¿Por qué creyentes verdaderos permanecen en iglesias que no predican el evangelio?
El remanente cautivo de los ungidos
Por: Gerson Morey
Dios está despertando a su pueblo. Así como despertó el espíritu de Zorobabel para empezar la reconstrucción del templo (Hag. 1:4), Dios está abriendo los ojos de su pueblo, despertando a los suyos a un mayor compromiso con las Escrituras y a una predicación sana. Los testimonios y las historias son innumerables. Cada vez son más los que están regresando a una comprensión más bíblica del evangelio. En este sentido, debemos reconocer la influencia de las redes sociales, pues Dios las está usando como hace 500 años usó la imprenta durante la Reforma protestante.
Sin embargo, no debemos pecar de triunfalistas. En medio de este mover de Dios, hay algo que está sucediendo y de lo que debemos estar conscientes.
Así como hay un gran número de verdaderos creyentes que han despertado a la verdad bíblica, y han abandonado el evangelio de la prosperidad, también hay otros que están siendo expuestos a la verdad y conociendo las Escrituras, sin embargo todavía son parte de iglesias que predican un falso evangelio. Es decir, este conocimiento que adquieren (a veces por medio de las redes) no siempre los lleva a abandonar estas congregaciones.
EL REMANENTE CAUTIVO
A estos hermanos los llamo el remanente cautivo. Un grupo de miles de verdaderos creyentes que ya conocen la verdad, pero siguen siendo parte del movimiento de la prosperidad y de iglesias de apóstoles y profetas. Todavía no se atreven a abandonarlas.
Siguen a Otto Sánchez, le dan like a Sugel Michelén, y escuchan los sermones de Miguel Núñez, pero solo hasta allí. Disfrutan secretamente de ellos, pero siguen siendo parte de esas iglesias. Entiendo que en algunos casos esto sucede porque no hay iglesias sanas cerca, y prefieren quedarse. Pero no siempre es así.
Para muchos de estos creyentes, el alimento espiritual solo lo reciben desde Youtube, ¡de otra manera morirían de hambre! No me sorprende, pues las ovejas, donde quiera que estén, siempre necesitarán de los pastos verdes de la sana enseñanza, y si no lo encuentran en sus congregaciones, lo buscarán en otras partes.
Entonces, ¿por qué muchos creyentes que han entendido la verdad no abandonan estas iglesias?
EL TEMOR DE UN FALSO EVANGELIO
Mi respuesta es: el temor. La principal razón es el temor.
El temor tiene el vil efecto de paralizar. Lo vemos en los gobiernos totalitarios que infunden temor para controlar y mantener cautivos a sus súbditos. La intimidación es el arma que usan los falsos maestros para mantener presos a los verdaderos creyentes dentro de sus congregaciones. Claro, una intimidación que da frutos en el terreno fértil de la ignorancia. Por eso, hay un gran remanente cautivo por los “ungidos”.
Si el remanente no se atreve abandonar esas iglesias por temor, la pregunta que quiero responder es, ¿temor a qué?
1. Temor a perder las amistades.
Este temor tiene un componente emocional. La idea de abandonar los amigos es un pensamiento demasiado difícil para algunos. Las relaciones cultivadas a través de los años se pueden convertir en un gran obstáculo a la hora de contemplar una salida. Sobre todo en contextos donde aquellos que se van son vistos como desertores, traidores, y enemigos. No quiero minimizar este aspecto, pues los lazos sentimentales que se forjan a través de los años son difíciles de romper.
2. Temor a perder la influencia.
Otro de los temores con los que el remanente cautivo se enfrenta es el temor a perder una influencia que quizá les tomó mucho tiempo ganar. Es decir, muchos creyentes han servido en esas congregaciones durante años, han sido promovidos a posiciones de liderazgo, y gozan del respeto de la gente dentro de sus iglesias. Renunciar a esos privilegios es un precio que no están dispuestos a pagar. Comúnmente, este es un temor enraizado en el orgullo.
3. Temor a comenzar de nuevo.
Alguien dijo: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Y para muchos del remanente cautivo, pensar en la posibilidad de tener que buscar una nueva iglesia, hacer nuevas relaciones, tener que empezar de cero (por decirlo de una manera), es una molestia que prefieren evitar. El problema con eso de “mejor es malo conocido” es que no se trata de algo sin importancia; se trata de nuestras almas. En cuestiones eternas, el error y el engaño no deben ser tomados a la ligera. Cuando se trata del destino de nuestras almas, el error no solo es dañino: es también destructivo.
4. Temor al (supuesto) juicio de Dios.
Creo que de todos los temores y razones que hemos dado hasta ahora, ninguno intimida como este. El temor al supuesto juicio de Dios paraliza a muchos creyentes, y para evitarlo, prefieren quedarse donde están. Este supuesto juicio de Dios es enseñado desde los púlpitos de estas iglesias. Se hace énfasis en el proverbial “no te metas con el ungido, o tendrás pena de juicio” (basado en 1 S. 24:6) Luego les advierten: “que como ave que deja su nido es el que abandona su lugar” (Pr. 27:8), y además usan la historia del hijo pródigo (Luc. 15:11-32), quien abandonó la casa de su padre y terminó en ruina. Explican que así es el final de todos aquellos que abandonan sus iglesias.
EL AMOR ES MÁS GRANDE
El tema es complicado. Debemos tener sensibilidad y gracia cuando hablamos de estas cosas. Si conservas amistad con algunos de este “remanente”, pídele a Dios que Cristo te conceda sabiduría y gracia para hablar con ellos. Recordemos que solo Dios abre los ojos. Oremos para que Dios nos de oportunidades para compartir con ellos. Evita las discusiones. Ámalos aunque no entiendan. Ámalos aunque no reciban lo que les quieres comunicar o no respondan como esperas. Recuerda que la iglesia es de Cristo, y es Él quien la edifica (Mt. 16:18). Un espíritu contencioso puede ser un obstáculo. En nuestro noble afán de ayudar a estos hermanos, una actitud conflictiva puede ser tropiezo antes que de edificación. (Mt. 18:6).
Sigamos orando. Sigamos creciendo en el entendimiento de la verdad. Pidamos a Dios que esa verdad produzca un carácter piadoso. Dejemos que Dios siga edificando su iglesia.
Dios librará su remanente del cautiverio de los “ungidos”.
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