La restauración de iglesia de mil años reveló supuestamente huesos que pueden ser de primeros mártires de la Iglesia
Durante una restauración rutinaria de una iglesia de casi 1000 años de edad, se descubrieron fragmentos de huesos en vasos de barro. Se cree que pueden pertenecer al apóstol Pedro y los cuatro primeros mártires de la Iglesia.
“Había dos potes de barro donde estaban inscritos con los nombres de los primeros papasPedro, Félix, Calixto y Cornelio”, dijo el funcionario que hizo el descubrimiento al canal de televisión italiano RAI Uno.
“Yo no soy arqueólogo, pero entendí inmediatamente que eran muy viejos. Mirándoles, me sentí muy emocionado”, afirmó. La existencia de estos fragmentos óseos era conocida desde hace siglos, pero nunca habían sido encontrados. Dentro de la iglesia de Santa María en Cappella, una inscripción de piedra registra la existencia de las reliquias. Debido a problemas estructurales, el local quedó cerrado por 35 años. Como parte del mantenimiento de rutina, un trabajador descubrió los huesos que supuestamente son del apóstol Pedro bajo una piedra de mármol detrás del altar.
Entonces llamaron al diácono Massimiliano Floridi, que entregó todo al Vaticano.
Los funcionarios de la Iglesia no comentan la autenticidad de los huesos. “Estamos a la espera de un estudio detallado, que aún se realizará. Una comparación de ADN entre esos huesos y otros que son mantenidos por el Vaticano aclararía el asunto”, dijo el diácono.
La Iglesia de Santa María en Cappella se encuentra en el distrito de Trastevere, en Roma, cerca del río Tíber. Consagrada en 1090 por el Papa Urbano II, la iglesia alberga muchos otros tesoros históricos y artísticos, incluyendo cerámicas y murales del siglo IV.
La iglesia también incluye el fragmento de la silla episcopal, pues en el pasado fue la sede temporal del Consistorio Pontificio – una reunión formal del Colegio de los Cardenales.
Algunos estudiosos creen que las reliquias fueron transferidas a la iglesia para ser protegidas, durante el gobierno del Papa Urbano II. Durante una cisma, la legitimidad del Papa Urbano II fue desafiada por Clemente III, que era un antipapa apoyado por el emperador Enrique IV.
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