Una madre en Tennesee dio a luz a un bebé sano que fue concebido hace casi treinta años, lo que la convierte en el embrión congelado más largo jamás nacido con éxito en un nacimiento vivo.
Molly Everette Gibson nació el 26 de octubre de 2020, pero no fue entonces cuando llegó al mundo por primera vez. Una pareja anónima la creó en 1992 mediante la combinación de óvulos y espermatozoides para dar vida a un alma, y luego la congeló para una nueva implantación, una que nunca llegó.
En lugar de ser destruida y abortada, una práctica muy común asociada con la Fertilización Invitro (FIV), sus "padres" la descartaron y la donaron a un Banco de Embriones donde pasó casi 30 años en hielo en un plato de petrie: un niño hecho a la imagen de Dios pero suspendido en el tiempo por las malditas maquinaciones del hombre.
Luego, la nueva madre de Molly, Tina, junto con su esposo, que había estado criando niños durante años después de que se creyera que era infértil debido a que le diagnosticaron fibrosis quística, se enteraron de la “adopción de copos de nieve” y decidieron salvar una vida. Fueron a una clínica y se les implantó el embrión, lo que resultó en un parto saludable y exitoso, 28 años después del hecho.
Ahora que Tina tiene 29 años, casi tiene la misma edad que su hijo, y ambos han sido concebidos con tan solo 18 meses de diferencia.
Sin embargo, al dar a luz al embrión congelado más largo, en realidad batieron su propio récord.
Tuvieron otro hijo en 2017, también adoptado del mismo donante anónimo que hizo criopreservar a sus hijos hace tres décadas. Esa adopción de embriones resultó en el nacimiento de una Emma saludable y exitosa, que ahora tiene casi tres años. Y debido a que estos dos embriones se congelaron al mismo tiempo, los convierte en hermanos genéticos completos.
Los partos exitosos fueron facilitados con la ayuda del Centro Nacional de Donación de Embriones (NEDC), en Knoxville, una organización cristiana sin fines de lucro que recibe embriones donados de padres biológicos que pasaron por FIV y luego los “rescata” almacenándolos hasta que puedan. nacer.
Siempre que los embriones se mantengan correctamente en el tanque de almacenamiento de nitrógeno líquido a menos 396 grados, se cree que pueden almacenarse casi indefinidamente.
En este momento hay más de un millón de embriones que se han donado como resultado de la FIV. En esta práctica perversa y pecaminosa, debido a que es costosa, los futuros padres generalmente fertilizan de 8 a 30 embriones a la vez. Pueden usar implantes en un par de ellos, los que se consideran "viables" y no eliminados instantáneamente, y luego, cuando hayan dado a luz tantas veces como quisieran, destruirán a estos niños, de hecho, el aborto y el asesinato en masa. escala - o los donarán, dejándolos al destino de posiblemente ser adoptados, o ser eventualmente descartados y asesinados.
El hecho de que existan adopciones de copos de nieve, un proceso en el que las parejas pueden adoptar a estos bebés a una fracción del costo de la adopción regular (con frecuencia tan solo $ 5000) es una gracia de Dios: usar para el bien lo que el hombre pretendía para el mal. Esta práctica debe fomentarse en la iglesia como una forma de "rescatar a los que están siendo llevados a la muerte" y "detener a los que van al matadero a tropezones".
Además, si realmente creemos que la vida comienza en la concepción, la comunidad cristiana debería condenar rotundamente la práctica de la FIV que crea estos embriones en primer lugar y el aborto masivo que casi siempre la acompaña. Las iglesias deben someter a la disciplina de la iglesia a cualquiera de sus miembros que la use, excepto posiblemente en las circunstancias más raras, lo que demuestra que tenemos la vida en el más alto respeto y que no apoyamos el aborto en ninguna forma.
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