¿DEFENDIÓ DIOS A CAIN?
Por: Samuel Vila
En Génesis 9:6 leemos que Dios dijo a Noé: «El que derrame
sangre de hombre por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de
Dios es hecho el hombre.» En cambio, Caín derramó la sangre de su hermano, y
cuando espantado de que alguien vengaría al inocente y pacífico Abel dijo:
«Cualquiera que me encuentre me matará», Dios le respondió que el que le matare
a él, sería castigado siete veces, y puso señal en Caín para que no le matase
cualquiera que le hallare. ¿No hay aquí una contradicción y una injusticia?
Ya hemos indicado en el artículo anterior que los padres de
la Iglesia se imaginaban la misma señal como un castigo para Caín, y bien puede
ser así, pues ninguna otra marca podía ahuyentar de él los posibles agresores o
vengadores de su hermano, si no fuera algo que causara terror de por sí. Los
judíos tienen una tradición de que Caín murió asesinado por Lamec, basando esta
idea en los versículos 23 y 24 del propio capítulo 4 del Génesis. Pero esta
hipótesis no es aceptable porque en este pasaje se dice claramente que Lamec
mató a un joven y en el tiempo aquel, Caín debía ser ya un anciano.
Pero, ¿por
qué Lamec cita este pasaje de Caín y la promesa que Dios le hizo para afirmar
que quien se atreviera a atacarle a él, sería vengado, no siete, sino setenta
veces? El doctor J. E. Sinynque, citado en el libro The Christian Armoury, del
doctor V. R. Bradlaugh, dice: «Yo creo que el primer miembro de esta frase es
elíptica y el segundo se refiere a Caín mismo, con lo cual se leería así:
"Por tanto cualquiera que matare a Caín será castigado; él siete
veces", por lo que el castigado con un castigo diferido siete veces, sería
el propio Caín.
Esta fue la interpretación de los padres al atribuir la señal
a una figura horripilante y una enfermedad penosa. Pero ¿por qué siete veces?
¿Qué significado tiene en tal caso esta expresión? Juntando la interpretación
de los padres con la de los judíos, podría deducirse que Caín fue castigado con
una vida errante y difícil; pero además que se vería atacado y herido siete
veces hasta que un joven atacante terminó con su vida. El mismo joven
intentaría matar a Lamec, pero este último lo mató a él. Este hecho provocaría
en Lamec el recuerdo de la historia de Caín.
Lamec habla con vanagloria, más
bien que con esperanza, de que Dios le vengaría a él, un homicida y polígamo,
setenta veces, o sea diez veces más que a Caín. El no esperaba en la venganza
de parte de Dios, sino en su propia valentía, admirando la de su antecesor,
Caín, a quien él habría vengado, de paso, al matar al mancebo que le mató;
recalcando así, no la venganza de Dios, sino su propia bravura.
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