CASTIGO DEL AMO
Por: Samuel Vila
«Y si alguno hiriese a su siervo,
o a su sierva, con palo, y muriere bajo de su mano, mas si durare por un día o
dos, no será castigado, porque su dinero es.» (Éxodo 21:20, 21.)
¿Cómo entenderemos este texto?
¿No expresa una flagrante injusticia? Para la ética cristiana sí. Pero
debemos tener presente que se trata de una ley nacional para un pueblo que
acaba de salir de la esclavitud del país más civilizado del mundo de entonces, siendo este precepto
divino muy superior a los vigentes entre las gentes bárbaras de aquellos
tiempos. Nada importaba al esclavista civilizado o bárbaro «amo absoluto de
vida y hacienda» de su siervo, matar con palo al siervo desobediente. Ninguna
ley le protegía. El esclavo era para el amo de entonces como el soldado para el
militarista de hoy: «carne de cañón». Los esclavos eran en aquel tiempo
substitutos de máquinas. «Se llena la mente de horror al pensar en los millares
de presos de guerra, reducidos a esclavitud, y en los de trabajos forzados que
hubieron de morir bajo los golpes de los capataces», dice un escritor.
Mucha gente prefería la muerte a
los horrores de la esclavitud.» ¡Qué bendición divina era, pues, una ley como
ésta que establece el justo castigo para quien mate con palo a su siervo, y
esto según juzgasen los árbitros o jueces (vers. 22, 23 y 26). Respecto a «si
durare por un día o dos no será castigado porque su dinero es», se ve por el
contexto que la idea es que si el apaleado no muere en el acto, sino que
sobrevive, el dueño irascible no será castigado de muerte, como declara el
versículo 23, ley también bastante dura. El amo israelita, cuando castigaba a
un esclavo, tenía que cuidarse muy mucho dónde pegaba, y no causarle a su
siervo ninguna herida mortal, pues iba en ello su propia vida, pero si el
siervo moría tres días después, podía deducirse que el amo no había pegado en
ninguna parte vital, no era culpado de asesinato, pero la pérdida del esclavo
sería su castigo. Había perdido a su siervo, educado en su hogar y que muchas
veces era querido casi como un hijo. Esta ley israelita resultaba muy
beneficiosa y favorable a los esclavos, para la civilización de aquellos
tiempos.
En nuestros días, a causa de la
ética superior que trajo al mundo la doctrina de Cristo que nos manda hacer a
los demás lo que quisiéramos se hiciera con nosotros, y ordena amar aun a
nuestros mismos enemigos, ha sido abolida la esclavitud. No debemos olvidar que
fue la conciencia cristiana de los primeros siglos que originó la abolición de
la esclavitud en la sociedad greco-romana, aun cuando más tarde fue casi
restaurada bajo el dominio godo por el feudalismo, cuando degeneró el
cristianismo en un sistema de rituales externos en la Edad Media, y por último
volvió a ser establecida con la raza negra. Los verdaderos cristianos, nacidos
de nuevo, siempre estuvieron en contra de semejante iniquidad.
Cristianos fervorosos fueron
Livingstone, Wilberforce, Abraham Lincoln, y en nuestros días Martin Lutero
King, que combatió, no ya la esclavitud, pero sí la segregación y la diferencia
de clases, y tal ha sido el caso con la mayor parte de los hombres que se han
esforzado en favor de la libertad y de los derechos humanos. Hoy día, en las
naciones más avanzadas en moralidad, está prohibida la tortura y el maltrato
aun de los delincuentes, llegando al otro extremo de benevolencia que ha
contribuido a fomentar la criminalidad y el terrorismo; tal es el corazón
humano. Pero debemos hacernos cargo de lo diferentes que eran las condiciones
de vida en los tiempos de Moisés, cuyas leyes tenían que acomodarse a las leyes
y civilización de aquellos tiempos; de otro modo nadie las hubiera respetado
por ser demasiado diferentes a las costumbres establecidas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.