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14 jul 2017

¿ES JUSTO QUE DIOS CASTIGUE A LOS HIJOS POR EL PECADO DE LOS PADRES?

¿ES JUSTO QUE DIOS CASTIGUE A LOS HIJOS POR EL PECADO DE LOS PADRES? 

En Éxodo 20:5, Dios dice, condenando el culto de las imágenes: «Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y hago misericordia a los que me aman y guardan mis mandamientos.» En cambio, en Ezequiel 18:20, leemos: «El alma que pecare, ésta morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre el pecado del hijo, la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.»

Esta aparente contradicción tiene una explicación bien lógica. En Éxodo 20, Dios habla a los israelitas como Creador, al dar la ley moral de un modo solemne, y desde el punto de vista natural esto es lo que ocurre con el pecado. El sufrir los hijos por los pecados de los padres es meramente una expresión de la ley de causa y efecto, es una ley natural inevitable, ampliamente confirmada por la experiencia. Suponed a un padre borracho; ¿no sufren los inocentes hijos las consecuencias? Asimismo, si el padre es indolente, imprevisor o criminal, la pobreza, miseria y vergüenza del padre no recae dolorosamente sobre sus hijos? Si un padre ha sido un degenerado sexual y arruina su salud, es bien cierto que los hijos heredarán las consecuencias en enfermedades de diversas clases; aun la ceguera, ha sido muchas veces resultado de los pecados de un padre degenerado.2

No puede ser de otra manera si el mundo ha de mantenerse sobre leyes fijas. Dios tendría que estar haciendo continuos milagros para evitar las consecuencias naturales del pecado, y a este procedimiento llamarían los escépticos esclavitud. Dios ha dejado al hombre libre y responsable de sus actos; no está dispuesto a coaccionarle a cada momento mediante milagros, por razón de su proceder. Esto es muy lamentable desde el punto de vista humano, pero no puede ser de otra manera en un mundo que se halla a prueba para que se manifieste lo que da de sí el pecado. Pero Dios está mirando las vidas humanas no desde el punto de vista de la vida temporal, que es a todas luces indeciblemente corta comparada con la eternidad. Un hombre que ha sufrido por culpa de otros acá, puede tener por la misma razón «un más abundante peso de gloria» y viceversa. Un Hitler que ha vivido rodeado de todos los placeres y de la satisfacción que produce la autoridad indiscutible y que murió no en un lecho, sino suicidándose tras de un banquete, creemos que tendrá un castigo terrible en la eternidad.

Esto es lo que expresa el apóstol Pablo en 2.a Corintios 4:16-17 y San Pedro en la 1.a Pedro 1:7, en cuanto a los fieles y respecto a los impíos; bien claro lo dice Jesús en Lucas 12:47-48 y en Apocalipsis 20:12. Pero Dios, en la revelación progresiva de su voluntad, mientras que por una parte expresa en Éxodo 20 lo que ocurre por ley natural, en Ezequías 10:20 nos da a conocer su voluntad moral, a la vez que su llamamiento para que el impío se vuelva de su mal camino para obtener el perdón y logre consecuencias muy diferentes a las que encontraría si perseverase en él. Asimismo el justo, si se mantiene en el camino del bien y de la piedad. Pero si se desviare del camino y obrare el mal, recibirá las consecuencias de su desvío: Como lo reitera en Hechos 10:38« «Si se retirare no agradará a mi alma.»


2. Esta antigua afirmación bíblica ha quedado demostrada y explicada por los recientes descubrimientos científicos acerca de los cromosomas y los genes en los protozoarios del esperma humano que fecundan el óvulo femenino. 

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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