los profetas han relatado maravillas.”
Dados estos estudios, se ha eliminado la línea problemática “si se puede llamar hombre”, ya que los manuscritos sólo mencionan que era un hombre sabio. Además se eliminó que “hacía increíbles hazañas”, las palabras “él era [el] Cristo” fue remplazado por “tal vez era el Mesías” y, en lugar de afirmar que “apareció vivo al tercer día”, ahora lee: “reportaron que él se les había aparecido”.
En fin, tomando en cuenta toda su obra, ¿Josefo menciona a Jesús?
Sin duda alguna.
Plinio el Joven era el gobernador Romano de Asia Menor y se le conoce por su hermosa forma de escribir cartas. Sus cartas eran tan elocuentes que fueron recopiladas en libros y publicadas; llamadas Epistulae. La carta que nos interesa fue escrita alrededor de 112 d.C., en el décimo (y último) libro de sus cartas. Esta carta no menciona a Jesús directamente, pero sí habla de las creencias y tradiciones de los primeros Cristianos – hasta detalla la lealtad a Cristo hasta la muerte.
Todo fue detallado en una carta que le escribió al Emperador Trajano, en la cual Plinio pregunta sobre cómo manejar a los Cristianos en la región de Bitinia. La carta se llama Epistulae X.96
De la carta, conocemos que Plinio se ocupó personalmente de los Cristianos que arrestaban. Les preguntaba si eran creyentes en Cristo, si afirmaban, les preguntaba dos veces más bajo amenaza de muerte. Si persistían en sus creencias, los ejecutaba. Algunas líneas de su carta son dedicadas a cómo torturaba para obtener información de unas mujeres esclavas que eran diaconisas y de cómo lograba que algunos renunciaran a Cristo y blasfemaran su nombre.
La carta es bastante larga, por lo cual pongo un fragmento de interés:
“Mientras tanto, el método que he utilizado hacia aquellos que me han denunciado como Cristianos es el siguiente: les pregunto sin son, verdaderamente, Cristianos; si lo confiesan, le repito la pregunta dos veces más, añadiendo la pena de muerte; si aún perseveran, ordeno su ejecución.[…] Ellos afirman que tenían el hábito de reunirse ciertos días fijos antes de la salida del sol y cantaban himnos […] a Cristo, como si fuese Dios, y se comprometían a un juramento solemne de no hacer cosas malvadas, nunca cometer fraude, robo o adulterio, nunca falsificar sus palabras ni a negar una deuda cuando se les pide que la rectifiquen; después de todo, era su costumbre dividir y reunirse para cenar – pero comida ordinaria e inocente.”
Esta carta mereció una respuesta del Emperador Trajano – que actualmente es publicada con los escritos de Plinio – en la cual dijo:
“El método que practicas, mi querido Plinio, en los casos de aquellos que se denuncian como Cristianos es extremadamente apropiado. No es posible poner alguna regla general que se pueda aplicar a los casos de esta índole. No se debe hacer búsquedas a estas personas; cuando sean denunciados y culpables, deben ser castigados; con la restricción de que si alguien niega ser Cristiano, debe probar que no lo es (adorando a nuestros dioses) y será perdonado, aunque haya sido encontrado sospechoso. Información que no incluya el nombre del acusador no debe ser admitida en contra de nadie, ya que presenta un presedente peligroso, que no es agradable al espíritu de la época.”
Estas condiciones impuestas por el Emperador Trajano nos muestran las opiniones oficiales de los Romanos ante el Cristianismo. Aunque la persecusión era un problema y muchos Cristianos murieron sin haber cometido crímenes, es interesante ver que – contrario a la opinión popuplar – el primer siglo no fue el peor de la persecusión de los creyentes. Las restricciones de Trajano a Plinio, por lo menos, indica que no era un masacre al por mayor. Sin embargo, la persecusión era real y muchos murieron a causa de su fe.
Si Jesús nunca existió, ¿por qué el gobierno de Roma tenía este “problema”?
Este escritor satírico griego escribió de forma muy burlona sobre Jesús y los Cristianos en su obra “Sobre la Muerte del Peregrino.” Su propósito era criticar a los Cristianos porque eran personas crédulas, con poco criterio, que dejaban que cualquier persona fuese su maestro y lo apoyaban hasta hacerlos ricos. En el proceso de su crítica, Luciano de Samosata menciona algunos datos importantes sobre los Cristianos y Jesús:
“Los Cristianos, ya saben, adoran a un hombre hasta este día – el personaje distinguido que presentó sus novedosos ritos y fue crucificado por ello […] Como ven, estas criaturas equivocadas comienzan con la convicción general de que son inmortales por la eternidad, que explica el desprecio a la muerte y a la auto-devoción que es tan común entre ellos; y luego, su dador de ley original, les impuso que eran todos hermanos, desde el momento que se convierten, y niegan los dioses de Grecia y adoran al sabio crucificado, y viven de acuerdo con sus leyes.”
Lo que nos dice Luciano de Samosata es que Jesús era adorado por los Cristianos y que Jesús introdujo nuevas enseñanzas en Palestina (sabemos que es Palestina porque Luciano lo menciona en la Sección II – no citata aquí – de este mismo libro) y que fue crucificado a raíz de estas enseñanzas.
Además menciona que los seguidores de Jesús seguían una doctrina que Jesús mismo impuso, que incluía cosas como: todos eran hermanos desde que se convertían, se negaban los falsos dioses Griego, se adoraba a Jesús y se vivía según Su ley. No sólo eso, sino que los Cristianos se decían seguidores de Jesús e inmortales, y esto explicaba su voluntariosa manera de enfrentarse a la muerte.
Es interesante que Luciano de Samosata mencione a Jesús como “sabio.” En un contexto griego, esto era compararlo con los filósofos y otros hombres sabios.
A través del libro, Luciano de Samosata dice unas cuantas cosas más sobre los Cristianos; entre ellas, que estos Cristianos:
- Aceptaban las enseñanzas de Jesús por fe.
- Practicaban su fe pasando por alto las posesiones materiales (Luciano menciona que “esto es revelado por las propiedades en común que tenían los creyentes.”)
- Los Cristianos tenían “escritos sagrados” que leían con frecuencia.
- Cuando algo afectaba su comunidad “no escatimaban ningún costo ni problema.”
- Luciano nota que “personas poco escrupulosas se aprovechaban de los Cristianos.”
Lo que me gusta de este escritor es que mucho de lo que escribe no se encuentra en otras fuentes fuera de la Biblia.
Si Jesús no existió, ¿por qué perder tiempo criticando a un ser ficticio y sus seguidores?
El Museo Británico es dueño del manuscrito de una carta escrita entre fines del Siglo I y principios del Siglo III. Su autor es un hombre siriano que escribía desde la cárcel para motivar a su hijo, Serapión, para que imitase a los maestros sabios del pasado:
“¿Qué ventaja obtuvieron los atenienses de matar a Sócrates? Hambre y peste vino sobre ellos como castigo de su crimen. ¿Qué ventaja obtuvieron los hombres de Samos cuando quemaron a Pitágoras? En un momento su tierra fue cubierta por arena. ¿Qué ventaja consiguieron los judíos al ejecutar su Sabio Rey? Fue justo después de ello que su reino fue abolido. Dios vengó con justicia a estos tres hombres sabios; los atenienses murieron de hambre, los Samios fueron anegados por el mar; los judíos arruinados y echados de sus tierras, viviendo en completa dispersión. Pero Sócrates no murió para siempre, vivió en la estatua de Hera. Ni el Sabio Rey murió para siempre; vive en las enseñanzas que dio.”
De aquí podemos reconocer que Jesús era considerado un hombre sabio y virtuoso, siendo referido como el “Sabio Rey” de los Judíos – posiblemente por el título que fue puesto sobre su cabeza en la Cruz. También vemos que Jesús fue injustamente crucificado por los judíos y éstos sufrieron las consecuencias de sus hechos. Por último, que Jesús vive en las enseñanzas que dio – indicando que habían Cristianos que seguían sus mandatos y que el mismo Mara Bar Serapión no era Cristiano, sino que sigue los pasos de Luciano y otros comparando a Jesús con hombres sabios y filósofos de la época.
Cabe notar que lo que menciona Mara bar Serapión sobre Samos no es del todo certero, pero se ha probado que lo referente a Sócrates y Jesús si.
Conclusión
Para que tengan una idea, en la literatura de la época (colectivamente), Jesús es mencionado más veces que el Emperador que había en Su tiempo (Claudio Tiberio), tan así que sin utilizar la Biblia hay unos 130 datos sobre la persona de Jesús que pueden ser conocidos sin tocar una Biblia.
Obviamente, las fuentes más extensas sobre Jesús son Los Evangelios que son incluídos en la Biblia. Sin embargo, poder poner a Jesús como un personaje histórico fuera de las páginas de la Biblia dice mucho sobre lo que la Biblia nos ofrece como fuente histórica y sobre los fundamentos de los que, como Cristianos, afirmamos.
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