Sam Allberry es el sacerdote anglicano gay que escribe para Coalición por el Evangelio y aparece regularmente con el ético bautista del sur, Russell Moore, para promover su ideología del “celibato cristiano gay”.
Allberry es un defensor abierto de la adopción soltera de homosexuales y tiene una opinión no bíblica sobre la soltería, sosteniendo que es tan natural y normativo como el matrimonio.
Allberry ha sido fundamental para mover la Convención Bautista del Sur hacia la izquierda cuando se trata de la homosexualidad, enseñando que los deseos sexuales aberrantes no son inherentemente pecaminosos.
No sorprende entonces que Allberry, como la mayoría de los homosexuales, pervierta el símbolo del arco iris y lo convierta en algo que no es, en este caso, Allberry promueve la mentira de que el arco iris es un símbolo que Dios promete nunca mas destruir la tierra de nuevo.
La cita en referencia proviene de la Biblia del libro de cuentos de Jesús, que ha sido denunciada por los cristianos conservadores como comprometida y afirmadora de la homosexualidad.
El libro, que se promociona como la “biblia” de los niños, afirma falsamente que Dios promete nunca destruir el mundo otra vez, y que el arco iris es un símbolo de esta promesa.
Contrariamente a lo que los homosexuales quieren que creas, la verdad no es nada que se parezca a esto. La verdad es que Dios solo prometió nunca destruir la Tierra inundándola de nuevo. Por otro lado, Dios ha prometido destruir la tierra con fuego.
2 Pedro 3:4-10
“…¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.”
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