¡MAX LUCADO SE RINDE!
Saque usted sus propias conclusiones!!
MAX LUCADO 11 de febrero de 2021
Catedral Nacional de Washington 3101 Wisconsin Ave. NW Washington, DC 20016
Estimada comunidad de la Catedral: Fue un gran honor servir como predicador invitado el 7 de febrero de 2021. Tengo entendido que mi presencia en el La catedral es motivo de consternación para muchos de sus miembros. Me invitaron a la Catedral Nacional de Washington para predicar sobre el tema del Espíritu Santo. Mi deseo era resaltar el poder del Espíritu para brindar consuelo en estos tiempos caóticos. Sin embargo, en lugar de ese sermón, muchos solo escucharon mis palabras de hace muchos años. En 2004, prediqué un sermón sobre el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo. Ahora veo que, en ese sermón, fui irrespetuoso. Estaba hiriente. Herí a personas de formas devastadoras que debería haberlo hecho mejor. Me entristece que mis palabras hayan herido o hayan sido utilizadas para herir a la comunidad LGBTQ. Les pido disculpas y le pido perdón a Cristo. Las personas fieles pueden no estar de acuerdo con lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad, pero estamos de acuerdo en que la santa Palabra de Dios nunca debe usarse como un arma para herir a otros. Para ser claros, creo en la comprensión bíblica tradicional del matrimonio, pero también creo en un Dios de gracia y amor ilimitados. Las personas LGBTQ y las familias LGBTQ deben ser respetadas y tratadas con amor. Son hijos amados de Dios porque están hechos a imagen y semejanza de Dios. Durante siglos, la iglesia ha dañado a las personas LGBTQ y a sus familias, así como la iglesia ha dañado a las personas por cuestiones de raza, género, divorcio, adicción y muchas otras cosas. Debemos hacer mejor para servirnos y amarnos unos a otros. Comparto el compromiso de la Catedral de construir puentes y aprender a escuchar, a escuchar realmente, a aquellos con quienes no estamos de acuerdo. Ese trabajo es difícil, es difícil, es complicado y puede resultar incómodo. Pero lo necesitamos ahora más que nunca.
Respetuosamente, Max Lucado
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