Algunos líderes de alabanza alrededor del mundo tristemente están convirtiendo la adoración de sus iglesias (a menudo involuntariamente) en un evento de espectadores, resultando en que las personas ya no están cantando.
Antes de hablar de nuestra situación actual, examinemos la historia. Antes de la Reforma, la adoración no era realizada por el pueblo. La música era tocada por músicos profesionales y cantada en un idioma desconocido (el latín). La Reforma devolvió la alabanza a las personas, entre ellas el canto congregacional que empleaba melodías simples y alcanzables con letras firmes de las Escrituras en la lengua del pueblo. La alabanza volvió a ser participativa. La evolución del himnario impreso trajo consigo una explosión del canto congregacional y el amor por cantar aumentó.
Con el advenimiento de las nuevas tecnologías de vídeo, las iglesias comenzaron a proyectar las letras de sus canciones en una pantalla, y el número de canciones a disposición de las iglesias aumentó exponencialmente. Al principio, este avance en la tecnología llevó a un canto congregacional más robusto, pero pronto, un cambio en el liderazgo de la adoración comenzó a mover la congregación de nuevo a la forma de espectadores anterior a la Reforma. Lo que ha ocurrido podría resumirse como la re-profesionalización de la música de la iglesia y de la pérdida de un objetivo clave del liderazgo de alabanza: permitir a la gente cantar sus alabanzas a Dios. En pocas palabras, estamos criando una cultura de espectadores en nuestras iglesias, cambiando lo que debería ser un ambiente de culto participativo por un concierto. La alabanza se está moviendo a su problemática forma anterior a la Reforma.
Veo nueve razones por las cuales las congregaciones no están cantando más:
1. Ellos no conocen las canciones. Con el lanzamiento de nuevas canciones cada semana, los líderes de alabanza están proporcionando una dieta constante de las últimas y mejores canciones de adoración. Sin duda, deberíamos estar cantando canciones nuevas, pero demasiadas nuevas canciones en la alabanza puede matar la participación y convertir a la congregación en espectadores. Veo esto todo el tiempo. Yo abogo por tocar no más de una nueva canción en un servicio de adoración, y luego repetir la canción de forma intermitente durante varias semanas hasta que se conozca por la congregación. La gente adora mejor con canciones que conocen, así que tenemos que enseñar y reforzar las nuevas expresiones de adoración.
2. Estamos cantando canciones no aptas para el canto en la congregación. Hay una gran cantidad de buenas canciones de adoración hoy en día, pero muchas de ellas no son adecuadas para el canto congregacional en virtud de sus ritmos (demasiados difíciles para el cantante promedio) o de un rango melódico demasiado amplio (considere el cantante promedio y no la superestrella vocal en el escenario).
3. Estamos cantando en notas demasiado altas para el cantante promedio. Las personas que estamos guiando en el culto en general tienen un alcance limitado y no tienen un alto rango. Cuando cantamos canciones en tonos que son demasiado altos, la congregación dejará de cantar, se cansará, y, finalmente llegarán a ser espectadores. Recuerde que nuestra responsabilidad es la de permitir a la congregación cantar sus alabanzas, no mostrar nuestras grandes voces en la plataforma al lanzar canciones en nuestros rangos de voz de alta potencia. La gama básica del cantante promedio es de una octava y un cuarto de La a Re.
4. La congregación no puede oír a la gente alrededor de ellos cantando. Si nuestra música es demasiada fuerte para que la gente escuche el uno al otro cantar, está demasiada alta. Por el contrario, si la música es demasiado tranquila, por lo general, la congregación dejará de cantar con fuerza. Encuentre el balance correcto: fuerte pero no difícil de soportar.
5. Hemos creado servicios de adoración que son eventos de espectadores, construyendo un entorno de actuación. Yo soy un firme defensor de crear un gran ambiente para la adoración, incluyendo la iluminación, efectos visuales, la inclusión de las artes, y mucho más. Sin embargo, cuando nuestros ambientes toman las cosas a un nivel que llama la atención indebida a los que están en el escenario o distrae de nuestra adoración a Dios, hemos ido demasiado lejos. Excelencia, sí. Actuación altamente profesional, no.
6. La congregación se siente que no se espera que ellos canten. Como líderes de alabanza, a menudo nos involucramos tanto en la producción profesional de adoración que no somos capaces de ser auténticos e invitar a la congregación a adorar, y luego fallamos en hacer todo lo posible para facilitar que la experiencia en el canto de canciones conocidas, las nuevas canciones introducidas correctamente, y que lo que cantemos tenga en el rango apropiada para la congregación.
7. No tenemos un listado común de himnos. Con la disponibilidad de tantas nuevas canciones, a menudo nos volvemos esquizofrénicos en nuestra planificación de alabanza, buscando canciones de tantas fuentes sin reforzar las que tenemos y sin ayudar a la congregación a recibirlas como una expresión regular de su adoración. En los viejos tiempos, el himnario fue ese remedio. Hoy en día, tenemos que crear listas de canciones para la planificación de nuestros tiempos de adoración.
8. Los líderes de adoración improvisan demasiado. Mantenga la melodía clara y fuerte. La congregación se compone de ovejas con rangos limitados y capacidad musical limitada. Cuando nos apartamos de la melodía para improvisar, la congregación trata de seguirnos y terminan frustradas y dejan de cantar. Algunas improvisaciones son agradables y pueden mejorar la adoración, pero no dejes que conduzcan a sus ovejas por mal camino.
9. Los líderes de alabanza no se están conectando con la congregación. A menudo nos quedamos atrapados en nuestro increíble mundo de la producción musical y perdemos de vista nuestro objetivo de ayudar a la congregación a expresar su adoración. Hágales saber que usted espera que ellos cantan. Cite la Biblia para promover sus expresiones de adoración. Manténgase alerta a lo bien que la congregación le esté siguiendo y cambie el rumbo según sea necesario.
Una vez que los líderes de alabanza recuperen la visión de permitir a la congregación ser participantes en el viaje de la adoración colectiva, creo que podremos volver la adoración a la gente una vez más.
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