Jesús sufrió una de las formas más dolorosas y duras de pena capital jamás imaginada. Expertos médicos, historiadores y arqueólogos han examinado en detalle la ejecución que Jesucristo voluntariamente soportó.
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53:3-7.
Todos coinciden en que Él sufrió una de las formas más duras y dolorosas de pena capital jamás imaginada por el hombre. He aquí un breve sumario de algunas cosas que sabemos de la historia, la arqueología y la medicina acerca de sus últimas horas...
UN SUFRIMIENTO INTENSO, INCLUSO ANTES DE QUE SE INICIARA LA VEJACIÓN
Jesús tenía el peso del mundo sobre sus hombros. Incluso antes de que la crucifixión empezara Él mostraba claramente síntomas físicos relacionados con un intenso sufrimiento. La noche antes de la ejecución sus discípulos dicen haber visto a Jesús en agonía sobre el Monte de los Olivos.
No tan sólo no durmió en toda la noche, sino que parece haber estado sudando abundantemente... tan grande era el sufrimiento, que pequeños vasos sanguíneos se rompían en sus glándulas sudoríparas y emitían gotas rojas tan grandes que caían al suelo (Lucas 22:44). Este síntoma de intenso sufrimiento se llama hematohidrosis.
Jesús estaba físicamente agotado y en peligro de sufrir un colapso si no recibía líquidos (lo cual aparentemente no sucedió). Este es el hombre al cual los soldados romanos torturaron.
TORTURADO Y AZOTADO CON LÁTIGOS ROMANOS
Habiendo pasado por manos judías, ahora era el turno de los romanos. Se sabe que los golpes infringidos por los soldados romanos, eran muy sangrientos, dejando heridas por todo el cuerpo.
Los romanos diseñaban sus látigos para cortar la carne de los cuerpos de sus víctimas. Estos golpes fueron creados para ser dolorosos hasta el extremo. También causaría una concentración de líquido alrededor de sus pulmones. Además, una corona de espinas fue impuesta sobre su cuero cabelludo la cual era capaz de irritar gravemente los nervios más importantes de su cabeza, causando un dolor cada vez más intenso y muy agudo, a medida que las horas pasaban.
En el estado de sufrimiento de Cristo, estos golpes eran suficientes para matarle.
SU CUERPO ESTABA HORRIBLEMENTE MAGULLADO, CORTADO Y SANGRANTE. TRAS NO HABER TENIDO NINGÚN ALIMENTO DURANTE MUCHAS HORAS, Y DESPUÉS DE HABER PERDIDO LÍQUIDOS POR MEDIO DE ABUNDANTES HEMORRAGIAS, JESÚS ESTARÍA GRAVEMENTE DESHIDRATADO. ESTA TORTURA BRUTAL CIERTAMENTE LE HABRÍA LLEVADO A LO QUE LOS MÉDICOS LLAMAN COLAPSO (SHOCK), Y EL COLAPSO MATA.
Además, Jesús fue obligado a cargar con el travesaño de madera sobre el cual moriría. ¡Imagine el efecto de llevar con una carga pesada si usted estuviera en esa condición!
CRUCIFIXIÓN
Al ser colgado completamente desnudo ante la multitud, el dolor y el daño causado por la crucifixión fue concebido para ser tan sumamente intenso que uno anhelaría constantemente la muerte, pero podría perdurar días sin ningún desahogo.
Según el Dr. Frederick Zugibe, la perforación del nervio medio de las manos por un clavo puede causar un dolor tan increíble que ni siquiera la morfina sería de ayuda, un dolor intenso, ardiente, horrible, como relámpagos atravesando el brazo hacia la médula espinal. La ruptura del nervio plantar del pie con un clavo tendría un efecto así mismo horrible.
Además, la posición del cuerpo sobre una cruz pesada hace extremadamente difícil la respiración.
Frederick Farrar describe el efecto torturador pretendido: Porque de hecho una muerte por crucifixión parece incluir todo lo que el dolor y la muerte puedan tener de horrible y espantoso: vértigo, calambres, sed, inanición, falta de sueño, fiebre, tétano, vergüenza, publicación de la vergüenza, larga duración del tormento, horror de la anticipación, mortificación de las heridas no cuidadas; todo intensificado hasta el punto en el que puede ser soportado, pero llegando hasta un poco por debajo del punto que daría al suficiente el consuelo de la inconsciencia.
Un médico lo ha llamado “una sinfonía del dolor” producida por cada movimiento, con cada inspiración; incluso una pequeña brisa sobre su piel podría causar un dolor intenso en ese momento.
El médico, Dr. Frederick Zugibe, cree que Cristo murió de un colapso debido a la pérdida de sangre y líquido, más un choque traumático por sus heridas, además de una sacudida cardiogénica que causó que el corazón de Cristo sucumbiera.
En la hora novena (el instante en el cual un cordero era sacrificado cada día en el templo judío), Jesús clamó a gran voz, diciendo, “Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?” que traducido es “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” Y poco después murió tras decir “Todo está cumplido”. Más o menos en ese momento es probablemente cuando se hacía sonar el cuerno de carnero sacerdotal ese día, anunciando que el sacerdote había completado el sacrificio del cordero por los pecados de Israel.
También en ese momento, la grande y gruesa cortina que cerraba el lugar Santísimo se desgarró de arriba a abajo. Marcos 15:34 y Mateo 27:46.
James Thompson cree que Jesús no murió por agotamiento, ni por los golpes o por las tres horas de crucifixión, sino que murió por agonía de la mente la cual le produjo el rompimiento del corazón. Su evidencia viene de lo que sucedió cuando el soldado romano atravesó el costado izquierdo de Cristo. La lanza liberó un chorro repentino de sangre y agua (Juan 19:34). No tan solo prueba esto que Jesús ya estaba muerto cuando fue traspasado, sino que Thompson cree que ello también es una evidencia del rompimiento cardíaco. El renombrado fisiólogo Samuel Houghton cree que tan solo la combinación de crucifixión y ruptura del corazón podría producir este resultado.
Cerca del fin, un criminal junto a Él se burló, “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Poco sabía este pecador que el hombre al cual él hablaba estaba colgado allí voluntariamente.
Jesús permaneció en su agonía y vergüenza, no porque era impotente, sino por su increíble amor por la humanidad.
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