Sodoma y Gomorra quedaron en pañales
Sodoma y Gomorra no llegaron a tanto como hoy en Occidente, donde una agenda mundial ha ‘unido’ todas las perversiones sexuales bajo las siglas LGBTIQ+
La práctica abierta y generalizada de los pecados vinculados con la inmoralidad sexual (incesto, pedofilia, homosexualidad, entre otros), que practicaron las antiguas ciudades del Medio Oriente conocidas como Sodoma y Gomorra, lo que llevó a Dios a derramar su ira con fuego y azufre desde los cielos y destruirlas totalmente (Génesis 19), resulta que a poco más de 5.000 años de aquel juicio divino, el mundo occidental y «democrático» de hoy está moralmente peor que en ambas ciudades.
Si el pecado de perversión sexual subió al mismo trono de Dios, que hasta quisieron propasarse con los ángeles que el Señor envió para sacar a Lot -el sobrino de Abraham- y su familia, imagínese a qué nivel habrá subido el pecado contemporáneo en naciones que han legalizado el aborto, las uniones del mismo sexo, aceptado y practicado abiertamente el cambio de sexo hasta en niños, quieren legalizar la pedofilia y la zoofilia, y no pararán hasta lograr la legalidad de la necrofilia (porque ni al cuerpo de los muertos quieren respetar ya).
El pasado mes de diciembre sucedieron dos eventos emblemáticos respecto al nivel de inmoralidad en la que ha caído EE.UU. El primero tiene que ver con una pareja de hermanos de padre y madre en New Jersey, a quienes luego de 10 años de querellas legales lograron que les permitieran casarse ‘legalmente’, lo cual equivale a la legalización del incesto, claramente condenado por Dios en su Palabra.
El segundo caso, es el de lo que han dado por llamar una ‘familia poliamorosa’, integrada por tres hombres: Ian Jenkins, Alan Mayfield y Jeremy Allen Hodges (la unión inicialmente iba a ser entre cuatro, pero uno de sus miembros murió); relación que fue reconocida ‘legalmente’ por el estado emblema de la inmoralidad en EE.UU., como lo es California. Lo que añade un ribete de tragedia es que estos tres gais comparten dos hijos en común, una niña de 3 años y un niño de apenas 15 meses. Es la primera familia poliamorosa reconocida legalmente en el mundo.
Les aseguro que en Sodoma y Gomorra no llegaron a tanto como hoy en Occidente, donde hasta una agenda mundial se han procurado para ‘unir’ a todas las perversiones sexuales bajo las siglas: LGBTIQ+ [L (lesbianas), G (gay), B (bisexuales), T (trasvesti, transgénero, transexuales), I (intersexuales), Q (Queer), A (asexuales), P (pansexuales), M (metrosexuales), P (pedosexualidad) y más]. Toda una amplia gama de inmoralidades que afectan a la familia y la sociedad en general; además de acarrear maldiciones sobre las naciones.
La ‘legalización’ del pecado, es el peor pecado que ha subido hasta el trono de Dios; de eso no nos cabe la menor duda. Porque la inmoralidad sexual ha existido en el mundo desde tiempos inmemoriales, pero lo que sucede en estos tiempos, la amoralidad en «los tiempos del fin» descritos por las Sagradas Escrituras no tiene parangón y va cada día en aumento.
Ante los hechos irrefutables de perversión e inmoralidad sexual actuales, de los que Jesús nos advirtió, diciendo: «mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste» (Lucas 17:29-30); significa que su venida está muy cerca. Ante lo cual cabe preguntarse:
¿Le pedirá ‘perdón’ Dios a los habitantes de las destruidas Sodoma y Gomorra por haberlas borrado del mapa siendo que hoy el nivel de la inmoralidad es mayor que en aquel tiempo, debido a lo que afirmó Cristo: «Les aseguro que en el día del juicio, el castigo de Sodoma y Gomorra resultará mucho más tolerable que el castigo que caerá sobre» el mundo que le da la espalda al Señor (Mateo 10:15)?
Obvio que no.
Conociendo lo justo que es Dios, sabemos que el juicio divino que se cierne sobre el mundo pecador es de dimensiones colosales, tal y como lo muestra el libro de Apocalipsis a partir del capítulo 6.
¿Hay escapatoria? Por supuesto, arrepintiéndose de su vida pecaminosa y recibiendo a Jesucristo como su único Señor y Salvador, tal y como ya lo han hecho muchos ex LGBTIQ+ quienes recibieron el perdón y la restauración del Señor y hoy viven libres de las ataduras de la inmoralidad sexual. Es lo justo y necesario en un mundo ante el cual Sodoma y Gomorra quedaron en pañales
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