¿SON LÍCITOS LA ESCLAVITUD Y EL DIVORCIO?
Por: Samuel Vila
Jesús declaró en Mateo 19:1-12 ser la voluntad de Dios el
matrimonio perpetuo con una sola mujer, doctrina que había sido ya enfatizada
por Malaquías en el capítulo 2:14-16 de su profecía.
Sin embargo, en
Deuteronomio 21:10-14, leemos: «Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y
Jehová tu Dios los entregue en tu mano y tomes de ellos cautivos, y Muchos
expertos declaran que habría sido, a la larga, mucho más económico para las
Naciones Unidas pagar viajes de transporte a Australia de todos los palestinos
en los años 1948 a 1950, que ayudarles a vivir en los campos de refugiados de
Jordania y Libia por casi medio siglo.
Hoy estarían estas gentes dando
productos al mundo y viviendo felizmente con sus familias, en granjas
agrícolas, y no trayendo a los judíos y a otras naciones del mundo de cabeza
con su terrorismo veas entre los cautivos a alguna mujer hermosa y te enamores
de ella y quieras tomarla por mujer, la meterás en tu casa y ella rapará su
cabeza y cortará sus uñas y se quitará el vestido de su cautiverio y se quedará
en tu casa y llorará a su padre y a su madre un mes entero y después podrás
llegarte a ella y tú serás su marido y ella será tu mujer. Y si después no te
agrada, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero ni la tratarás como
esclava, por cuanto la humillaste.» ¿No favorece este texto el concepto de
esclavitud, así como los de fornicación y de divorcio?
Fijémonos, en primer lugar, que no es Dios quien está
hablando en este texto, pues el autor, Moisés, habla en tercera persona en el
vers. 10, al decir: «Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y Jehová tu
Dios los entregue en tu mano.» Por tanto, no se trata de algo como los Diez
mandamientos, que Dios mismo los pronunció, sino de una regla impuesta por
Moisés. Lo mismo puede decirse acerca del divorcio. Dios no instituyó el
divorcio, sino que fue Moisés por permisión divina; no por precepto divino, tal
como Jesús dice, en Mateo 19:8: Fue Moisés quien lo hizo, y nos da la razón:
«Por la dureza de vuestro corazón», no porque Dios lo mandara. Dios no podía en
aquellos tiempos dictar disposiciones de moral cristiana supercivilizada, pero
consintió que Moisés, no El, acomodándose a las circunstancias de la época,
dictara las mejores leyes que era posible en aquellas circunstancias.
Filón de
Alejandría dice: «Esta es una ley admirable. Por un lado, en vez de tolerar las
licenciosas costumbres y las leyes de otras naciones que autorizaban la satisfacción
inmediata de las pasiones sexuales, la ley de Israel mantenía al soldado
durante 30 días en restricción de sus instintos carnales y le permitía conocer
a la mujer que de momento había cautivado su atención, desprovista de sus galas
artificiales. Por otro lado, esta ley era un bálsamo para las penas de la
cautiva que había visto morir a sus parientes y quizás a su propio marido en la
guerra, luchando.» (Véase la respuesta núm. 9 sobre Éxodo 21:20-21.)
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