¿ES JUSTO QUE DIOS CASTIGUE A LOS HIJOS POR EL PECADO DE LOS PADRES?
Por: Samuel Vila
En Éxodo 20:5, Dios dice, condenando el culto de las imágenes: «Porque
yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre
los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y hago
misericordia a los que me aman y guardan mis mandamientos.» En cambio, en
Ezequiel 18:20, leemos: «El alma que pecare, ésta morirá; el hijo no llevará el
pecado del padre, ni el padre el pecado del hijo, la justicia del justo será
sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.»
Esta aparente contradicción tiene una explicación bien lógica. En Éxodo
20, Dios habla a los israelitas como Creador, al dar la ley moral de un modo
solemne, y desde el punto de vista natural esto es lo que ocurre con el pecado.
El sufrir los hijos por los pecados de los padres es meramente una expresión de
la ley de causa y efecto, es una ley natural inevitable, ampliamente confirmada
por la experiencia. Suponed a un padre borracho; ¿no sufren los inocentes hijos
las consecuencias? Asimismo, si el padre es indolente, imprevisor o criminal,
la pobreza, miseria y vergüenza del padre no recae dolorosamente sobre sus
hijos? Si un padre ha sido un degenerado sexual y arruina su salud, es bien
cierto que los hijos heredarán las consecuencias en enfermedades de diversas clases;
aun la ceguera, ha sido muchas veces resultado de los pecados de un padre
degenerado.
No puede ser de otra manera si
el mundo ha de mantenerse sobre leyes fijas. Dios tendría que estar haciendo
continuos milagros para evitar las consecuencias naturales del pecado, y a este
procedimiento llamarían los escépticos esclavitud. Dios ha dejado al hombre
libre y responsable de sus actos; no está dispuesto a coaccionarle a cada
momento mediante milagros, por razón de su proceder. Esto es muy lamentable desde
el punto de vista humano, pero no puede ser de otra manera en un mundo que se
halla a prueba para que se manifieste lo que da de sí el pecado. Pero Dios está
mirando las vidas humanas no desde el punto de vista de la vida temporal, que
es a todas luces indeciblemente corta comparada con la eternidad. Un hombre que
ha sufrido por culpa de otros acá, puede tener por la misma razón «un más
abundante peso de gloria» y viceversa. Un Hitler que ha vivido rodeado de todos
los placeres y de la satisfacción que produce la autoridad indiscutible y que
murió no en un lecho, sino suicidándose tras de un banquete, creemos que tendrá
un castigo terrible en la eternidad.
Esta antigua afirmación bíblica ha quedado demostrada y explicada por
los recientes descubrimientos científicos acerca de los cromosomas y los genes
en los protozoarios del esperma humano que fecundan el óvulo femenino. Esto es lo que expresa el apóstol Pablo en
2.a Corintios 4:16-17 y San Pedro en la 1. Pedro 1:7, en cuanto a los fieles y
respecto a los impíos; bien claro lo dice Jesús en Lucas 12:47-48 y en
Apocalipsis 20:12. Pero Dios, en la revelación progresiva de su voluntad,
mientras que por una parte expresa en Éxodo 20 lo que ocurre por ley natural,
en Ezequías 10:20 nos da a conocer su voluntad moral, a la vez que su
llamamiento para que el impío se vuelva de su mal camino para obtener el perdón
y logre consecuencias muy diferentes a las que encontraría si perseverase en
él. Asimismo el justo, si se mantiene en el camino del bien y de la piedad.
Pero si se desviare del camino y obrare el mal, recibirá las consecuencias de
su desvío: Como lo reitera en Hechos 10:38« «Si se retirare no agradará a mi
alma.»
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