¿ES JUSTO QUE DIOS CASTIGUE A LOS HIJOS POR EL PECADO DE LOS PADRES?
En Éxodo 20:5, Dios dice, condenando el culto de las
imágenes: «Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad
de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que
me aborrecen y hago misericordia a los que me aman y guardan mis mandamientos.»
En cambio, en Ezequiel 18:20, leemos: «El alma que pecare, ésta morirá; el hijo
no llevará el pecado del padre, ni el padre el pecado del hijo, la justicia del
justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.»
Esta aparente contradicción tiene una explicación bien
lógica. En Éxodo 20, Dios habla a los israelitas como Creador, al dar la ley
moral de un modo solemne, y desde el punto de vista natural esto es lo que
ocurre con el pecado. El sufrir los hijos por los pecados de los padres es
meramente una expresión de la ley de causa y efecto, es una ley natural
inevitable, ampliamente confirmada por la experiencia. Suponed a un padre
borracho; ¿no sufren los inocentes hijos las consecuencias? Asimismo, si el
padre es indolente, imprevisor o criminal, la pobreza, miseria y vergüenza del
padre no recae dolorosamente sobre sus hijos? Si un padre ha sido un degenerado
sexual y arruina su salud, es bien cierto que los hijos heredarán las
consecuencias en enfermedades de diversas clases; aun la ceguera, ha sido
muchas veces resultado de los pecados de un padre degenerado.2
No puede ser de otra manera si el mundo ha de mantenerse
sobre leyes fijas. Dios tendría que estar haciendo continuos milagros para
evitar las consecuencias naturales del pecado, y a este procedimiento llamarían
los escépticos esclavitud. Dios ha dejado al hombre libre y responsable de sus
actos; no está dispuesto a coaccionarle a cada momento mediante milagros, por
razón de su proceder. Esto es muy lamentable desde el punto de vista humano,
pero no puede ser de otra manera en un mundo que se halla a prueba para que se
manifieste lo que da de sí el pecado. Pero Dios está mirando las vidas humanas
no desde el punto de vista de la vida temporal, que es a todas luces
indeciblemente corta comparada con la eternidad. Un hombre que ha sufrido por
culpa de otros acá, puede tener por la misma razón «un más abundante peso de
gloria» y viceversa. Un Hitler que ha vivido rodeado de todos los placeres y de
la satisfacción que produce la autoridad indiscutible y que murió no en un
lecho, sino suicidándose tras de un banquete, creemos que tendrá un castigo
terrible en la eternidad.
Esto es lo que expresa el apóstol Pablo en 2.a Corintios
4:16-17 y San Pedro en la 1.a Pedro 1:7, en cuanto a los fieles y respecto a
los impíos; bien claro lo dice Jesús en Lucas 12:47-48 y en Apocalipsis 20:12.
Pero Dios, en la revelación progresiva de su voluntad, mientras que por una
parte expresa en Éxodo 20 lo que ocurre por ley natural, en Ezequías 10:20 nos
da a conocer su voluntad moral, a la vez que su llamamiento para que el impío
se vuelva de su mal camino para obtener el perdón y logre consecuencias muy
diferentes a las que encontraría si perseverase en él. Asimismo el justo, si se
mantiene en el camino del bien y de la piedad. Pero si se desviare del camino y
obrare el mal, recibirá las consecuencias de su desvío: Como lo reitera en
Hechos 10:38« «Si se retirare no agradará a mi alma.»
2. Esta antigua afirmación bíblica ha quedado demostrada y
explicada por los recientes descubrimientos científicos acerca de los
cromosomas y los genes en los protozoarios del esperma humano que fecundan el
óvulo femenino.
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